Capítulo 27: Disperato.

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Terminaba otro día de trabajo, que bien valía la pena, ya que al regresar a casa, era recibido con emoción y sin falta, por su cocinero favorito.

Al abrir la puerta esperando su amorosa bienvenida, fue recibido por un silencio total. Todo parecía en orden, pero la ausencia del rubio era clara prueba de que algo andaba mal.

En la puerta del refrigerador, sujetada con un imán, encontró una nota con la letra de Sanji.



"Son lo peor que me ha pasado en la vida.

  Olvídense de mí, no quiero volver a verlos.

   Sinceramente, Sanji Vinsmoke."



                                                                 [....]



Las grandes puertas de madera se cerraron detrás de ellos.


        -Lograron traerlo en una pieza, bien hecho- felicito Judge a sus otros hijos.


Ichiji se acomodo el cuello de la camisa -Solo fue cuestión de saber con qué amenazarlo-


        -Era venir sin dar pelea o quedarnos todos juntos a esperar a su amiguito especial- agregó Niji.


        -Perfecto. Llevenlo a su habitación-


Sanji se soltó del agarre dirigiéndose hacia Judge -¿Qué demonios quieres de mi maldito anciano?! No hay nada que. . .!- un golpe en el estómago lo dejó sin aliento para seguir hablando, trayendo viejos y dolorosos recuerdos.

Judge lo tomó del cuello, levantandolo lo suficiente para que sus pies no pudieran tocar el suelo.


        -El uso que yo te de, no es de tu incumbencia ni es discutible. Y si vuelves a faltarme al respeto, me veré obligado a recordarte quién manda aquí-


Sin una pizca de miedo, viéndolo directo a los ojos, Sanji le escupió en la cara, logrando que este se molestara aún más y lo lanzara contra la fuente que adornaba el jardín.

Sus hermanos solo veían la escena incrédulos de lo que acababa de pasar.


        -¿Qué esperan, idiotas? Llevenselo!-


Tomaron a su, apenas consciente, hermano y lo sacaron de ahí.

Sanji despertó en el que por tantos años había sido su dormitorio. Todo su cuerpo dolía, pero no era nada comparado a como se sentía anímicamente. Observo el lugar en busca de una forma de escapar, y lo que encontró solo empeoro la situación.

La puerta era de un metal exageradamente grueso, con una ventanilla por la cual podía ver hacia fuera. Las ventanas tenían rejas, también metálicas. Probó dando algunas patadas para ver que tan bien puestas estaban, maldiciendo el buen trabajo de quien las hubiese colocado. Estas modificaciones explicaban la tardanza al ir por él.


        -Parece que ya despertó- escuchó una voz familiar al otro lado de la pared.


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