Capítulo Diecisiete.

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Santana despertó temprano en la mañana para preparar el desayuno. Quinm y Blaine seguramente se despertarían enseguida y ella quería algo delicioso para comenzar el día. Además, Brittany le había mandado un mensaje en la madrugada diciéndole que la esperara porque pasaría por ella para irse juntas a la escuela. Tenía la esperanza de que continuaran siendo los mejores días de su vida.

Tomó una ducha rápida y se vistió con unos jeans ajustados blancos porque eran sus favoritos. Se colocó una camiseta de alguna banda de rock clásico encima y la ajustó a su pequeña figura al introducirla dentro del pantalón. Se veían muy lindo si era honesta, le encantaba su manera de vestir porque después de todo se sentía muy cómoda.

Bajó la escaleras y se dirigió a la cocina para preparar unos panqueques sólo como ella sabía hacerlos. Era increíble lo bien que le quedaban. Esponjositos y deliciosos.

Su celular vibró dentro de su bolsillo trasero y se apresuró a observar de qué se trataba. Era un mensaje de su novia, vaya día maravilloso para recordar esa palabra. Sonrió y abrió la bandeja de entrada inmediatamente.

"Buenos días sólo a la pequeña más hermosa del planeta" leyó y sus mejillas se sonrojaron.

Sin descuidar algo de la cocina, continuó con la mezcla especial para panqueques y seguidamente llevó moldes pequeños para formar redonditos como le gustaban.

"Saldré de casa en unos minutos, bebé." continuó leyendo sin dejar de sonreír.

"Te estaré esperando."

"Te veo luego, mi amor." finalizó con su labio inferior entre sus dientes.

Chilló de felicidad cuando terminó de leer aquellos mensajes. Su corazón gritaba de felicidad y sus ojitos brillaban más que cualquier piedra preciosa.

— Adivino. — lanzó Quinn haciendo acto de presencia en la cocina con sólo una sábana envolviendo su pequeño cuerpo. — Es Brittany, ¿no? — cuestionó mientras se robaba algunas fresas que la pequeña separó para sus panqueques.

Santana la observó con las cejas alzadas por el cómo estaba cubierta sólo con ese pedazo de tela y le dio un corto manotazo haciendo que se alejara del tazón.

— Sí. — respondió con una sonrisa mientras se acercaba para poder quitarle las fresas. — Son para los panqueques, no te las acabes. — pidió con voz dulce.

Quinn creyó que ella jamás se enojaba.

— Bien, bien. — dijo sentándose en un taburete observando todo lo que su bebé preparaba. — Blaine está en el baño, ya viene. — avisó mientras acomodaba mejor la sábana sobre su cuerpo. — Nos tomaremos el día libre. — lanzó sorprendiendo a la menor. — No iremos a la escuela. — se encogió de hombros y esperó por alguna respuesta de parte de la contraria.

— Me parece perfecto. — comentó sorprendiéndola. — Aunque algo extraño. — rio creyendo saber de qué se trataba.

Quinn se sonrojó y Blaine llegó a la cocina con el cabello húmedo minutos después. Abrazó a la ojiverde por la espalda y dejó un corto beso sobre el hombro desnudo.

— ¿Estás haciendo el desayuno? — sonaba sorprendido de verdad. Aunque en realidad lo único que quería era molestarlo. — Si vas a levantarte así cada vez que Brittany te pida ser su novia le rogaré para que lo haga unas mil veces más. — se burló.

Santana rodó lo ojos con una sonrisa en su rostro.

— Aquí tienen. — canturreó mientras les entregaba los panqueques con jarabe de chocolate encima. Las fresas adornaban los pequeños redonditos esponjosos haciéndolos lucir demasiado apetitoso.

No, soy lesbiana. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora