Capítulo 23

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Jacob

Cuando terminé de comer, lavé los platos y luego me fui sin decir nada.

Subí hasta el piso de Kristian y abrí la puerta. Y si, si tenia llaves, engañé a Dana para que me dejara las suyas.

—Jacob —saludó Laura tan alegre como siempre.

—Hola —respondí seco y ella frunció el ceño —, ¿donde está Kristian?

—En el cuarto —dijo ella aún con el ceño fruncido.

Fui hacia allí, cerré la puerta del cuarto y me volví hacia Kristian quien me miraba con el ceño fruncido.

—¿Qué ocurre? —preguntó Kristian.

—Mi padre es lo que ocurre —dije apretando la mandíbula.

—¿Qué ha pasado esta vez?

—¿Qué no? Su caso sigue abierto. ¡Todavía no lo han declarado culpable! —grité alterado.

Kristian se levantó y vino hasta quedarse a mi lado.

—Está mañana, cuando estaba en casa de Dana, me llamó, y me dijo que como hablara, que como testificara en su contra, mi hermana estaría en peligro. ¡Es su puta hija! ¡¿A quien cojones se le ocurre amenazar a su propia hija?! —dije ya fuera de mi.

Hace unos años, mi padre volvió borracho a casa, muy borracho, apenas ponía hablar, se balanceaba de un lado a otro. Mi madre se acercó a regañarle por llegar en estas circunstancias a casa y más con nosotros delante. Mi padre empezó a gritarla y yo me lleve a Lina a su habitación, mi hermana pequeña.

Ponte música, ¿vale? Ahora vuelvo —la dije dándole un beso en la frente.

Lina es esa entonces tenía quince y no quería que le pasara nada. A mi padre a veces se le va la cabeza y puede llegar a ser muy agresivo.

Bajé corriendo las escaleras de la casa y me encontré a mis padres discutiendo. A mi padre se le empezó a marcar la vena de la frente y fui corriendo hacia mi madre apartándola de él, no quiera que la tocara. Me juré que ni mi hermana ni mi madre iban a ser tocadas por mi padre mientras yo pudiera.

Intenté apartar a mi madre de mi padre, pero ella se zafó de mi agarre y de repente en toda la casa se escuchó un disparo. Me quede quieto, sin mover un músculo, tenso...

Mi madre estaba enfrente mía y de repente calló al suelo y entonces vi el disparo en el abdomen a mi madre. Me acerqué corriendo a ella intentando evitar que muera desangrada. Presioné la herida para evitar el sangrado.

¡¿Qué coño haces ahí quieto?! ¡Llama a una puta ambulancia! —le grité furioso.

—Déjala, se lo merece —dijo el pasando por nuestro lado.

—¿Qué se lo merece? ¡Aquí el único que se merece un disparo en la cabeza eres tú, imbecil! —le espete furioso, demasiado, la ira me nublaba la razón.

Mi padre vino hacia mi, y me dio un puñetazo en la cara, haciendo que mi nariz sangrara.

—¡A mi no me faltas al respeto, te recuerdo que soy tu padre!

—Una puta mierda de padre —dije por lo bajito —. ¡Eres un puto psicópata! ¡Acabas de matar a mamá! —grite con las lágrimas a flor de piel.

Mi padre me cogió del pelo y me estampó contra la encimera de la cocina clavándome algo en costado derecho. Me lleve la mano ahí notando algo húmedo mojando mi camiseta, me miré las manos y estaban llenas de sangre.

—Me da igual lo que me digas, es la puta verdad, eres un puto psicópata mal nacido —escupí cada palabra.

Mi padre paso de mi puta cara y fue a coger su móvil para luego llevárselo a la oreja.

—Si, ¿hola? ¿Emergencia? Han matado a mi mujer y mi hijo está herido, tenéis que venir rápido —dijo mi padre por teléfono y lo miré estupefacto.

—Serás cabrón —dije.

Mi padre colgó y se volvió hacia mi.

—A que él único carbón eres tú. Es cúchame bien, como me enteré que algún día dices algo, te coseré la puta boca con mis propias manos, ¿me has entendido? —dijo soltándome del cabello.

Lo miré con odio, ojalá se muriera algún día.

Por esa razón me hice policía para que personas como él se pudrieran en la cárcel. Algunos meses más tarde del suceso yo ya me había venido a vivir a casa de Kristian, ya que él era uno de mis compañeros de la secundaria junto con Jackson, éramos nosotros tres. Lo que le conté a Dana me lo inventé para no decirle la verdad, aunque en cierta parte si era cierto, Kristian me acogió en su casa cuando le conté lo sucedido.

—Joder, con perdón pero tu padre está como una puta cabra —dijo Kristian.

—Tranquilo, estoy de acuerdo —dije sentándome en la cama.

—¿Qué pasa con Lina? —preguntó Kristian.

—No se que haré con ella, quiero llevarla a algún lugar seguro —dije pasando mis manos por la cara frustrado.

—¿Por qué no la llevas con Dana? Ella la puede cuidar —dijo Kristian.

—¡No quiero que ella sepa nada de esto! —dije alterado.

—¿Por qué? 

—Porque entonces me mirará con pena y no quiero eso.

—Jacob no sabe si las otras han pasado por algo similar o peor, no sabes si va reaccionar así —dijo Kristian en un tono normal.

—Se lo comentaré ahora —dije suspirando.

—Vale, pero escúchame. Dana no se merece que la trates mal, cuando es un asunto sobre tu padre ya sabes como te pones y la rabia te puede, así que por favor no hagas nada estupido, porque Dana es una buena persona y ella es de las que no te perdonan fácilmente, así que por favor, ten cuidado con lo que haces —me aconsejó.

Asentí e intenté calmarme, me quede un par de horas más con ellos y jugando con Leo.

—¿Te vas a quedar a cenar? —me preguntó Laura.

—Si, pero me iré dentro de un rato —dije volviendo a soltar un suspiro.

Cuando fueron las seis baje del piso de Kristian y fui hacia el de Dana, llame a la puerta y me encontré con una Dana, preparada para hacer la práctica, pero en su rostro algo no me gustó y fue verla con el ceño fundido al verme. Se puso a un lado dándome paso y yo entre sin decir nada. Jack se encontraba dentro una vez que estuve dentro del piso.

—Por fin vienes —dijo e intenté calmarme.

—Llegó dos minutos tardes —dije rodando los ojos.

—Jack llegó hace doce minutos —dijo Dana detrás mía.

—Bueno vamos a empezar —dijo Jack levantándose del sofá e el que estaba sentado.


The BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora