Capítulo Final.

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— Lo siento, de verdad. — susurró Santana luego de por fin hacer descansar a sus ojitos de tanto llorar.

Blaine negó rápidamente y Quinn se lanzó a abrazarla de nuevo.

— No digas eso, bebé. — murmuró la rubia. — Estamos aquí para ti siempre que lo necesites, nunca será diferente. — afirmó mientras acariciaba su suave cabello.

— Es que esto fue tan inesperado y me siento muy culpable por las consecuencias que tiene para ustedes porque no lo merecen. No quiero que se pierdan de su fiesta de graduación por mi culpa, las amo demasiado como para hacerles algo así. Quiero que vayan, por favor. — pidió con una sonrisa ladina. — ¡Miren lo hermosa y guapo que están! — dijo olvidándose de todo por un momento para apreciar a la pareja maravillosa que tenía en frente. — No puedo estar más feliz de tener a personas como ustedes en mi vida. — comentó sincero acariciando las manos de ambos. — Son la pareja más perfecta que existe, así que por nada del mundo deben de faltarse. — demandó sintiéndose genuinamente contenta por ellos.

Quinn observó a su novio y este sonrió como siempre que compartían algún tipo de contacto.

— Creo que no sería adecuado dejarte aquí sola en un momento como este. — dijo Quinn apretando un poco más el agarre de la menor. — En realidad no nos importa que sea nuestra fiesta de último año. — se encogió de hombros restándole importancia con una sonrisa. — No importa porque nuestro único objetivo era estar juntos. — finalizó intentado animar a su mejor amiga.

Santana no podía creer lo increíbles que su mejor amiga y su primo eran. Ellos estuvieron ahí cuando su corazón comenzó con aquella estúpida ilusión de tener algo con la chica de sus sueños, estuvieron ahí también cuando logró captar la atención de aquella persona que para ella era inalcanzable y sobre todo un amor completamente imposible, y ahora estaban ahí de igual manera para ayudar a reparar un poco lo que quedaba de su corazón.

— Prométanme por favor que van a ir. — comentó firme mientras se quitaba alguna de las lágrimas que todavía caían de vez en cuando. — Necesito que lo hagan para no sentirme tan culpable. — colocó una sonrisa verdadera en su rostro y se levantó arreglando su vestuario que estaba un tanto arrugado.

Blaine hizo lo mismo enseguida y Quinn se les quedó viendo desde su lugar.

— ¿Qué es lo que harás? — preguntó su primo de brazos cruzados y ceño fruncido.

Conocía a su primo, y tal vez le asustaba las medidas que planeaba tomar en su ausencia.

Santana negó con esa sonrisa intacta en su rostro.

No estaba feliz, solo quería que dejaran de preocuparse por ella porque no lo merecían.

— Voy a relajarme un poco y trataré de descansar. — dijo sin importancia mientras comenzaba a desvestirse. — Estaré desnuda pronto así que es mejor que no vean el espectáculo. — rio desabrochándose el saco que tenía puesto.

Quinn rio enseguida y le guiñó un ojo. Tomó la mano de su novio y besó el dorso de esta con cuidado. Blaine le sonrió ampliamente y se acercó hasta ella para depositar un beso en sus labios. La rubia asintió entendiendo todo a la perfección y sonrió mucho más recibiendo un beso de su novio en la frente.

— Iremos. — dijeron al unísono.

Santana se relajó.

— Sólo si nos prometes que descansarás y te tranquilizarás para cuando estemos de vuelta puedas hablar con nosotros con calma. — pidió Blaine.

Santana asintió de inmediato y les agradeció en un susurro.

— Lo prometo. — afirmó después.

No, soy lesbiana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora