Aquellos chicos son asechados aún por el pasado traumatico que vivieron a una corta edad.
Advertencia:
Esta es una historia de como los personajes tratan de continuar con sus vidas después de haber sido secuestrados por el raptor, cabe recalcar que...
El día comenzaba de manera tranquila para muchos, ese Sábado el grupo de 4 chicos no saldría... Estaba todo confuso, entre un Vance queriendo borrar el pasado y un Robin decepcionado. Bruce no tenía idea de cómo llegó a su casa, tampoco recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior pero si distinguía entre vagos recuerdos que besó unos fríos labios y le había gustado. Finney estaba acostado en las piernas de su hermana siendo mimado y consolado.
La señora Arellano no podía explicarse cómo es que su hijo apareció casi a las 4 de la mañana en su casa y con los ojos hinchados, conocía tan bien a su pequeño como para saber que había discutido con su mejor amigo, pero no iba a reprocharle nada pues conocía el carácter que su hijo poseía. Lo mejor era darle su espacio.
-Vance, necesito hablar con alguien-.habló el moreno mediante el teléfono de su casa-. ¿Salimos al arcade? o miedo nenita.
-No soy ninguna nenita, a las 6 en punto, no te atrevas a faltar Arellano-. Le respondió sorprendentemente tranquilo.
Las horas parecieron pasar más rápido. Ambos jóvenes iban camino al arcade, nunca habían convivido tanto tiempo sin pelear por lo que resultó algo gratificante pues aunque no pareciece era algo tedioso estar discutiendo por todo y a la vez por nada. No solían pasar tiempo juntos pues la mayoría de veces estaban con Bruce y Finney, era irónico como se estaban divirtiendo tanto, definitivamente eso tenía que repetirse.
-Y dime Arellano, ¿de qué querías hablar?-. Le preguntó, concentrado en romper el récord del juego en el que estaba.
-Vayamos a otro lugar, es un poco incómodo aquí-. El rubio frunció el ceño y acabó el juego.
-Vale, espero sea importante porque por una estupides no he arruinado la oportunidad de romper mi récord-. Le advirtió.
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Salieron del Arcade sin rumbo alguno, terminaron por estar en el parque, estaba más solo que de costumbre así que se sentaron en una de las tantas bancas, por un momento sintieron algo de paz. La brisa que corría esa noche era fuerte, sus cabellos se alborotaban y ellos solo reían. Tal vez no era tan necesaria la compañía de Finney o Bruce para estar en paz.
Demonios, ¿a quién quieren engañar?.
-Me gusta Finney-. Habló.
-Ah, que bueno que ya lo admites-. El moreno sorprendido se acomodó el cabello-. Se notaba demasiado, además siempre supe que esa bandana tuya era muy gay.
-Hey, con mi bandana no te metas rubiales!-. El rubio rió por el sonrojo que Robin tenía-. Mira no sé cómo, ni por qué, pero no puedo negar lo que siento y creo que es mejor afrontarlo.
