25. Inicio de los problemas.

415 19 0
                                    

La semana que habíamos estados aislados había sido maravillosa. A todos nos sirvió para relajarnos un poco y desconectarnos. No quería que toda esta nube de felicidad y éxtasis que estaba viviendo se acabara. Estaba completamente feliz y plena, y no tenía por qué preocuparme; tenía todo lo que quería y necesitaba..., aunque para variar, como dicen por ahí, la felicidad no es para siempre, y esta no fue la excepción. Es un cliché, pero como todos los clichés, resulta ser cierto.

Luego de que Bruno por primera vez me dijera un «Te quiero», que hablaba de nosotros siendo algo más, algo así como una pareja, yo me quedé de piedra. Esas simples dos palabras daban para procesar un poco. No es que me aterraban, porque...bueno, quizás lo hacían un poquito. Vale, algo más que poquito...¡Bien! Sí, me daban pavor luego de que mi última relación fuera un fracaso completo, pero no era algo que no iba a responder. Desde luego tenía que decirle algo y no quedarme en un completo silencio cuando sabía que eso era completamente descortés. Hasta un simple gracias era mejor que el maldito silencio, y yo era consciente de eso. Pero las cosas como casi nunca me salían a mi favor, resultó ser algo así: Yo petrificada. Bruno esperando alguna señal de mi parte. Yo apunto de responder. Los padres de Bruno bajando la escalera. Nosotros separándonos. Nosotros evitándonos.

Sip, así como leen. La tonta de mi persona había estado evitándolo, como si de pronto el tuviera el ébola y me fuera a contagiar. No me iba a morir porque me dijera que me quería, mi hermana y amigos o cercanos siempre me lo decían, y yo no tenía ningún problema en demostrar que el sentimiento era mutuo..., pero el caso es que con Bruno era diferente. Sí, no me miren con esas caras largas, era diferente y punto. Nosotros estábamos comenzando una especie de relación, y cuando uno de los dos le decía algo como él te quiero al otro, entonces era porque ambos estaban dando un gran paso. No es como si fuera un te amo, pero la cosa podía tarde o temprano terminar en ese punto..., y me aterraba, sobre todo después de mi última relación. Era un miedo razonable, ¿no?

Bruno había tenido un gesto realmente lindo la noche anterior al hacerme ese gran favor y luego yo había sido la perra más grande del mundo ignorando el hecho que el desnudó sus sentimientos hacía mí, y yo hice como si de pronto me hubiese convertido en sorda. Así que cuando Mad intuyó que algo me estaba ocurriendo, técnicamente me secuestró; me llevó a nuestra habitación, en donde me tuvo retenida por un par de horas.

 —Emily Abagnalli, te conozco como la palma de mi mano y sé que algo te pasó. No te hagas la estúpida conmigo porque sabes perfectamente que conmigo no te va a funcionar, así que desembucha.

Sonreí forzadamente. Odiaba que a veces me pudiera leer de esa manera tan fácil, porque había ocasiones que simplemente no podía disimular bien..., como ahora.

 —Mad, es en serio, no me ocurre nada. ¿Por qué todo el mundo piensa que de pronto me pasó algo? —cuestioné, tratando de que sonara algo casual. No resultó.

Ella entrecerró sus ojos hacía mí, obviamente no tragándose para nada mi historia de mierda. Sí, yo era una horrible mentirosa en esas cosas; tendría que empezar a ponerle mayor empeño, porque sí en algún momento me decantaba por cambiar de profesión y volverme actriz, entonces creo que me moriría de hambre.

 —No lo sé, quizás es por el hecho de que tanto Bruno como tu andan con una cara de pena que ninguno se la puede. —contestó, como si fuera obvio. Y lamentablemente lo era-. ¿Qué diablos está pasando entre ustedes? ¡Y no me digas que nada, porque bastante pegaditos los vi el otro día!

Me sonrojé de pronto. Sabía que Mad estaba sospechando algo, no era tonta, pero esperaba en el fondo que simplemente evitara el tema y dejara que yo lo sacara a colación cuando estuviera lista, pero estábamos hablando de Mad después de todo, así que eso no pasaría obviamente.

¿Cómo todos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora