Antes de que lo preguntes, sí estás leyendo bien: Hürren Boiko me atrajo a su boca y me besó, pero luego yo también la besé.
Sí, lo hice.
El miedo palpita dentro de mi cuerpo, al igual que otra cosa; al igual que el deseo que siento mientras los labios de Hürren Boiko chocan contra los míos.
Mi corazón pasa de galopar a correr encendido en fuego dentro de mi pecho. Los músculos se me encogen con cada vez que nuestros labios chocan y soy incapaz de describir el conjunto de emociones fuertes y abrazadoras que me abarcan cuando la aprieto contra mí con unas ansías que no había sentido nunca.
Mis labios separaron los suyos con tanta facilidad y fue un golpe en seco darme cuenta de que la boca de Hürren se movía tan demandante como la mía.
Incluso ahí, en ese beso, parecía que ambos estábamos luchando para obtener el control de algo incierto. Siempre estábamos compitiendo e incluso lo hacíamos ahora de forma inconsciente.
Aunque no era el más experto en dar besos, cogí el ritmo al instante. Ambos sabíamos besarnos de una manera extraña, con una fuerza e ímpetu tremenda, porque parecía que íbamos a devorarnos mientras yo sentía que no había punto suficiente, quería tenerla muy cerca de mí.
Todos los libros sobre besos de los protagonistas que alguna vez leí quedaron estúpidos con lo que sentí porque ambos sabíamos mover nuevas lenguas, ambos ladeábamos el rostro en el momento indicado e incluso succionábamos el labio inferior con pequeños mordiscos.
Unos segundos lo hacía ella, otros segundos lo hacía yo mientras lo único que se repetía en mi cabeza era que sus manos eran suaves, su respiración estaba hecha un desastre y sabía bien, su piel estaba caliente a pesar del frío y la estreche con fuerza.
Baje mis manos por su cintura porque tenía que hacerle justifica a los libros. Los chicos siempre hacen eso, así que también lo haré yo y... «Demonios» Las sensaciones eran tan fuertes que podría explotar en mil pedazos.
Sus dedos se enrollaron en los mechones de mi cabello, hundí un poco mis dedos en su piel. El beso pasó a ser más efusivo, más pasional, más rudo.
Me sentí atrapado, incapaz de alejarme y por un momento me asustó lo que podría pasar si no me detenía. La cosa era tan bárbara que ni siquiera me dolía el rostro, los golpes mágicamente fueron inexistentes y aunque sentía que el oxígeno se acababa de mis pulmones, no me alejé.
Estaba más que claro que no lo haría yo. Sencillamente, no podía hacerlo, pero entonces se acabó.
Quise, dentro de mí, que durara así para siempre, pero nada podía ser perfecto y entonces, terminó.
Ella lo terminó.
No se alejó con brusquedad, pero sí se separó de mí para tomar aire luego de darme tres picos y mis pulmones lo agradecieron. La miré mientras tomaba una bocanada de aire profunda y fue ahí, segundos después de ese arrollador beso, que caí en cuenta de lo que acababa de pasar entre Hürren y yo.
Abrí los ojos, asombrado y a la vez atontado por lo que había pasado. Ella tenía los labios tan hinchados y la piel sonrojada que mis manos me picaron por jalarla hacia mí y volver a besarla, ya que eso era lo que mi subconsciente me gritaba una y otra vez.
La verdad era que sí quería hacerlo. Necesitaba hacerlo, pero no lo hice.
Ambos nos miramos con pasmo, con la respiración vuelta, un caos, tal vez aturdidos, confundidos y...
—Plutón. — pronunció ella con detenimiento, perpleja: — Plutón...
No supe qué quiso hacerme entender con pronunciar mi nombre, pero me di cuenta de que estaba tan confundida como yo porque se notaba hasta en el brillo de sus ojos.
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Lo que nunca quise escribir ✔️
Teen FictionSoy Plutón Shevchuk y esto es lo que nunca quise escribir.