— Rachel, escúchame por favor. — intentó avanzar hasta donde la judía estaba, pero este no la dejó. Su amiga se alejó mientras negaba y repudiaba la actitud del rubio en su mente.
Rachel estaba realmente sorprendida de todo lo que escuchó salir de la boca de su compañera hace un momento atrás. Deseaba poder verdaderamente golpearla hasta dejarlo tirada gritando de dolor. Aun así no sería ni la cuarta parte del dolor que seguramente sentiría Santana cuando llegara a enterarse del increíble nivel de estupidez que Brittany se cargaba consigo.
— No te voy a escuchar una mierda, Brittany. — dijo entre dientes. Sus puños en ningún momento dejaron de presionar con fuerza y sus ojos sólo le demostraban a la contraria cuánta decepción cargaban. — Eres una completa basura. — lanzó con odio. — Creí que te conocía. — rio sarcástica. — Jamás me hubiera imaginado que terminarías siendo así de repudiable. — negó y avanzó unos cuantos pasos para irse de ahí. En cualquier momento terminaría golpeándola de verdad y no estaba segura si estaban en el lugar correcto para comportarse de esa manera.
— Sam me lo pidió. — comenzó a explicar cuando notó que la judía estaba por marcharse. — Él ha sufrido muchísimo por culpa de Santana. Ella no es la persona que crees que es. — confesó desesperada.
— ¿Ah sí? —Rachel frunció el ceño y se permitió seguir escuchando lo que la rubia tenía que decir. Seguramente le daría excusas de mierda, era lo más probable. — ¿Cómo es verdaderamente Santana entonces? — preguntó con los brazos cruzados luciendo falsamente interesada.
— Obligó al hermano de Sam a usar cosas con las que él no se sentía cómodo. Ya sabes, las típicas faldas cortas y maquillaje ostentoso. Su padre le pidió que fuera como antes porque no estaban acostumbrados a eso. — relamió sus labios pensando en lo que diría después. — Kurt se negó y se ganó una buena paliza. Entonces su madre lo defendió y tomaron la decisión de abandonar a Sam y a su padre. —tragó en seco atento a las reacciones de su amigo. — No se preguntaron si Sam estaría bien, lo dejaron solo. — justificó creyéndoselo de verdad. — Él amaba a su madre y se la arrebataron como si nunca hubiera existido. — para ese entonces sus ojos estaban inyectados en sangre, pero no por la situación que la familia de Sam pasó, sino porque fue en ese preciso momento que entendió lo estúpido del plan que había armado con el rubio.
¿En qué estaba pensando?, ¿por qué aceptó hacer tal cosa? Maldita sea, se había convertido en la imbécil más grande de toda la historia.
— No dejas de ser una imbécil. — escupió Rachel. — ¡Abre los ojos, maldición! — gritó con todas sus fuerzas sin dejar de observar el notorio arrepentimiento en su amiga. — Ese idiota sólo quiere usarte porque sabe que eres una estúpida. — la señaló con el dedo índice. — ¿En serio te creíste el cuento de que formalizarían su relación después de esto? — rio y negó quitándole los ojos de encima. — Porque eres tan obvia y patética que seguramente fue eso lo que te propuso, ¿o acaso estoy equivocada? — el silencio por parte de la rubia le confirmó aquella pregunta. — Está lleno de odio, Brittany. Él es una mala persona y lo único para lo que le sirves es para que te ensucies las manos por él y que quedes como la más grande canalla frente a todos. — negó decepcionada. — Ahora aléjate de la puerta si no quieres que me olvide de que eres mi amiga. — advirtió con ojos llenos de rabia.
Brittany se quitó de donde estaba y Rachel pudo avanzar hasta la salida.
— Ah, una cosa más. — dijo antes de salir por completo de allí. — Si no le dices a Santana de esto lo más pronto posible, créeme que lo haré yo misma. — lanzó para finalmente salir de la habitación dejando a su mejor amiga sola.
Brittany se permitió sentirse vulnerable frente a Lord, su gatito, y lloró todo lo que su corazón le permitió. Estaba totalmente asustada y arrepentida de haber accionado como lo hizo. Maldecía la hora en la que aceptó convertirse en la imbécil más grande todos.
Pero lo había hecho por amor, aunque no justificaba absolutamente nada.
[.]
Cuando Santana llegó a su casa se encontró con Quinn y Blaine viendo una película en la sala. Bueno, en realidad era su primo el que estaba atenta a las imágenes en el televisor mientras que la ojiverde lanzaba ronquidos delicados y se acurrucaba con su sábana celeste pastel en el hombro de su novio.
— ¡Hola! — chilló la pequeña haciendo que las dos se sobresaltaran. Incluso el traste que Blaine tenía en su regazo cayó al suelo derramando todas sus papitas fritas mezcladas con uvas pasas.
La menor rio suave y dejó su pequeña mochila colgada en el gancho cerca de la puerta.
— ¿Qué mierda te ocurre? — preguntó un tanto molesto y todavía asustado. Blaine tomó a su novia en sus brazos e intentó tranquilizarla. — La asustaste, idiota. — dijo preocupada ya que Quinn continuaba temblando un poco.
— Ajá. — graznó la menor.
Entrecerró sus ojos y observó a la rubia acurrucarse más en el hombro descubierto de su primo. La conocía perfectamente. Era una obsesionada por los mimos.
— ¿Brittany te trajo? — intervino su mejor amiga cuando estuvo relajada.
Santana asintió y se sentó en medio de la pareja. Acomodó su suéter y seguidamente se mordió el labio inferior recordando todo lo sucedido hace unas horas atrás.
— ¡Me pidió ser su novia! — chilló. No podía contener su felicidad.
Quinn abrió la boca totalmente sorprendida con aquella confesión. No se lo esperaba, pero sí que se alegraba por tal noticia.
— ¿Qué? — cuestionó Blaine con el ceño fruncido. — ¿Brittany, Brittany? — no estaba seguro de haber escuchado bien la primera vez. — ¿Brittany la de la escuela? — volvió a interrogar. — ¿Brittany? — continuó sin poder creerlo.
-Sí! — contestó Quinn ya harta de su pareja. — No lo puedo creer. — chilló emocionada volviendo su atención total a la pequeña.
Blaine frunció el ceño, pero después se encogió de hombros dispuesto a escuchar a su primita.
— Todo fue tan maravillosamente romántico. — suspiró apoyando su cabeza en el espaldar del sofá. — Preparó todo por ella mismo. — indicó sonrojada. — Su mamá me lo confesó. Dijo que jamás se había esforzado tanto por sorprender a alguien y que le alegraba que fuera yo. — su corazón comenzó a latir rápidamente al recodar cada pequeño detalle. — Comenzó con palabras demasiado lindas y luego lanzó la pregunta que por tanto tiempo había estado esperando. — recargó su cabeza en el hombro de su primo cuando se cansó de la anterior posición. — Y le dije que sí. — susurró. Había sonado con el tonto más enamorado en el mundo entero.
Blaine sonrió y levantó su mentón para dejar un besito corto en la sien de su prima. Se sentía como un orgulloso de dejar crecer a su pequeña pedacito de ser humano. Seguramente sus padres también lo estarían, pero no era momento para traer ese vacío a su corazón.
— Te ves demasiado enamorada y feliz. — dijo Quinn con una enorme sonrisa. — Te adoro tanto. — confesó y atrajo a la menor entre sus brazos.
— Te amamos, Sanny. — dijo su primo jugando con su suave cabello.
— Pregunta importante. — interrumpió la rubia de repente. — ¿Se porto bien en tu primera vez? — interrogó con su mano hecha puño debajo de su mentón. — Es algo que me carcome el cerebro desde que me dijiste que tuvieron relaciones. — dijo en un intento de que el pequeño se sintiera en confianza al hablarles de algo tan íntimo.
Blaine las observó a ambas y pudo notar cierto temor en los ojos de Santana.
— No te preocupes. — le restó importancia. Sabía que su prima se estaba preguntando qué le diría después de enterarse que ya no era tan inocente. — Lo sé todo. — dijo asustándolo un poco. — No es cierto, solo lo necesario. — rio bajito.
Santana suspiró aliviada y respondió con un asentimiento algo avergonzada. No era capaz de confesar que en realidad le había gustado mucho. Claro, ni siquiera sabía cómo tenía que sentirse porque fue su primera vez, pero para ella fue perfecta.
Tener su primera experiencia sexual con el amor de su vida era todo lo que podía pedir, porque Brittany jamás la decepcionaba.
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