Capítulo Ocho.

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— ¿Crees que no me di cuenta de lo que hiciste allá adentro? — el tono burlesco que utilizó Rachel hizo rodar los ojos a su amiga.

— No hice nada. — tomó su mochila y la colocó sobre su hombro mientras caminaba hasta el estacionamiento de la escuela.

— Sí, y yo creeré eso sólo porque lo dices tú. — rio la judía. — Si te gusta dímelo de frente. — se encogió de hombros. La respuesta que sea que diera su amiga ella la respetaría. — Santana me atrae demasiado, creo que no es necesario que te lo diga. — sonrió y observó las expresiones de Brittany. — Quiero saber si puedo avanzar con ella. — dijo casi en un susurro temerosa.

— No sé qué es lo que pasa conmigo. — confesó sorprendiendo a la judía. — Pero de algo estoy muy segura y es que no quiero que alguien se le acerque. — aseguró con una mirada fría a los ojos de la contraria. — No me gusta que le coquetees. — relamió sus labios y colocó sus cabello hacia atrás. — Y tampoco me gusta que la toques. — lo miró una vez más haciéndole sentir temor de incluso realizar cualquier movimiento.

— Creo que quieres decir que te gusta. — comentó con los ojos entrecerrados.

Brittany rodó los ojos y avanzó hasta su auto. Subió al asiento del conductor y esperó por su amiga a que también hiciera lo mismo.

— Sí, me gusta. — declaró y un inmenso silencio se apoderó de ellos.

Una buena actriz hacía bien su trabajo hasta que se lo terminara creyendo.

[.]

— Creo que le gustas a Rachel . — la rubia hizo cosquillas a la menor mientras estos se revolcaban en su cama.

— ¡Claro que no! — chilló la pequeña intentando recuperar la respiración. — ¡Basta! — pidió casi con su último aliento.

Quinn decidió terminar con la tortura y quedó sentada a la orilla de la cama.

— Ven. — pidió señalando el espacio vacío a su lado.

Santana se levantó y ajustó sus pantalones para que este quedara perfectamente liso sobre sus muslos.

— Esa cintura vuelve loca a Rachel. — rio observando lo delgada que la pelinegra era. — Jamás había visto a alguien babearse tanto por ti, fue increíble. — sonrió recordando el momento. — Además, Brittany cortó la escena. — elevó la cejas de forma divertida. — Te diste cuenta de eso, ¿no? — observó las mejillas rojas de Santana y entendió que sí.

— Sí. — susurró recordándolo todo a la perfección.

— Tienes a los mejores amigas más calientes de toda la escuela enamoradas de ti. — recalcó mientras acomodaba sus lentes sobre el puente de su nariz. — Quién pudiera. — jadeó decepcionada mientras abrazaba una almohada.

— ¿De qué chicos calientes hablas tú? — preguntó Blaine, quien entraba a la habitación con vasos de refresco y algunas botanas.

Quinn abrió los ojos a más no poder y Santana soltó una risita.

— Nadie. Son las pretendientes de Santana, mi amor. — le restó importancia. — ¿Te ayudo? — se ofreció y sin esperar respuesta tomó en sus brazos los trastes llenos de botanas.

Blaine la observó con sospecha, pero sin embargo rio. No podía enojarse con el amor de su vida, aunque a veces era un tanto inevitable.

— ¿Quiénes son tus pretendientes? — preguntó su primo.

—Rachel Berry y Brittany Pierce. — respondió Quinn emocionada.

— Pero te gusta Brittany, ¿no? — volvió a dirigirse a Santana.

No, soy lesbiana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora