El amor a primera vista.
Maia Adams.
-¡Vamos, Maia! -chilló mi hermana, Kate, desde la cochera.
-¿Podrías esperame un segundo?, estoy terminando mi desayuno.
-¡No querrás llegar tarde el primer día de clases, ¿cierto?! -volvió a gritar.
-¡Voy!
Si ella supiera que ni siquiera había bajado mi mochila de mi habitación.
Corrí hacia mi habitación y abrí la puerta llena de pegatinas de mis bandas y libros favoritos.
Baje lo más rápido posible, tratando de no caerme, pero me fue imposible.
Tropecé con un escalón y rodé escaleras abajo.
Mi pelirrojo cabello cayó en mi rostro cuando caí de sentón en el suelo.
Me froté la mejilla que probablemente quedaría roja y me levante.
-¿Qué fue ese estruendo? -preguntó mamá desde la cocina.
-Nada, nada. -susurré más para mi misma que para ella -¡Adiós mamá, te amo!
-¡Adiós!
Corrí al ver el reloj.
Llegaría tarde si no llegábamos en menos de ocho minutos.
Subí al auto mientras Kate soltaba mil maldiciones en voz baja.
-¡Deja de soltar maldiciones y apúrate! -le grité.
-No soy yo la culpable de haber salido tarde de casa. -me regaño mientras encendía el auto.
Y mi primer día no podía ir peor cuando nos dimos cuenta que el auto no encendía.
-Mierda, no hay gasolina. ¿Te importara mucho irte en tu patineta?
-No, solo llegare sudadisima a clases, y para colmo tardísimo. -dije sarcásticamente mientras bajaba del auto y tomaba mi patineta.
Antes de que mi hermana me contestara ya había salido de casa con la patineta debajo de mis pies.
El aire era frío pero no tanto para que no llegara con ninguna gota de sudor a la escuela.
Iba lo más rápido que me permitía la patineta, ya que si no, llegaría tarde.
Casi me voy de cara al parar abruptamente enfrente de la escuela.
Tome equilibrio y entre corriendo.
Faltaban menos de cinco minutos para mi primera clase.
Corrí dentro de la escuela y no mentiré, me dio algo de pena que muchos de los que estaban dentro guardando sus cosas en los casilleros me miraban extraño.
Llegue a mi casillero, el número 78.
Guarde con rapidez lo que sabía que no ocuparía y lo demás lo llevé conmigo en mi mochila.
Busque el salón de español y entré tratando de no parecer alborotada.
Al entrar todas las miradas se dirigieron a mi.
Mis mejillas se pusieron del color de mi cabello y tuve que cubrir mi rostro con mi cabello para que no se notará.
-Señorita Adams, que gusto conocerla.
-Eh... el gusto es mio...
-Profesor Harris. -me sonrió de manera amable.
-Un gusto Profesor Harris. -noté que su amabilidad me hacía sentirme cómoda.
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My Pretty Girl // Robin Arellano.
أدب الهواةI looked at her and steeled myself. Then in a quick movement I took her by the neck and stamped my lips with hers. Todos los personajes, a excepción de Maia Adams no son de mi propiedad, es decir, no me pertenecen.