Manuela Y Sara

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Eran dos hermanas, que ya les habían hecho análisis de sangre y su doctor de cabecera les había hablado a sus padres para informales del estado de salud de sus hijas. Manuela tenía 19 años y Sara 13.

-Buenos días-dijo Simón el padre contestando el teléfono de su casa-si doctor, dígame-dijo un poco preocupado, se quedo unos minutos en silencio, estaba escuchando todo lo que el doctor le estaba diciendo de sus hijas-lo que usted considere necesario, si, por la tarde paso con ellas por su consultorio, muchas gracias.

-¿Qué paso?-preguntó Regina la madre.

-El doctor dice que las niñas, están presentando principios de anemia y tiene que inyectarles vitaminas-dijo preocupado, pues sabía que sus hijas les tenían gran miedo a las inyecciones.

Regina palidecio, pues conocía a sus hijas perfectamente y sabía que no sería una tarea fácil para Simón, pues ella no podía acompañar a sus hijas con el doctor, tenía mucho trabajo, además de que ella las había llevado al análisis de sangre y fue realmente difícil. Por suerte para el padre las niñas ya se habían ido a la escuela cuando recibió la llamada del doctor. El matrimonio desayuno tranquilamente y se fueron cada uno a su respectivo trabajo. Simón era gerente en una empresa de exportaciones y Regina era dueña de su propia florería. El padre estaba muy pensativo en como les daría la mala noticia a sus hijas, pues ellas no lo considerarían  bueno para nada, aunque se tratase de sus propia salud y que era por su bienestar físico. Las chicas pasaron un día muy bueno en el colegio, no tuvieron ningún problema y al salir de clases, fueron recogidas por su padre, que ya había tenido tiempo de pensar en cómo les daría las noticia a sus hijas, le dio pesar cuando las vio tan felices, pero las amaba y sabía que su salud era lo principal para su esposa y él mismo. Manejo hasta su casa sin que sus hijas pudieran sospechar absolutamente nada, pues estuvo muy platicador con ellas. Llegaron a la casa. Sara fue a quitarse el uniforme de la secundaria y Manuela ya iba a universidad. Simón calentó la comida que previamente su esposa había hecho y les dijo a las chicas que fueran a comer. Aún estaba bastante pensativo y sabía perfectamente que sus hijas no tomarían para nada bien la noticia que después de comer les daría.

-Papá-dijo Manuela-¿mi mamá no va a venir a comer?

-No hija-dijo tranquilo-tiene muchos pedidos que entregar en la florería.

Sara llego a la mesa y se sentó, para ellas era normal que alguno de sus dos padres no estuviera en la comida y al no ver a su madre en la mesa, ya sabía la respuesta por lo que nisiquiera preguntó nada. Los 3 se pusieron a comer, el pollo que su madre había preparado estaba delicioso y se comieron todo lo que su padre les había servido, estuvieron platicando de como les había ido en su respectiva escuela y las dos dijeron que muy bien.

-Papá-dijo Sara-hay una película en el cine qué quiero ver con mis amigas ¿me dejas ir?-preguntó entusiasmada.

-Papá-dijo Manuela igual que su hermana-yo quiero ir al centro comercial a comprar una falda que vi.

-Mi amor-dijo sonriendo-hay algo que les tengo que decir-Simón vio la oportunidad perfecta y no iba a desaprovecharla.

-¿Qué papá?-preguntó frunciendo el ceño Sara.

-El doctor Juan Carlos, me llamo esta mañana para decirme que las dos están empezando a desarollar principio de anemia y por eso es necesario que empiecen cuanto antes el tratamiento para que combatir la enfermedad.

-¿Qué tratamiento?-preguntó Manuela un poco asustada.

-Hija, es necesario que les inyecte vitaminas-dijo con pesar.

-¡No!-grito Sara.

Sara se levantó rápidamente de la mesa y se fue corriendo a su cuarto. Simón supo en ese momento que con la que más batallaria sería con ella. Sara se encerró en su cuarto. Manuela también estaba asustada, pero le daba pena admitirlo delante de su padre, se consideraba mayor y quería ser valiente.

Miedo a las Agujas E InyeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora