Capítulo Once.

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Santana gimió una vez más en los labios de su princesa. Con cada toque podía sentir el inmenso amor que por supuesto la contraria intentaba hacerle notar. Las grandes manos de Brittany fueron a parar a la estrecha cintura de la pequeña y decidieron que ese sería su lugar favorito para siempre. Masajeó con dulzura la zona queriendo escuchar más de aquellos exquisitos sonidos que la boquita de cereza de la menor encima suyo lanzaba de vez en cuando. Maldita sea, estaba totalmente dispuesta a hacer lo que sea con tal de no desaprovechar la gran oportunidad de reclamarla como suya de una vez por todas.

— Tú... — jadeó la mayor en un intento de cuestionamiento. No pudo, realmente no. Sus labios estaban tan deseosos del otro que de ninguna manera podía alejarse.

Santana sabía tan jodidamente dulce.

— ¿Sí? — susurró la pequeña cuando se separó de los labios de la contraria soltando pequeños jadeos gracias a la falta de aire. Juntó sus frentes y se dedicó a acariciar con cuidado los rizos de la parte del cuello de la mayor.

Brittany sonrió como una tonta . Nunca creyó que pensaría de Santana las cosas que en ese momento se le venían a la cabeza. Era tan confusa, aunque la realidad era como un balde lleno agua congelada.

— Te deseo. — soltó sin más. Sus manos no dejaban de acariciar el cuerpo encima suyo, tampoco quería porque era demasiado suave y de alguna manera se sentía en casa.

Los ojitos de la pequeño se ampliaron en sorpresa y sus mejillas se tornaron más rojas de lo que ya estaban. Sus manos se alejaron del cuello de su princesa y fueron a parar a su regazo. Se había dejado llevar por el momento, estaba muy seguro que después se sentiría avergonzado de todo lo sucedido. Aunque, en algún momento llegó a pensar en la posibilidad de entregarse, la idea aún le aterraba un poco. No podía creer que todo eso le estuviese pasando a ella.

Era un completo sueño que estaba a nada de hacerse realidad.

Brittany dudó cuando observó la reacción de la menor. Estaba un tanto molesta por su actitud. ¿Cuántas personas ya habían pasado por ese cuerpo que tenía miedo de que una más lo haga? Sabía perfectamente que Santana no era una niña inexperimentada, se notaba desde lejos y por esa razón se le hacía extraño que rechazara su propuesta.

— Yo también. — respondió sorprendiendo a la rubia.

Bueno, por lo menos admitió que sí estaba dispuesto a que la follara. No podía esperar más para de una vez acabar con eso. Estaba mil porciento seguro que después de lo que ocurriría en ese momento la pequeña estaría más que ilusionada con ella. Quería que el tormento se fuera para ya no tener que pasar por una situación así una vez más.

— Me alegra tanto oír eso, bebé. — musitó sobre los labios de la contraria mientras acariciaba una de sus mejillas. No podía controlar las palabras que salían de su boca, suponía que se debían al momento.

Santana soltó una adorable risita y depositó un pequeño beso en la punta de la nariz de Brittany.

Era demasiado.

Debían acabar con eso de una vez por todas.

— Me gustas mucho. — declaró el menor sorprendiéndolo una vez más.

La rubia quiso reírse en ese momento, qué patética podía llegar a ser alguien por una simple follada. No quería negar que el cuerpo de la menor era una completa maravilla, pero claramente no lo incluía en la lista de personas que quisiera tener debajo suyo.

— ¿Puedo? — ignoró la confesión de la pequeña y tomó con cuidado las orillas de la gran camiseta que traía puesta.

Santana solo asintió y levantó sus delgados bracitos para darle el paso a lo que Brittany deseaba.

No, soy lesbiana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora