Capítulo 3

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Dana

Me puse a parear el desayuno, unas tostadas y café. Mientras estaba haciendo el desayuno me llamó mi hermano.

—¿Qué pasa? —pregunté mientras me tomaba mi café.

—¿Donde estas? —preguntó algo enfadado y fruncí el ceño.

—En mi casa —dije diciendo la cosa más obvia del mundo.

—¿Y porque estas en tu casa? —sonaba enfadado.

—Porque es mi casa, Tom. ¿Que pasa?

—Mira el día que es.

Miré el reloj del móvil y marcaba veinticinco de julio.

—¿No era por la tarde?

—Si, pero queríamos hacer una comida familiar.

—Okey okey, a las doce estoy allí —dije mirando la hora las diez de la mañana.

—Vale.

Y colgó.

Suspiré, con todos lo que había pasado anoche no me acorde del cumple de mi hermana pequeña.

—Buenos días —dijo Jacob a mis espaldas y di un saltito por el susto.

—Buenos días —dije sonriendo.

Le pase su desayuno.

—A las doce me voy a ir a casa de mis padres por el cumple de mi hermana, ¿te quieres venir? —dije porque no tenia intención de dejarlo aquí solo.

—No quie...

—Jacob, ¿cuantas veces te tengo que decir que no molestas? Porque ya estoy empezando a cansarme —dije con las manos en mi cintura.

—Está bien —acabo accediendo —, pero no tengo ropa, por lo menos podemos pasar por casa de mi amigo.

—Si claro, ¿donde vive?

—En este edificio, creo que unos pisos más arriba.

—Osea que vives con tu amigo...

—Mejor amigo, y con su mujer e hijo —dijo, mientras se terminaba el café.

—Okey, te acompaño, no quiero que te hagas daño.

—Que solo voy a coger un par de cosas —dijo rodando los ojos.

—Me da igual.

Terminó de desayunar y se acercó con las cosas al fregadero y lo observe mientras lavaba las cosas, y sin querer, repito, SIN QUERER, se me fui la vista hacia los pantalones y me sonrojé mucho. Madre mía, menuda erección, en mi vida había visto una así, debía de tenerla grande.

¡Dana! Por favor.

Perdón, conciencia.

Me fui hacia el pasillo con las mejillas encendidas.

—¿A donde vas? —preguntó.

—A ponerme pantalones —y entonces recordé que es cierto, no llevaba pantalones, solo llevaba puerto un tanga debajo de la camiseta y me puse todavía más roja.

Me puse unos pantalones, me lave la cara y los dientes y nos fuimos hacia el piso de su amigo.

La verdad es que no preste mucha atención mientras íbamos a casa de su amigo, por eso cuando abrieron la puerta y vi al hombre me quedé con la boca abierta.

—¡¿Kristian?! —dije sin poder creérmelo y él al parecer también.

—¿Dana? ¿Qué haces aquí? —preguntó dudoso y su hijo hizo un ruido haciendo que me girara hacia él.

—Hola, mi rey —dije y lo cogí en brazos.

—¿Os conocéis? —preguntó Jacob con el ceño fruncido.

—Si, es mi mejor amiga —dijo Kristian.

—Al parecer no, porque nunca me hablaste de él —dije enfadada.

—Lo siento, ¿vale? —dijo Kristian.

—Okey —le di un beso en la mejilla y pase adentro.

Jacob se quedo con la abierta.

—Tu tampoco hablaste nunca de ella —le dijo este a Kristian.

—¿Hoy es el día de echarme todo en cara o qué? —protestó Kristian.

—Si —respondimos Jacob y yo a la vez.

—¿Donde esta Laura? —pregunté.

—En la habitación —me dijo y fui allí.

Me fui hacía su habitación con el niño en brazos y cuando vi a Laura la abracé emocionada.

—Hola guapa, ¿qué tal? —me preguntó.

—Muy bien, ¿y vosotros?

—Muy bien.

—¿Por qué nunca me hablaste de Jacob? —pregunté entre enfadada y decepcionada.

—Porque Kristian no me dejaba —dijo ella, sentándose a mi lado.

—Pues no entiendo el porqué —dije mirando a Leo el cual sonrió y yo lo hice también.

—Créeme, yo tampoco —dijo encogiéndose de hombros.

The BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora