Alma era una joven de 16 años, que la noche anterior habia salido de fiesta y habia consumido alcohol como si no hubiese un mañana, cuando llegó a su casa no hizo ningún ruido para no despertar a su padres y que la castigaran por haberse emborrachado. Amanecio un fuerte dolor de cabeza y fue al baño a vomitar, eso hizo que el estomago le doliera. Era viernes y tenia que ir a la escuela. Aun con dolor de estomago no quiso decirselo a sus padres. Se fue así a la escuela.
—¿Que tienes Alma? —preguntó su mejor amiga Regina.
—Me duele el estomago, antes de venirme a la escuela, vomite—dijo con malestar.
—Fijate que a mi también me duele un poco ¿y si le decimos al profe de historia que vamos a ir con el doctor de la escuela y nos saltamos su clase?
—Me parece buena idea—dijo ella.
Le informaron al profesor que estaban enfermas y que irían al medico. Él les dijo que le teniam que trarer un justificante del medico. Ellas no tenian intención alguna de ir con el doctor, pero tenían que hacerlo para no meterse en problemas. A Regina le pareció buena idea de que le dieran algo para el dolor, pero a Alma no. Caminaron lento al consultorio médico.
—¿Qué se les ofrece? —preguntó la secretaria.
—Venimos a ver al doctor—dijo Regina.
Alma no podia hablar por el miedo.
—Él está ocupado, ya que salga el niño, entran ustedes.
—Gracias—respondió ella.
Alma se quería ir, pero si no le llevaban el justificante al maestro les pondria un reporte y eso implicaba que sus padres se enteraran y no lo podia permitir. El niño salió a los 10 minutos.
—¿Quien va a pasar primero?—preguntó la secretaria.
—Preferimos pasar las dos juntas, por favor—pidió Alma.
La secretaria informó al doctor y este estuvo de acuerdo.
—Hola jovencitas, ¿qué las trae por aquí? —el médico era mur amable.
—Las dos estamos aquí por lo mismo—dijo Regina—nos duele el estomago, ella vomito en la mañana y yo hace un ratito.
—Muy bien, pasate para acá—le señalo la camilla—para revisarte—Regina se paro y se sento en la camilla—acuéstate y levanta tu blusa un poco, solo la parte del abdomen.
Alma estaba muy atenta a lo que el doctor hacia. Él le palpo el abdomen a Regina, la cuál hizo cara de dolor.
—¿Aqui te duele verdad? —ella dijo que si. Después de terminar el exmanen le dijo—tienes una infección estomacal, no es grave, pero necesitas tratamiento.
—Qué tratamiento—dijo ella.
—No tienes fiebre, así que es solo para la infección. El tratamiento consiste en 3 inyecciones, una diaria.
Alma palicecio, sabia que a ella también le diría eso, y les tenia mucho miedo.
Regina se le quedó viendo al doctor con ojos grandes, ella no les tenia mucho miedo, pero tampoco le agradaba el que la estuvieran picoteando.
—Tranquila—le dijo el doctor al ver su cara—no pasa nada, si prefieres que alguien más te inyecte, no hay problema, pero es muy necesario el tratamiento, si no tratas la infección se puede agravar—voy a revisar a tu amiga, ven Alma—dijo cortes.
Hizo lo mismo que con Regina, pero sus resultados peores.
—Tú si tienes fiebre—le dijo—por lo que te digo lo mismo que a Regina, necesitas el mismo tratamiento que ella, pero tú además necesitas una inyección para bajar la fiebre.
—Doctor, yo si quiero que usted me inyecte, por favor—dijo Regina—el dolor es muy fuerte.
—Bien—dijo el doctor—acuéstate en la camilla, voy a preparar todo. El doctor salió.
—Yo no quiero que me inyecte—dijo Alma con miedo.
—Pues yo no quiero un reporte—dijo Regina.
El doctor entró. Preparo la inyección.
—Doctor—dijo Regina—¿duele?
—No tranquila. Solo sentiras un piquete y ya.
Regina se bajo su pantalon y ropa interior de la parte izquierda. El doctor le limpio con un algodón con alcohol.
—No te pongas dura—le dijo el medico. Él tenia mucha experiencia en eso—piquetito—le dijo antes de meter la aguja. Ella se movio un poco, pero no le dolio nada.
—No me dolio—dijo asombrada. El liquido le molesto un poco, pero no fue mucho, no se lo quiso decir a Alma que ya estaba apuntó de llorar.
—Tengo buena mano—dijo el doctor riendo.
Termino de pasar el líquido y saco la aguja, él le puso el algodón. Ella subio su ropa y se levantó de la camilla.
—No duele nada Alma—trataba de animarla.
—Esta bien, voy a dejar que me inyecte.
Alma se acostó en la camilla, le pidió a Regina que le tomará las manos. De los nervios dejaba de moverse.
—No te muevas—le dijo el doctor– será rápido.
Ella se bajo su pantalón y ropa interior. Cuando el doctor para el algodon por su nalga, se le salieron las lagrimas. Él la inyectó y ella no sintio nada. Ella se bajo la ropa del lado derecho. El doctor ya le habia pasado el algodón.
—Piquetito—le dijo. Pero esta vez si le dolió el liquido. Apretó con sus manos a Regina.
—Ya por favor—dijo llorando.
—Tranquila—dijo el médico conmovido—fue todo—saco la aguja y masajeo un poco—mañana las espero aquí a la misma hora. Mi secretaria les daria su justificante.
—Gracias doctor—dijeron al mismo tiempo.
—De nada, estoy para servirles—les sonrio.
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Miedo a las Agujas E Inyecciones
RandomNiños, adolescentes y adultos con miedo a las inyecciones y agujas