Capítulo 2

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Jacob

Eran las nueve de la mañana y note como la cama estaba vacía y fruncí el ceño. ¿Se abra despertado?

Me fui hacia el salón y me la encontré durmiendo en el salón abrazando a una almohada, sonríe negando con la cabeza. Me quede un rato contemplándola, es muy guapa, pelo largo, marrón claro, labios normales, perfectos algo rosados, pestañas largas... tenia una camiseta blanca de hombre puesta como pijama y la tenia algo levanta por lo que pude ver que no tenia pantalones.

Aparté la mirada de inmediato.

Me acerque a ella y la cogi pasando un brazo por su cuello y otro por sus piernas y puede notar que tenia la piel muy suave.

La verdad es que ayer me quede muy impresionado cuando ayer se enfrentó a esos tres gilipollas y por poco la matan.

Es una chica increíble, me sorprendió también que me ayudara de esa manera sin siquiera conocerme, que me dejara entrar y me dejara dormir en su cama... Cuando me contó anoche el porque era así supe que lo ha tenido que pasar mal en el pasado.

Dana se revolvió en mis brazos y note un pinchazo en mi abdomen, puse una mueca y la puse en la cama.

Cuando la fui a soltar del todo se despertó y vi sus ojos verdes.

—¿Qué haces levantado? —dijo y entonces vio que la había traído aquí —¡Te he dicho que no fuerces! —me regañó.

—No has dormido en la cama —dije esta vez yo de brazos cruzados.

—Es que así descansabas mejor —dijo ella.

Yo suspiré, es imposible enfadarse con ella.

—Vuelve a la cama, ahora —me ordenó.

—Pues entonces tu te quedas también —dije más por mí que por ella, porque me trasmite tranquilidad.

Suspiró y me miró.

—Esta bien —acabó asintiendo y se desplazó hacia el otro lado de la cama.

Me puse a su lado y me dio la espalda mientras que yo me puse boca arriba mirando al techo, entonces me acorde de que no llevaba pantalones y me avergoncé de las cosas que se estaban pasando por mi cabeza.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —dijo ella girándose estaba vez hacia mi, viendo mi perfil.

—Te gusta mucho preguntar —objeté.

—Mucho —dijo ella con una sonrisa.

—Pregunta entonces.

—¿Cuánto mides? —eso si que no me lo esperaba.

La miré un momento y vi lo guapa que estaba recién levantada. ¡¿Y no tenia novio?! Hay que estar tarado.

—Uno noventa y ocho —dije y ella abrió los ojos como platos.

—Dios eres mas alto que mi padre —dijo ella.

Eso llamó mi atención.

—¿Cuánto mide tu padre?

—Uno noventa y tres, pero va bajando —dijo y me reí leve, note su mirada en mi perfil y la mire, nos quedamos un rato así, mirándonos a los ojos.

Estaba mujer es increíble.

—Tienes unos ojos preciosos —dijo ella.

—Gracias, a mi me encanta tu sonrisa —y era verdad tenia la sonrisa más bonita del mundo, ella me sonrió y lo hice por inercia, se rio y acabamos riéndonos como dos tontos.

—Voy a ver como va tu herida y preparo el desayuno, si tienes hambre claro.

—Si, tengo hambre...

—Y no te muevas de la cama —me regañó —, duerme.

Se fui al baño y vino agua oxigenada, se acerco a mi y me levantó un poco la camiseta y notar sus dedos en mi cuerpo hizo que se me erizara la piel.

—Tienes las manos frías —mentí para que no se notara el efecto que tenia en mi.

—Perdón —dijo aplicando el agua.

—No pidas perdón.

—Perdo... per... vale ya paro, pero es que me sale solo —dijo riéndose, mientras que yo la miraba con el ceño fruncido, pero acabé riéndome.

Me limpio la herida y se fui hacia la cocina, mientras que yo hice lo que me dijo, dormir.

The BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora