Capítulo 29: La cruda realidad.

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El calor de sus manos sobre mis hombros me saca de un trance insufrible.
__ Nate, te estoy hablando. – Sus ojos plateados me miran con preocupación.-
__ ¿Qué?
Noto que estoy sentado mirando el estropicio en el que se convirtió el regalo que escogí para ella.
__ Te pregunté cómo llegamos a acostarnos y de pronto te quedaste mirando al suelo y no me respondiste.
Miro confundido a mí alrededor, no hay vidrios rotos, ni sangre ni flores desparramadas por el suelo, solo la caja de regalo con el vestido enredado con los fragmentos del frasco de perfume.
__ Lo siento… creo que olvidé tomarme las pastillas. – Miro mis manos comprobando que, efectivamente, no hay rastros de golpes o sangre en ellas.- Acabo de tener una crisis, las alucinaciones que vi fueron tan reales. – Una lágrima escapa de mi ojo derecho.-
__ ¿Qué? ¡No! – Atrapa la lágrima con sus, no tan delicados, dedos y coge mi rostro entre sus manos.- No llores, fuese lo que fuese no fue real, yo estoy aquí, contigo.
__ Me odiabas Nathalya, en tu mirada podía ver el miedo y la impotencia. – Más lágrimas salen de mis ojos sin control.-
__ Pero no es verdad, estoy aquí. Soy tu amiga, con o sin doble personalidad. Jamás voy a odiarte o alejarme de ti.
__ Pero pareció tan real. – Miro de nuevo a la mancha azul borrosa que veo en el suelo.- Nat, necesito que me respondas algo. – La miro seriamente.-
__ Vale, pero deja de llorar.
__ Tú… - me tranquilizo un poco- ¿tú estás enamorada de Adrien?
__ ¡¿Qué?! – Sus ojos denotan confusión.- ¿Eso fue lo que viste en tu alucinación? – Asiento, expectante de su respuesta.- Nate, se supone que me conoces. – Levanta una ceja.- Yo no tengo ni la más mínima idea de qué es el amor, al igual que tú. – Enfatiza la última frase.-
__ Me acabo de dar cuenta de que estoy enamorado de ti. – Suelto sin pararme a pensar.-
Su rostro de contare en sorpresa, sus ojos denotan un brillo extraño, algo en ella volvió a cambiar.
__ Ay Nate, no sabes cuánto me alegra que lo aceptes por fin, y a ella también, aunque lo quiera negar.
__ Tú no eres la Nathalya de hace un momento, verdad.
__ No, soy la Nathalya a la que te cogiste como un loco olvidándote de que es ilegal. La Nathalya que te pone duro con tan solo una palabra o caricia, la Nathalya de la que te enamoraste. – Me empuja hasta que mi espalda encuentra el espaldar del sofá y se sienta a horcajadas sobre mí regazo.- Soy tu pequeña acosadora, doc. – Comienza a lamer y besar mi cuello.-
Sí, es cierto, Nathalya me pone con tan solo unas palabras, con tan solo sentir su piel desnuda contra la mía. Sin quererlo me fui enamorando sin remedio de su actitud, de sus acciones, de ella. El roce de su lengua por mi piel, el tacto de sus suaves labios contra mi cuello, todo en ella me vuelve loco, todos esos juegos, ese tira y afloja, todas esas cosas me enamoraron.
Pero, por qué siento que lo que me enamoró va mucho más allá de la Nathalya que tengo frente a mí. ¨ ¡Claro! ¨ Lo que me enamoró, lo que me hizo adicto a su presencia, a ella, fue su sonrisa, desde el primer momento. Una sonrisa puede cambiarlo todo.
A regañadientes la alejo de mí. Ella me mira confundida.
__ ¿Estás con Adrien?
__ Ella está con él, yo no, yo soy tuya.
__ Tú eres ella, y ella eres tú. – Suspiro.- Las amo a las dos porque sé que son una sola. Pero no voy a hacer a Nathalya sentirse mal después, cuando vuelva a ser la chica de esa sonrisa que puede ser tan superficial como las ondas en el agua, o tan profunda y especial como el azul casi plateado de tus ojos. – Acuno su mejilla en mi mano.- Ella jamás traicionaría a alguien que quiere.
__ Te sorprendería lo que puede llegar a hacer tu querida Nathalya buena, porque lo que hizo, cuando lo hizo, no era yo del todo, aun éramos la misma persona.
Entonces el brillo malicioso desaparece de su mirada, y me encuentro con una calidez e incomprensión muy grande.
__ Volvió a pasarme, cierto. – Mira avergonzada su regazo, y se percata de la posición en la que está, entonces se mueve a un lado del sofá con un claro rubor en sus mejillas.- Lo siento. – Abre un poco los ojos cuando nota el bulto en mi entrepierna.- De verdad lo siento.
__ Jamás te disculpes por ponerme así. – Le guiño un ojo, tratando de restarle importancia a la situación.- Entonces estás con Adrien.
__ Sí, me lo pidió hace un par de días. Nate, en él encontré lo que a ti tenía que rogarte.
__ No te preocupes, fui un idiota. De verdad, quién me manda a enamorarme cuando no debía, y para colmo, darme cuenta tan tarde.
__ Nate, - se pasa las manos por el pelo, la cara y después, por los labios- no te voy a mentir, no sé qué pensar. Yo… yo aun me muero por estar contigo. – Mi cara se ilumina.- Pero, también me he dado cuenta de que él tiene algo, que me llama.
__ Yo, te intento entender, de verdad. – Agarro mis sienes con los dedos.- Nathalya, te seré directo. Tú me vuelves loco, nada más me miras con esa mirada tuya y me pongo duro al instante, y después de lo que pasó entre nosotros haría lo que fuera por volverte a sentir y escucharte gemir mi nombre. – Sus ojos destellan dedeo por un momento.- Yo no quisiera hacer algo que tú no, pero tu otra tú, la Nat que está loca por mí, no para de provocarme y yo soy hombre sabes, y para colmo uno que está loco por ti, así que… lo siento mucho.
Me lanzo sobre ella y entre la confusión la agarro de las muñecas y la tiro para atrás hasta que queda acostada en el sofá, me coloco entre sus piernas, abriéndolas con mi cuerpo y le levanto las manos sobre la cabeza.
__ Me vuelves loco. – Presiono mi entrepierna contra la suya y me muevo con deseo contra ella, tentándola. Beso su cuello dejando besos húmedos y mordiscos por toda el área. Gruño un poco contra su piel por el deseo y el calor que se acumula en mi entrepierna. Ella gime y tiembla bajo mi cuerpo.- Yo sé que también te vuelvo loca, tu cuerpo me lo dice.
__ Ajá… - Logra decir entre gemidos.- Yo… quiero… quiero sentirte Nate, yo… no ella.  – Aferra sus piernas alrededor de mi cadera y me presiona más contra ella.-
__ ¿Quieres que te coja, o que te haga el amor? – Susurro contra su oído y muerdo el lóbulo de su oreja.-
__ Quiero que me cojas, duro, y como te de la gana. – Estampa sus labios contra los míos.-
Nuestras bocas juntas hacen una combinación perfecta, sus labios son una delicia, toda ella es una delicia. Lamo su boca, beso, chupo. Ella muerde mi labio inferior y gime por la impotencia de no poder tocarme, pues aun le sujeto las manos sobre la cabeza.
__ Dime que eres mía… Que solo yo te hago sentir así…
__ Nate… Yo soy solo tuya.
La suelto y antes de que pueda tocarme me levanto, la siento en el sofá y me arrodillo frente a ella, sus ojos me miran con picardía y deseo. Agarro el borde de su playera y se la quito por la cabeza, me pongo aun más cuando veo que no se puso el sostén y seguramente tampoco las bragas.
Agarro sus pechos con mis manos y los masajeo, acaricio sus pezones, los cuales se endurecen de inmediato aun más. Gime y agarra con fuerza el borde del sofá, entonces le abro la cremallera de los jeans y se los quito muy despacio, dejando besos desde la parte interna de sus muslos hasta la punta de sus pies. Efectivamente no trajo ropa interior puesta. Rompiendo la atmósfera de juego y romance, abro abruptamente sus piernas y me lanzo a besarla.
Sabe a gloria, cada roce de mi lengua con su intimidad la hace aferrarse con fuerza a mi pelo y tirar de él con deseo. Lamo, succiono, mordisqueo. La agarro de la cintura y la acomodo para darme más libertad de movimiento y mientras la beso en su zona más sensible, mis dedos la penetran, llevándola al cielo. Entran y salen, una y otra vez con facilidad por lo mojada que está.
Siento como llega al orgasmo, todo su cuerpo se tensa y se aferra a mi cuello y espalda rasguñándome la piel mientras gime mi nombre.
__ Nate…
Me separo de ella, dejándola jadeante, tiro de su mano y la pongo en pie, sus piernas flaquean, la arrodillo y la recuesto de manera que su cara quede mirando al sofá y la jalo del trasero hasta que la pongo en cuatro, totalmente abierta y lista para mí. Ella descansa su torso y su cara sobre el mueble y se acaricia en mi espera. Ver como sus dedos la hacen gemir me lleva al colmo.
Bajo mis pantalones con todo y bóxer y me quito la camisa, me arrodillo detrás de ella, a su altura, le doy una nalgada que la hace gemir y entro en ella de nuevo. Por fin su calidez. Entonces desaforado y loco de deseo la vuelvo loca. Juntos, con nuestras respiraciones entrecortadas y aceleradas llegamos al orgasmo y ella se estremece ante la última y cruda estocada que me hace estallar en su interior, haciéndola a ella venirse de nuevo conmigo.
__ Tenías razón… Definitivamente me vuelves loca…Te quiero Nate…

Psicológicamente InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora