Capítulo 30: Tostamente.

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Le costaba trabajo abrir los ojos, todo era muy blanco y la luz del sol se reflejaba en las paredes dando la impresión de que estas brillaban. No sabía dónde estaba, ni cómo había llegado ahí, su cuerpo se sentía adormilado.

Una enfermera entró a la habitación, al notar la dificultad del rubio para abrir los ojos, acudió a ayudarlo.


        -¿Te molesta la luz? No te preocupes querido, lo arreglaré en un segundo- se dispuso a cerrar la ventana, pero algo la detuvo.


        -Muchacho testarudo, te dije que te quedaras en tu cama!- regañaba a alguien.


        -Y yo le dije que no me voy a separar de su lado!- respondió una voz que le hizo sentir mariposas en el estómago.


Giró la cabeza en dirección del alboroto y se encontró con una escena que le hizo olvidar la molesta iluminación. Un joven bien parecido de tez morena y ojos verdes. Su cabeza estaba cubierta por vendas, al igual que su torso y uno de sus ojos.

Sus miradas se encontraron.


        -Sanji!- gritó el joven, acercándose este con una urgencia sorprendente. La enfermera corrió a traer al doctor al ver como su frecuencia cardiaca aumentaba.


        -Zoro. . .- un enorme y cálido abrazo lo envolvió.


Sintio lagrimas caer en su espalda -Maldito, desgraciado, demente- sollozaba el espadachin -No vuelvas a hacer una locura como esa-

Verlo, de todas las personas, llorar como un niño pequeño, logró despertarlo por completo. Devolvió el abrazo y se hundió en su cuello.


        -Estoy bien, no tienes que preocuparte por mi, ya pasó-


        -No preocuparme?!- se separó tomando su rostro entre sus manos -Voy a esconder todos los cuchillos de la cocina!-


        -Zoro-


        -Solo usaremos desechables!-


        -Zoro-


        -Vas a escribir con crayolas!-


        -Marimo!-


Zoro dejó de hablar a toda velocidad y le prestó atención.


        -Gracias por amarme tanto- esta vez fue el quien tomo el rostro del otro para besarlo, limpiando sus lágrimas -Y perdón por meterte en tantos problemas-


        -Por ti iría y volvería del infierno-


        -Creo que ya lo hiciste- frotó su nariz con cariño.


        -Sanji!- chillaron sus nakamas desde la puerta.

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