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Narra Damián




Iba patrullando como siempre, ya pasadas las once treinta de la noche cuando escuché unos gritos provenientes de un callejón que según yo eran de una chica.

Volví mi vista hacia atrás, donde estaba Batman para cerciorarme de que el siguiera ahí para yo poder ir.

Seguí saltando por la parte superior de las casas, avancé aproximadamente unos cuatro metros y me detuve en un tejado dónde podía divisar lo que estaba pasando en aquel callejón.

-¡Sueltenme! ¡Ayuda!- escuché a una chica gritar, así que decidí bajar para ver qué sucedía.

Cuando pude ver con claridad me encontré con una escena desagradable, estaban abusando sexualmente de una chica que se veía indefensa, frágil frente a ellos.

Ella gritaba y pedía ayuda. Al ver esto me enfurecí y bajé rápidamente para ayudar a la chica. Me dirigí hacia ellos y los ataqué fuertemente, ellos trataron de defenderse pero obviamente no podrían contra mí, ja por qué soy yo. El gran Damián Wayne.


Akka Robin.


Luego de que los golpeé y los dejé bastante moribundos en el piso quejándose de la golpiza que les dí, traté de parecer lo más tranquilo posible para acercarme a ella y que no me tuviera miedo.








- tranquila no voy a hacerte daño solo quiero ayudarte tranquila - le dije mientras terminaba de acercarme.- puedes confiar en mi - ví que ella me tenía miedo y que seguía llorando.

Comenzó a retroceder aún estando en el piso, yo solo la estaba mirando a la cara pues ella estaba sin ropa debido a qué los bastardos esos se la habían arrancado vilmente.

Cuando chocó con la pared se quedó quieta cubriéndose con sus manos, claro que no podía cubrirse mucho.

Sentí algo bastante extraño cuando lo ví así en ese estado, se veía desprotegida, dolida, triste.

Me quité la capa y se la puse y en ese mismo instante ella abrió sus ojos,(que por cierto eran de dignos de admirar).

Mierda Damián que estás pensando.

 Y se me quedó mirando fijamente, claro que yo también la miré tratando de descifrar que escondían esos admirables ojos.


Cuando salió de este trance comenzó a llorar de nuevo,y se abalanzó a mis brazos buscando mí protección.

Cuando se aferró fuertemente a mí sentí su piel muy fría,además de que estaba temblando,claro que no tenía ropa y además la noche estaba bastante helada.

Siguió llorando en mí pecho, mientas yo ponía un brazo en su espalda y el otro en su cabeza y comenzé a acariciar su cabello tratando de consolarla.

En ves de parar de llorar siguió pero bastante fuerte a como lo estaba haciendo antes por lo que estuve obligado a sacar una pequeña cápsula de mí cinturón y destaparla y así que saliera el humo, para que ella lo inhalara y quedara profundamente dormida.

Siempre voy a estar para ti ( Damián Wayne)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora