Capítulo Quince.

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- Eres lo más cursi que jamás he visto. - declaró la judía mientras regaba las rosas del patio en la casa de su mejor amiga.

Brittany estaba del otro lado de los pequeños arbustos acomodando una mesita de madera fina y extremadamente barnizada casi en el centro del amplio jardín. Rosas de muchos colores lo rodeaban y una bonita fuente se acomodaba en el medio. Luces diminutas pero abundantes caían en cascadas de un extremo a otro siendo sostenidas por los árboles más grandes. Todo estaba quedando perfectamente hermoso, desde la iluminación hasta el completo decorado con el que quedó satisfecho.

- Ya sabes lo que hace el amor. - dijo con una sonrisa burlesca en su rostro. Rachel no podía verla, así que se dio el lujo de ser sarcástica sin que la contraria se enterara de ello.

Rachel rio y le tiró un poco de agua con la manguera. Lamentablemente para la judia sólo le cayeron gotitas pequeñas en su cabello.

- Me alegra saber que te estás dando una nueva oportunidad en el amor. - confesó mientras terminaba de regar las últimas rosas. - Santana es alguien increíble, merece ser amada como la ser maravillosa que es. - dijo con una sonrisa ladina.

Era imposible para ella no expresarse de Santana y que el amor que siente por ell se saliera hasta por los poros. Sus ojos brillaban en exceso de tan solo mencionar su nombre. Estaba muy enamorada de aquella cosita preciosa, lo tenía comiendo de su mano y se quedaría así por siempre si tan solo ella hubiese tenido la misma suerte que su mejor amiga. Jamás había deseado tanto ser alguien diferente. Era toda una tonta por ella.

- Sí, sí. - la rubia estaba harta de escuchar la forma melosa en la que la judía se expresaba de su cita. Entendía que estaba enamorada de la chica, se lo había dicho mil veces y con cada comentario que lanzaba lo reafirmaba cada vez más, pero Santana la eligió a ella, sólo a ella, ¿por qué simplemente no lo entendía y dejaba de insistir con la pequeña? Ella era de quien la menor estaba enamorada.

Rachel rio y negó divertida. Terminó con su trabajo y guardo todas las herramientas que ocupó para tener el jardín perfecto para la cita del rubio con el niño de sus sueños. Sonaba triste y en verdad lo era. Lo único bueno de todo aquello era que los protagonistas eran felices, y al ser personas importantes para ella, era todo lo que necesitaba para estar tranquila.

Brittany culminó con el arreglo de la mesa y decidió que era hora de encender las luces. El sol estaba en pleno ocaso y seguramente la vista sería maravillosa. Caminó hasta el interruptor y encendió las lucecitas. Se veía increíblemente iluminado y el contraste con las hojas verdes de los árboles le fascinaba. El reflejo en la manta blanca que cubría la mesa en el centro del jardín lo dejó sin palabras. Cada pequeño detalle le estaba encantando demasiado, su esfuerzo había valido la pena. Ahora solo faltaba la presencia de aquel que inspiró todo aquello, era lo único para que todo estuviera perfecto.

Rachel observó todo a su alrededor y sonrió orgullosa. La rubia se veía muy entusiasmada. Ella solo estaba feliz de por fin ver a Brittany realmente enamorada.

[.]

La rubia estaba intranquila cuando en el reloj de pared dieron las seis de la tarde en punto. Faltaba sólo una hora para que la pequeña llegara. Habló con ella por mensajes y le pidió que por favor lo dejar ir sóla porque no aceptó que fuera a recogerla. Para la mayor no era ninguna molestia como suponía que la menor creía, pero ahí estaba, ya preparada para la cita y ansiosa hasta la mierda.

Luego de un tiempo la hora acordada indicó en el reloj y comenzó a sentir incomodidades en su estómago, sin embargo, no le dio la más mínima importancia porque seguramente se trataba de los típicos nervios antes de verte con un amigo. Sí, eso le sucedía con Rachel cuando comenzaron su amistad así que era lo más probable.

No, soy lesbiana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora