Capítulo 22: El ausente.

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Estoy sentado en la sala de interrogatorios, no hay luces parpadeantes ni agentes mirándome con mala cara, solo una habitación vacía, en la mesa delante de mí hay una carpeta y sé que detrás del vidrio, ese que no te permite ver a quienes si te pueden observar desde el otro lado, hay agentes viéndome, tal vez esperando que me desespere y forme una escena.
Yo estoy tranquilo, sé por qué estoy aquí. Ya habían tardado en detenerme, seguro la chica de aquella noche me denunció. Solo me preocupa Nathalya, está pasando por mucho y se preocupó mucho más cuando me detuvieron, se quedó alterada y no paró de gritarles groserías a los agentes, casi la detienen por eso.
La puerta se abre y entra un agente vestido de civil e informal pero mostrando su placa colgada del cinturón de sus vaqueros.
__ Muy bien Nathael, veo que está tranquilo. – Se sienta frente a mí y abre la carpeta.- Me imagino que sabe por qué está aquí.
__ Me puedo hacer una idea.
__ Bueno, verá, ¿le suena el nombre de Martina Brent?
__ Créame que me gustaría poder decirle que sí. – Ruedo los ojos con frustración, ¨soy una porquería de persona.¨-
__ No se preocupe, no olvidará ese nombre de ahora en adelante, se lo puedo asegurar. – Cierra la carpeta abruptamente y me mira muy serio.- La señorita Martina está ahora mismo internada en el hospital, intentó suicidarse.
__ ¡¿Qué?!
__ La señorita Martina recibió hace poco la notificación de la Universidad de Seattle que reprobaba su admisión, además, descubrió que quedó embarazada después de su ¨encuentro sexual¨ y decidió terminar con su vida, por suerte, su padre Alexander Brent la encontró a tiempo y ahora ella y su hijo están fuera de peligro. 
__ Espere un momento, usted dijo que está embarazada. – Asiente.- Pero están seguros de que el hijo es mío.
__ Seguros, la señorita no mantuvo relación después de estar con usted y además era virgen antes de su encuentro.
¨Un hijo.¨ Es imposible, yo, como papá. Vaya broma del destino, por dios.
__ Pero ella no quiere tener el bebé, verdad. Por algo se intentó suicidar. – Muevo mis manos nerviosamente.-
__ Fue un momento de debilidad y se sintió tentada. Pero, ella decidió tenerlo y su padre está de acuerdo. – Asiento.-
__ Oficial, ¿por qué estoy aquí?, porque supuestamente abusé de ella o porque se intentó suicidar por mi culpa.
__ Está aquí porque el señor Alexander Brent quiere hablar con usted sobre lo que sucedió con su hija. La chica no quería presentar cargos por abuso porque admitió que ella quiso mantener relaciones con usted, incluso antes de estar ebria. Aun así fue muy grave que intentase suicidarse.
__ Entiendo.
La puerta vuelve a abrirse y entran dos hombres, uno es el abogado Mark, él atendió el caso de mi madre y se encarga de mis cuestiones legales. El otro es un hombre mayor como de cincuenta y pocos, algo canoso en su cabello rubio y de ojos cafés.
__ Buenos días, soy el abogado. – Se sienta Mark a mi lado.-
__ Permítanme presentarles al señor Alexander Brent. – Se levante el agente de su asiento y estrecha la mano del hombre para después dejarnos a solas.-
__ Tú eres Nathael Stewart, no. – Levanta una ceja y me repasa con la mirada.-
__ Mi cliente está detenido injustamente, nadie ha presentado cargos y él no tuvo nada que ver con el incidente de la señorita Martina Brent. – Mark saca una carpeta y le muestra unos documentos a Alexander.-
__ Muy interesante. – Alexander rueda los ojos y aparta la carpeta con neutralidad.- Nadie ha dicho que esté detenido por eso.
__ Puedo saber entonces por qué estoy aquí. – Bufo frustrado.-
__ Cuando mi hija me comentó lo sucedido, lo investigué. Usted es psicólogo y estudiante de psiquiatría, es conocido en su profesión y entre los doctores de su universidad por su condición, memoria eidética.
__ Muy bien, qué quiere de mí. Yo no estoy interesado en hacerme caso del bebé que espera su hija, fue un error. – Advierto tranquilamente.-
__ Estás aquí porque encontré algo interesante en tu historial que llamó mi atención. Tu madre.
__ Qué pasa con ella.
__ En tu expediente dice que se llamaba Nora Stewart y que falleció hace varios años y que era originaria de Manhattan, al igual que tú. Mujer caucásica que fue apresada por asesinato en primer grado y falleció de Lupus, hasta ahí todo bien. – Lo miro mal.- El problema es que yo conocí a tu madre, y viendo la edad que tienes y el año en que naciste, tú podrías ser mi hijo.
__ ¿Perdone? – Mark salta en su asiento.- Está bien, comprendo, pero si intenta acusar a mi cliente de incesto, primero debe probar que es su padre y después que mi cliente sabía de la condición de parentesco genético cercano que tenía con su hija, lo cual, no es cierto.
Mi cabeza no para de dar vueltas, ¨Tú podrías ser mi hijo.¨ ¿De qué mierda va todo esto? Ahora no me cabe duda de que intentan volverme loco. Si este hombre es mi padre, eso quiere decir que la chica con la que me acosté, Martina, y que está embarazada de mí, es mi hermana.
__ Qué coño dices. – Logro articular.-
__ Abogado, déjenos a solas por un rato. – Hace señas hacia la puerta.-
Mark sale de la habitación y nos quedamos a solas.
__ Tal vez tu madre te contó la historia.
__ Me gustaría escuchar que tienes para decir.
__ Bueno, yo tenía veinticinco años estaba en mi despedida de soltero, estaba ebrio, me encontré con tu madre por casualidad, ella tenía quince años y estaba de camino al súper. Ella me ayudó me llevó a su casa  a escondidas de su padre y me dejó quedarme. Después de eso yo me casé, pero mantuve el contacto con ella, me pareció una muchacha muy tierna y atractiva. – Sus ojos miran a la pared como si reviviera esos tiempos.- Un día quedamos y la pasamos muy bien, pero se nos salió de control y terminamos en la cama. Ella era menor de edad y por tanto era ilegal y yo, estaba casado. Decidimos no volver a vernos y no supe nada de ella hasta que pasó esto.
__ Ella me contó algo parecido. – Miro fijamente a la mesa.- Sí soy su hijo, no hay dudas. – Respiro con pesar.-
__ Sé que aquella fue su primera vez, pero seguro que no tuvo relaciones después de eso.
__ Totalmente, ella no estuvo con nadie y un mes después descubrió que estaba embarazada, su padre la echó de casa y pasó por mucho ella sola.
__ ¿Por qué nunca me dijo nada? – Se pasa las manos por su canoso pelo.-
__ No quería arruinar su matrimonio y menos que lo detuvieran por haber mantenido relaciones sexuales con una menor de edad, y para colmo, dejarla embarazada. 
__ Entiendo, siempre tan comprensiva Nora. – Sonríe con nostalgia.- Quiero que sepas que yo sí sentí cosas muy bonitas por tu madre, en el poco tiempo que la conocí.
__ Ella también se enamoró de ti.
__ Yo, quiero reconocerte como mi hijo, por favor hagámonos la prueba de paternidad.
__ Señor, yo no estoy interesado en ser su hijo, y menos ahora, qué va a pasar con su hija y el bebé que está esperando, ¡qué somos hermanos por dios! – Golpeo la mesa con frustración.-
__ Martina es adoptada, mi esposa y yo nunca pudimos tener hijos, ella no es tu hermana. – Suspiro de alivio.- Pero, es tu prima. - ¨En serio.¨ Ruedo los ojos.-
__ Por un momento me ilusionó.
__ No te preocupes, no pasará nada malo, ella no quiere presentar cargos y vigilaremos que no hayan problemas con el bebé. No tienes que hacerte cargo de él si no quieres, pero, yo quiero apoyarte lo más que pueda de ahora en adelante, ya me perdí mucho de tu vida y quiero disfrutar lo que me queda de tiempo junto a ti.
__ ¿Lo que le queda de tiempo? Si las cuentas no me fallan usted tiene cincuenta y dos años, aun le queda mucho por vivir.

Psicológicamente InestableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora