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A veces, algunas personas se van y te dejan tan mal como estaban ellos. Otras veces simplemente te dejan una enseñanza dejándote miedo a amar, otras veces decidimos amar, pero luego somos cobardes ante su presencia, ¿es amor o solo la primera elección de impresión? La verdad es que no lo sé, pero a veces, yo recuerdo a mi primer amor.

Ella se llamaba Grecia, era una morena alta de rizos salvajes de color chocolate. Me atrajo su inteligencia y belleza, pero no éramos compatibles y me dejó peor de lo que estaba, se llevó mucho de mí. Luego tuve otras novias, con ellas fracasé, tal vez mi suerte del amor es muy mala, pero estuve mucho tiempo sin intentar tener algo con alguien hasta que conocí a Hürren.

Fue muy arrollador lo que sentí por ella, pero ambos tuvimos un desenlace doloroso. No estábamos en nuestro mejor momento o sencillamente no encajamos. Sé que hubo química, sé que hubo conexión, pero ella decidió dejarme ir y aunque pensé que me había destruido, me di cuenta de que había alguien que siempre estuvo dispuesta a amarme.

Muchas veces soy un ciego, creo que eso les pasa a muchas personas, eso me pasaba a mí al no darme cuenta de que Valentina era esa chica. Quizás no la chica con la que viva toda mi existencia, quizás no la madre de mis hijos (no estoy seguro si quiero tener hijos), pero es la chica que me ha ayudado y que me ha demostrado que se puede sentir amor sin dolor y eso para mí, justo hoy, es suficiente.

La amo a ella, la amo desde mucho tiempo y nuestro vínculo se ha hecho cada vez más fuerte con el mismo. Ya han pasado cuatro meses desde la muerte de Daniel, algunos días caigo y otros simplemente respiro, otros soy feliz y luego repito el proceso, porque es parte de la sanación. No voy a mentir, he tenido momentos excesivamente duros que duelen, pero estoy aprendiendo con el tiempo a levantarme cada vez que caigo y a afrontar mis miedos, es por eso que hoy he decido a ir a clases de Francés en mucho tiempo.

No es que yo quiera ir, si no es que mamá me ha obligado, así como me ha obligado a despedirme de mi papá, porque a pesar de todo el daño que él le hizo a ella, mamá es tan bondadosa que desea que nuestro desenlace familiar sea lo menos traumático posible.

Muchas veces, las sesiones de terapia con la doctora Chary se han concentrado en eso. En el perdón que no sé si pueda concederle a mi padre, pero que debo intentarlo, ya que eso envenena mi alma.

Papá tiene prohibido acercarse a nosotros por un largo tiempo. Tendrá una sentencia de cárcel por cárcel porque salieron algunas cosas a la luz después de la demanda que le hizo mi madre, que involucraran problemas turbios con la ley, que él va a tener que pagar.

No he visto más a Leo ni he vuelto a jugar baloncesto, pero he vuelto a escribir mis tweet y he tenido varias citas con Valentina. Todavía no somos novios de manera oficial, pero creo que todos (incluyendo nuestros padres) saben que estamos saliendo.

Llego al salón de francés y me siento en mi puesto, Hürren aparece unos minutos después y me doy cuenta de que no causa los mismos efectos en mí, pero sí me siento nervioso, tal vez se trate del hecho de que si no hablo con el profesor voy a perder la materia o que la estoy mirando a la cara luego de mucho tiempo.

Ella se acerca a paso lento hacia mí y ni siquiera sonrío, ni hago una mueca porque ella se acerca, solamente tecleo en Twitter, una carita feliz y cuando comienza la clase, agradezco que sea solo gramática.

Las horas se me pasan volando y antes de que la campana suene, camino hacia el profesor y le explico el caso. Me mira y escribe sobre su libreta.

—La única manera de salvar la materia es que me hagas un pequeño discurso en francés ya mismo sobre lo que te ha pasado los últimos meses.

—¿Ya mismo? — inquiero asombrado.

—Sí. — responde él, sin mirarme.

Asiento y me rasco la nuca antes de comenzar a contarle lo que me pasó en francés, tratando de no extenderme demasiado, pero asegurándome de no olvidarme de los detalles importantes.

*

—¿Entonces sí te vas a graduar? — inquiere Julieth cuando llego a la mesa.

Estamos en el comedor y beso en la frente a Valentina, antes de asentir hacia mis amigos que me miran expectantes.

Enseño mis pulgares.

—Pasé francés. — digo con cierto orgullo y todos aplauden.

—Bueno, ya tenemos a un traductor para nuestro viaje a Francia — dice Alexander y Marco suelta una carcajada.

—Ni siquiera sé si me darán permiso.

—Si no lo hacen, podemos hacerle un endulzamiento a tus padres para que te dejen ir. — bromea Julieth y todos reímos.

—No, la bruja eres tú y no quiero meterme en eso. — dice Marco, levantando sus manos en señal de rendición.

Miro el puesto vacío que hay en la mesa mientras todos reímos a carcajadas y aprieto la mano de Valentina, llevándola a mis labios y dándole un beso en el dorso de la mano cuando ella dice que va a buscar un jugo de naranja.

—¡Yo también quiero uno! — dice Miriam que se levanta casi al mismo tiempo que Valentina y ambas caminan hasta donde están entregando los almuerzos y las bebidas. Mis amigos comienzan a hablar, pero no entro en la conversación, ya que mi atención se la lleva Hürren Boiko cuando entra al comedor junto a Alexander, su novio.

Ambos caminan hasta una de las mesas y se sientan. Ella sonríe al igual que él, creo que nadie se da cuenta de que llegaron, pero yo sí y pienso que al final, ella sí pudo decir que alguien la amaba realmente, al igual que yo puedo decir lo mismo y está bien.

Ella lo besa y aunque estoy en mi proceso de sanación, no puedo evitar preguntarme cómo hubiese sido todo si estuviéramos juntos y qué fue lo que me faltó para llenarla de la forma en la que quería hacerlo.

Valentina se sienta frente a mí y acaricia mi mano, dándome una sonrisa de boca cerrada que correspondo, descartando el pensamiento de Hürren y yo, porque siento que con Valentina lo tengo todo.

Me siento un poco mal por haber pensado eso, pero dejo fluir mis sentimientos al menos en mi cabeza para no colapsar al final, así que como lo dije en un principio de esta historia, Hürren y yo empezamos siendo unos desconocidos, y terminamos tal y como empezamos.

Como unos completos desconocidos y que esta vez, jamás tendrán una razón para volverse a hablar y aunque una vez me dolió como los mil demonios, sé que fue lo mejor.

Miro a Valentina y me acerco a ella para darle un beso. Mis amigos se ríen por algún mal chiste de Alexander que no escucho y aunque han pasado tantas cosas últimamente, creo que todo eso tuvo que pasar para poder sentirme tan bien como me siento ahora y aunque al principio, esta historia fue lo que nunca quise escribir, ahora no me veo sin ella, ni siquiera, sin los momentos malos y las heridas que fui sanando en el proceso.

FIN

Lo que nunca quise escribir ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora