Capítulo Diecinueve.

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Brittany esperó impaciente en las gradas que se encontraban detrás de los baños de la escuela

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Brittany esperó impaciente en las gradas que se encontraban detrás de los baños de la escuela. Era un lugar bastante oculto de todo porque sólo lo usaba el personal de limpieza para recoger productos necesarios, y como ya estaban a nada de salir, decidió que sería el lugar indicado para esperar a Santana. Incluso compró bombones de chocolate blanco porque sabía que eran los favoritos de Santana.

Se colocó mejor para quedar apoyado cómodamente en la baranda y suspiró mientras jugaba con los bombones entre sus dedos. Pensó en cómo no pudo resistir el querer ver a la menor tan pronto como pudiera, porque hasta se faltó a su última clase. No podía esperar a que esta terminara para salir de esa aula asfixiante y tener a Santana entre sus brazos, algo desesperada, pero muy cierto.

Sacó su teléfono de su bolsillo trasero y fue directamente hasta el sector de los mensajes en donde se encontró con la bandeja de Santana y la que siguiente era la de Rachel. A esta última le había enviado más de tres mil mensajes durante todo el tiempo que pasó después de la discusión que tuvieron en su casa. Intentó hablarle en la escuela e incluso pensó que esta se sentaría a su lado como siempre lo había hecho en cada clase, pero simplemente no ocurrió. Rachel ni siquiera le dirigía la mirada, mucho menos la palabra. Era como si ella no existiera, y lo entendía, porque sabía que era exactamente lo que se merecía por haber hecho lo que hizo. Aun así, no dejaba de hacerle saber lo miserable que su vida se estaba volviendo sin ella, y por eso decidió contarle lo que pasaba en cada segundo de su diario vivir como si nunca hubiesen dejado de hablarse. Le habló acerca de lo arrepentida que estaba y también de cómo al parecer el destino se estaba encargando de que pagará de la peor manera que, en ese momento, era haberse enamorado de la persona por la que jamás creyó que lo haría.

Brittany suspiró y abrió la bandeja de mensajes que tenía con Santana después de un momento. Rió levemente cuando vio el corazón verde a lado del nombre de la menor. En una de esas noches de insomnio decidió editar su nombre y añadirle ese emoji. Era un completo cursi, definitivamente.

Tecleó rápidamente un mensaje para ella y mordió su labio inferior para intentar ocultar la gran sonrisa que amenazaba con escaparse.

"Te espero en las escaleras detrás del baño, bebé."

"Compré algunos bombones."

"Sé que son tus favoritos."

"Y me falté a la última clase porque no podía aguantar el no verte."

"Te amo."

Terminó de escribir los mensajes y guardó su teléfono en donde anteriormente estaba.

Esperó por al menos una hora y media hasta que Santana llegó hasta ella con una sonrisa gigantesca en su bonito rostro.

Estaba realmente perdido por ella.

— ¡Mi amor! — chilló y extendió sus bracitos para enredarlos en el cuello de la contraria.

No, soy lesbiana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora