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«¿Eres de esos chicos que no soporta a alguien que piense diferente a ti?»

«Soy de los chicos que defiende la salud mental y es capaz de decirle a una mujer que está equivocada cuando lo está sin tener miedo a la reacción social que se pueda encontrar».

«¿Cómo sabes que soy mujer?».

«¿Por tu foto de perfil, tu artístico nombre y tu descripción? Creo que esta discusión ya perdió el sentido».

«¿Es así o te quedaste sin argumentos @soypluton?».

Dejo el celular sobre la mesa y muerdo la punta de mi lapicero mientras me pregunto cómo se puede odiar a una persona que conoces. @_virgo1n se ha convertido en una persona que detesto por alguna razón y no sé nada de ella.

Solo sé que tiene un mal concepto de las cosas, que usa insultos cuando se siente acorralada y que su cabello es tan amarillo como los girasoles.

Miro el celular con la ansiedad que me produce no responderle el tweet pasivo agresivo que acaba de publicar y es que han pasado dos días en donde tenemos esas discusiones.

Ni siquiera he publicado cosas que siento, mis horas invertidas en Twitter se reducen a eso.

A responderle los tweets a la misma persona molesta que maneja la cuenta de @_virgo1n.

Me frustra el hecho de que ni puedo desahogarme y también la cantidad de tarea que tengo por hacer.

Los profesores se han antojado de dejar todo para mañana y yo soy el tipo de persona que deja todo de último.

No importa lo mucho que desee hacer las cosas con tiempo, parece que tengo una maldición y siempre termino haciendo la tarea dos o tres horas antes de que las debo entregar. Me paso las manos por el rostro, frustrado y maldigo en voz baja porque olvidé que tenía los lentes.

Si los daño otra vez, mamá me mata, así que verifico que estén bien con rapidez, casi escuchando su voz en mi oído: «—Nunca aprendes, Plutón».

Me relamo los labios y abro el cuaderno de Geografía, leyendo las veinte preguntas que debo responder y tomo el lapicero, sumergiéndome en eso que tanto odio y es tener que estudiar.

¿Quién fue el inteligente que lo inventó? Para viajar en el tiempo y golpearlo con ganas.

*

—¿Hiciste todas las tareas? — pregunta mamá, entornando los ojos y colocando sus manos en su cintura.

—Me faltó una. — le digo mientras tomo una taza de café — ¿Por qué?

—¿Cuál es? — pregunta y puedo tener dieciocho, pero le sigo teniendo miedo cuando enarca una ceja y utiliza ese tono.

—Geometría. — respondo con escalofríos porque no hay materia que odie más que esa.

—¿Vas a reparar otra vez? — inquiere: — Porque voy a castigarte si lo haces otra vez.

—¡No! — respondo con rapidez — Hablé con Valentina y dijo que llevaría la tarea por mí.

—¿Crees que esa es la solución de tu problema?

—No.

—¿Entonces por qué lo haces? — ella suena cansada y no me gusta que lo esté, así que levanto mi mano derecha en señal de promesa.

—Voy a hacer, de ahora en adelante, todas mis tareas de Geometría, mamá, aunque odie la materia con todas mis fuerzas y maldiga a su creador todas las noches antes de dormir— le prometo y ella menea la cabeza.

Lo que nunca quise escribir ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora