— Al final, ¿qué hiciste con tu admiradora secreta? — la judía preguntó un tanto divertida recordando el momento de pánico que había tenido Brittany cuando se enteró que el chico que pensaba ligarse en realidad era una chica.
— Eres muy divertido, no tienes idea. — respondió la rubia notando rápidamente el tono sarcástico y burlesco que usó su amiga. — Nada, no volví a hablarle. De hecho, voy a bloquearla ahora mismo. Gracias por recordármelo. — su aula se encontraba a unos cuantos metros de ellos así que antes de ingresar sacó su teléfono del bolsillo y tecleó hasta encontrar el contacto de aquella niña.
— ¡Espera! — Brittany se asustó un poco gracias al tono de voz de la contraria. — ¿No te da algo de curiosidad saber quién es? — la más alta negó segura. — ¿No quisieras saber cómo es que consiguió tu número? Vamos, Brittany. Podríamos divertirnos un rato con ella. — al parecer la idea de no investigar de quién se trataba aquella chica cambió en los pensamientos de la rubia tan pronto como Rachel le propuso tal cosa.
— ¿No crees que deberíamos dejarlo ahí? — solo quería estar segura de que su amiga no la dejaría sola en esto. — Quién sabe y solo se confundió de número. — se encogió de hombros restándole importancia.
— Pues hay que averiguarlo, ¿no? — el ojimiel sonrió convencido y se adentró al aula cuando el timbre de ingreso sonó casi espantando a toda la comunidad estudiantil.
El mayor solo guardó su teléfono en la mochila.
[.]
— Sam, bebé. — llamó la rubia intentando captar la atención de su novio. — Hey, siquiera voltéame a ver. — Brittany se sentía algo triste porque sabía que no la perdonaría así de fácil, así que solo restaba implorarle unas mil veces más.
El rubio continuaba hablando con sus amigos normalmente mientras que estos solo podían observar a la pobre muchacha suplicando porque la ojiverde le prestara algo de atención. Se notaba en las miradas de todas ahí que sentían algo de lástima por ella.
— Bien, de acuerdo. Siento mucho interrumpirlos, discúlpenme. — relamió sus labios y peinó su cabello hacia atrás para seguidamente retirarse de ese lugar. Un suspiro salió de sus labios y recordó la rosa que traía en sus manos. — ¿Qué hago ahora con esto? — se preguntó en un pequeño susurro.
No pensó que alguien lo estaría escuchando.
— ¡Hey! no te ves muy alegre, ¿puedo preguntar qué sucedió? Estoy muy segura que cualquier cosa que te haya pasado no merece que estés así, anímate. ¡Mira! tienes una hermosa rosa, me gusta. — aquella pequeña se veía realmente feliz, ¿de dónde sacaba tanta energía?
— Uhm, hola. No, no puedes saber qué me pasa. Sí, tengo una rosa. Adiós. — Brittany se sentía perturbada, solo quería desaparecer de ahí. Esa niña solo lograba que se intranquilizara.
— Oye, no te alteres. — respondió la menor. — Solo me dio curiosidad, nada más. — se encogió de hombros y tomó en sus pequeños puños las mangas de su camisa de cuadros.
— Bien, no me interesa. — intentó continuar con su camino, pero nuevamente esa niña la detuvo, se estaba comenzando a molestar.
— No creí que eras así, pensé que eras diferente. — comentó con la cabeza ladeada. No imaginó que en realidad el amor de su vida era una completa cretina.
— Disculpa, ¿cuál es tu nombre? — preguntó la mayor. Estaba a punto de mandar al demonio a aquella niña, ¿quién se creía que era para hablar de ella como si la conociera? ¡Y para el colmo se lo decía de frente!
— Uhm, Santana López. — respondió sonrojada. Quería decir algo más porque notó como Brittanyse enfureció, deseaba con todo su corazón que no tuviera una mala impresión de ella la primera vez, pero no pudo porque la interrumpió cuando sus labios de abrieron para comenzar a hablar.
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