Capítulo 30

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Dana

Hoy vuelvo a casa.

Estaba en el coche con las chicas de vuelta a Madrid.

En el camino de ida, les conté todo lo de Jacob que no le había contado, les enseñe fotos suyas en donde salimos los dos juntos en el parque de atracciones.

Las chicas siempre me dan consejos y me ayudan con los chicos sobre todo.

—Dana, recuerda que no tienes que ser tan dura con él. Seguro que él te abra preparado algo especial por lo que nos has contado sobre él —dijo Elena.

—Estoy de acuerdo. No le des muchas vueltas, deja que todo fluya y que pase lo que tenga que pasar —dijo Inés.

—Si os soy sincera, no se me ha quitado el beso que nos dimos en todo el viaje —dije jugando con mis dedos, mojando mis labios.

—Es normal cuando el chico que te gusta te haya besado así —dijo Inés.

—Si, hazle caso a ella porque yo no tengo idea de esas cosas —dijo Elena y nos reímos.

A lo largo de este viaje, las chicas me han ayudado a darme cuenta de que me gusta Jacob y puede que incluso me esté enamorando de él.

He intentado que en el viaje me distrajera un poco de todos esos sentimientos, hasta que llegaba la noche que era nuestro Momento Filosófico, y ahí no podía evitar hablar de él.

La verdad es que lo echaba bastante de menos no voy a mentir. Me gusta cuando me abraza, me siento protegida, como me cuida, y como me hace reír.

Las chicas decidieron volver por la tarde, no se porque razón la verdad, pero lo agradezco.

Eran las seis de la tarde cuando las chicas me dejaron en mi piso. Me despedí de ellas y fui a mi piso a ver a Lina. A ella también le había echado mucho de menos, es como mi hermana, la he cogido mucho cariño en muy poco tiempo y sinceramente espero que estuviera bien.

Metí las llaves de casa en la cerradura de mi puerta y al abrir la puerta el silencio me invadió.

Me metí dentro cerrando la puerta y fui hacia la habitación de Lina para saludarla.

Su puerta estaba abierta y estaba vacía no había nadie dentro.

Fruncí el ceño confusa, los nervios se estaban empezando a apoderar de mi cuerpo, me mantuve la calma por si acaso. Me asomé a su armario y lo abrí y estaba completamente vacío y mis nervios ya estaban en todo mi organismo.

—¡Lina! —grité por la casa sin una sola respuesta, sus cajones estaban vacíos.

Salí corriendo de mi piso y fue al de Kristian agobiada. Toqué la puerta impaciente por que abrieran.

¿Y si le había ocurrido algo? ¿Y si se la habían llevado?

La puerta se abrió y me metí a dentro nerviosa.

—Kristian, Lina no está. No estaba por ningún parte de la casa. No estaba en su habitación, no estaba en el baño —empecé diciendo hiperventilando, con las lágrimas amenazando por salir —. Sus cosas no están por ningún lado, ni en su armario, ni en el baño. Kristian hay que buscarla —dije llorando —. ¿Y si la han raptado? ¿Y si se la han llevado? O peor aún ¿y si la han matado? Hay que ir a por ella —dije llorando.

—Dana, quieres respirar —dijo sonriendo.

—¿Por qué narices sonríes? —dije limpiándome las lágrimas.

Kristian me giró y vi a Laura, Lina y Jacob intentando aguantar la risa.

—¿Eres tonta? ¡¿Por qué narices no me han dicho nada?! Ni si quiera una notita me has dejado. Me has preocupado —dije regañando a Lina.

The BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora