7. ¿Qué demonios?

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Bruno es bastante gracioso, por más que he querido parar de reír no puedo.

Desde que salimos de aquella cafetería no ha dicho nada más que payasada tras payasada, y no es como si me molestara mucho para ser sincera. Tengo que confesar en contra de mi voluntad de que estoy encantada, me ha hecho olvidar de todas mis desgracias y penas que me rodeaban últimamente. Es un gran chico después de todo.

 Luego de un rato de viaje, en el que por fin se logró callar decidió prender la radio para hacer el viaje más a meno, supongo.

 —¿Cómo lo estás pasando conmigo, cariño? Porque la verdad es que me estoy esforzando bastante para hacer de esta cita inolvidable para ambos—Dice.

 Sonrío.

Desde que le dije que odiaba que me dijera cariño—Porque me hacía recordar a la escoria—él simplemente no paraba de decirlo, era más bien como un incentivo. Y aunque odie admitirlo, en el fondo, muy dentro de mí, yo ya le estaba comenzando a coger el gustito a su manera cariñosa de llamarme así. Sabía que era su manera de ser, al parecer era algo empalagoso, algo completamente diferente a mí.

—¿Te soy sincera?—El asintió. —La verdad, es que estoy considerando la idea de abrir la puerta y saltar del auto, tus chistes son demasiado aburridos—Suelto una pequeña risa. Siendo sincera, me estoy divirtiendo bastante, a pesar de que sus chistes son lo más aburrido que he llegado a escuchar, de todas maneras no puedo evitar reír. Me estaba divirtiendo de lo lindo, como hace bastante tiempo no lo hacía.

 —Eso me ofendió, amor. —Dice llevándose una mano al corazón, como si realmente lo hubiese herido. Suelto una carcajada. —De todas maneras, lamento tener que informarte que me vas a tener que aguantar durante bastante rato más. Oh, y tengo más chistes, así que prepárate.

 —Ay Dios, ¿Qué hice para merecer este castigo?—Digo dramáticamente elevando las manos al techo.

 Ambos soltamos una gran carcajada por lo estúpido de la conversación.

 De pronto mi celular vibra.

Un mensaje de Madeleine. Lo abro y leo:

 Se que no estás en casa y tampoco en la universidad, no te he visto en clases y he llamado a tu casa, Paolo me contesto, dijo que te dejo en la universidad y no te has aparecido por allá, ¿ocurrió algo? Llámame, estamos preocupados.

Te quiero, XoXo

 Fruncí el ceño.

Ese estamos preocupados no pasa desapercibido para mí, intuyo que Madeleine está con Tom. Abro otro mensaje para responder, no quiero que se preocupen tanto por mí, suficiente atención tengo como para agregarle más, sé que me quieren y se preocupan por mí, pero Dios, me llegan a sofocar. Pero que le puedo hacer, son así.

Estoy bien, no ha ocurrido nada. Me he encontrado con un amigo y hemos decidido salir a dar una vuelta, no te preocupes. En cuanto llegue a casa te llamo.

Yo también te quiero, XoXo

 — ¿Con quién te estas mensajeando tanto?

— ¿Qué? ¿Estás celoso?—Inquiero con una sonrisa burlona y levanto una ceja.

 —Si. —Responde al segundo, sin titubear.  

 Eso me ha tomado por sorpresa. Demonios.

 —Pues que lastima. —Río y decido no contestar. Que se quede con la duda.

 Bruno frunce su ceño, en desacuerdo con mi respuesta, pero yo estoy algo divertida con la situación, aunque de todas maneras me incomoda un poco.

¿Cómo todos?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora