Capítulo 11

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Dana

No se que narices me esta pasando, no puedo ni mirarlo.

Durante el resto del camino estuvimos en silencio y yo estaba muy inquieta, pero intentaba controlarme.

Al llegar al parque de atracciones aparcamos los coches y salí corriendo del mío.

—¿Aroa sigue con la venda? —pregunté cuando mi padre salió del coche.

—Si —dijo él.

—Parece que la estamos secuestrando —dijo Jacob y me reí, lo peor es que la gente se nos quedaba mirando raro y yo me reí más.

—La gente nos mira raro —dije riéndome.

—Normal, yo también lo haría —dijo Tom saliendo del coche.

—¿Me podéis quitar esto de los ojos ya? —dijo Aroa.

—Si, ya vamos —dije y le quite el pañuelo de los ojos.

—Que guay —dijo contenta.

—¿A que si? —dije yo más emocionada que ella, chillando.

—La más mayor y la más infantil —dijo mi madre.

—Creí que el mayor era Tom —dijo Jacob.

—Por la altura a que si —dije y él asintió —. Pues no, le saco dos años ahora mismo.

—No bonita, me sacas un año y ocho meses, no te flipes —dijo Tom y le saqué la lengua.

—Si lo aproximas son dos años —dije en mi defensa.

—Bueno, vamos anda —dijo mi padre.

Pagamos las entradas y entramos al parque, era enorme había un montón de cosas, atracciones de todo tipo.

Pasamos entre la gente y vi algo que se me iluminó la mirada y me quede quieta.

—Oh, no —dijo mi hermano.

—¡Una atracción de la patrulla canina! —dije súper contenta saltando y gritando de la alegría —. ¡Me quiero montar! —dije girándome hacia mis padres.

—Pues hala —dijo mi padre.

Me fui corriendo entre la gente para quedarme en la cola esperando, estaba tan emocionada que no me había dado cuenta que había perdido a mi familia de lo emocionada que estaba. Los busque mientras la fila avanzaba y entonces vi a Jacob sobresaliendo de la gente y me eche a reír y una vez que estuvo a mi lado me miro confuso.

—¿De que te reís? —preguntó con una sonrisa en mi rostro.

—Que sobresales del resto de la gente —dije entre risas.

La cola seguía avanzando y había dos últimos sitios atrás, cogi de la mano a Jacob y lo lleve conmigo hacia esos asientos.

Nos sentamos y el chico nos miro raro.

—No soy muy mayores para esto —dijo mirándonos.

—Nunca se es demasiado mayor para nada —dije muy contenta.

—Lo siento, pero no podéis montar aquí —dijo el chico y la sonrisa se me fue.

—¿Por qué? —pregunté con el ceño fruncido.

—Porque sois muy mayores —dijo él.

—Vámonos, Dana —dijo Jacob cogiéndome del brazo, pero me aparté.

—No —le dije —. Veras hoy es mi cumple y siempre quise montarme aquí, pero no puede cuando tenia la edad porque no teníamos dinero para montarme, así que por favor, solo le pido que me deje montarme —dije suplicándole —. Toma esto por las molestias y para que me deje montar —dije dándole diez euros.

The BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora