Capítulo 29: Piacimento.

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Los guardias que custodiaban la entrada de la mansión Vinsmoke eran hombres fuertes, entrenados en diferentes estilos de combate, preparados para todo tipo de amenaza. El asunto aquí, era que lo que se avecinaba, no era una amenaza, sino un par de problemas bien disimulados.

Un par de chicos pasaron jugando con resorteras, captando la atención de uno de los vigilantes.


        -Hey niños! Fuera de aquí, es propiedad privada-


        -La calle es pública- respondió Usopp.


        -Va a dispararme!- gritó Chopper escondiéndose detrás de uno de ellos.


        -Estás invadiendo y no me importa que seas un niño, voy a. . .- recibió una bala de pintura directo en la cara.


        -¡No puedes ocultarte de mí! Soy un maestro tirador profesional- alardeó.


Mientras el más pequeño corría entre los vigilantes, el otro disparaba diestramente diversos proyectiles que, aunque causaban bastante conmoción, no eran considerados ilegales, por lo que, en caso de ser atrapados por autoridades, no podrían ser acusados de nada grave y los soltarían después de un buen regaño.

Al quedar cegados, ninguno se percató de los múltiples intrusos que lograron colarse frente a sus narices.


                                                                 [....]


Había gritado por horas, llegando al punto de lastimar su voz. Los libreros que antes decoraban la habitación, se encontraban en pedazos, y su contenido regado por el suelo. El agotamiento y la frustración lo tenía destrozado. Por más que intentaba planear alguna forma de escapar, no tenía mente para nada.

Un estruendoso ruido debajo de su ventana logró sacarlo de su trance.


        -Carajo! Donde estan los demas?-


Esa voz era inconfundible, y el hecho de que hablara de estar perdido era una confirmación inmediata.


        -Zoro- dijo con un hilo de voz.


Se levantó para obtener confirmación visual, descartando la idea de que estaba alucinando, y ahí estaba, tan estupido y maravilloso como siempre. No podía gritar para llamar su atención, y no solo por la precaria condición de su garganta, sino que no sería el único escuchando. Lanzar un objeto parecía la mejor opción, pero tampoco debía ser muy escandaloso. Tomó la caja de cigarrillos y los lanzó uno por uno sin atinar en el blanco, ya que este no dejaba de moverse.


        -Marimo estupido, mira arriba- murmuró.


        -Qué haces ahí?- dijo Yonji con un par de barritas energéticas en la mano.


A pesar de ser quien más abiertamente demostraba preocupación por él, actualmente, no parecía buena idea dejarle ver quién estaba en el patio. Ya fuese para bien o para mal, el otro par apareció, evitando que tuviese que inventar una respuesta.

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