Juan Pablo

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Era un chico de 17 años que tenia días con un leve dolor en la garganta, pero cómo el dolor se le quitaba no le tomó importancia. Bajo para desayunar e irse a la escuela. Su hermano mayor lo llevó al colegio, Eduardo no quiso decirle que por la tarde tenía que ir a su checo anual con su doctor de cabezara, para que no se preocupara, pues conocia tan bien a su hermano menor que sabía que le tenía mucho miedo a las agujas, pero que siempre Juan Pablo se hacía el valiente. Eduardo se fue a su trabajo y toda la mañana transcurrió de manera muy normal. A las 2 de la tarde fue por su hermano a la escuela y cómo lo vio muy relajado le dio la noticia. Conducia hacía su casa.

-Enano-le dijo tranquilo para no asustarlo-hoy a las 5 de la tarde tenemos que ir con el doctor Arturo Abantos.

-¿Por qué? ¿estas enfermo y no me lo habías dicho?

Eduardo se rio.

-No hermanito-le dijo riendo-eres tú el que tiene la cita.

-Yo-dijo alarmado-pero si yo no estoy enfermo-protesto.

-Eso ya lo sé, pero es tu chequeo anual.

-Esta bien-dijo convencido.

Juan Pablo estaba asustado, pues sabía que tenia días con dolor de garganta y el doctor podría descubrirlo y sabía que para su hermano mayor su salud era una de sus prioridades. Eduardo hizo la comida, no quería que su hermano llegara tarde a la cita con el médico, ya lo habia notado nervioso y le daba mucha ternura verlo así. Cuando terminó con la comida, fue a su cuarto para decirle que fuera a comer. Juan pablo no tenía hambre, pero se fue con su hermano. Los dos comieron muy agusto, platicaron de cosas interesantes, Eduardo quería que su hermanito estuviera relajado. Terminaron de comer y Juan Pablo se metió a bañar, mientras que Eduardo lavaba los platos. A las 4:30 salieron de la casa. Juan Pablo estaba tranquilo, lo cual tranquilizó a Eduafdo, ya que lo que menos quería era ver a su hermano mal. Llegaron al consultorio del médico faltando 15 mimutos para la hora indicada. La secretaria los paso a la sala de espera. Juan Pablo se estaba poniendo tenso, había niños llorando, pues además del consultorio de su doctor, había otro más. Para calmarse y que su hermano no se diera cuenta de cómo estaba se puso a jugar un juego en su celular, pero no logro calmarse. No queria enterar con el doctor. Tenía las manos sudadas, siempre que estaba nervioso le pasa eso.

-Juan Pablo Medina-dijo la secretaria-ya puede pasar.

Juan Pablo estaba muy tenso. Eduardo le sonrío para darle ánimos.

-Buenas tardes-dijo el doctor saludandolos.

Juan Pablo y Eduardo también lo saludaron.

-Sientense, por favor-les pidió-en que les puedo servir-dijo amablemente.

-Doctor Arturo el es mi hermano Juan Pablo-dijo Eduardo también amable -esta aquí porqué le toca su chequeo anual.

-Muy bien-el doctor busco de entre los papeles que había en su escritorio la ficha medica de Juan Pablo.

Cuando tuvo el papel en las manos, lo reviso con cuidado y vio que solo era un chequeo de rutina.

-Pasa a la camilla por favor-le pidió.

Juan Pablo trago saliva. Eduardo al verlo puso su mano izquierda sobre el hombro derecho de su hermano. Juan Pablo se puso de pie para ir a la camilla y el doctor también se levantó. Tomó su estetoscopio y se lo puso en el cuello. Juan Pablo se sentó en la camilla. Eduardo se puso a un lado de su hermano para darle ánimos y que supiera que estaba no solo en todo eso. El doctor empezó el chequeo. Empezó por los ojos, los oídos y no encontró nada fuera de lo normal.

-Abre la boca por favor-le pidió amable.

Juan Pablo lo hizo. El doctor tomó un bate lenguas y se lo metió en la boca para revisar cuidadosamente su garganta.

-Traes muy irritada la garganta-le dijo-¿no has sentido que te duele?-saco el bate lenguas de su boca.

-No-Juan Pablo no quería mentir, pero tampoco quería decir la verdad-bueno, en la comida tuve una pequeña molestia, pero nada más-dijo convencido.

-¿Es grave doctor?-preguntó preocupado Eduardo.

-No, si se trata a tiempo-dijo el doctor-tiene principios de infección, lo voy a tener que inyectar para prevenirla-dijo tranquilo el doctor.

Juan Pablo se puso palido del susto. El doctor fue a lavarse las manos para preparar el medicamento. Eduardo se le acercó para abrazarlo, conocía perfectamente el miedo de su hermano, era algo que los dos compartían. El doctor no tardo mucho en tener el medicamento listo.

-Listo muchacho, acuestate boca abajo por favor.

Juan Pablo quiso hacerla de valiente y se paro para desabrocharse el pantalón y se acostó. Eduardo se quedó sorprendido al verlo tan seguro y le dio mucho ver que su hermano estaba perdiendo el miedo. Se acostó en la camilla. El doctor puso una bandejita con la jeringa y el algodón con el alcohol cerca de él, después le bajo el bajo de la parte izqueirda. A Juan Pablo se le quito de golpe la valentía.

-Espere doctor ¿duele?-preguntó asustado.

-El líquido si, pero te la voy a poner muy despacio para que no te duele mucho y le puse anestesia-le dijo sonriendo al verlo tan asustado.

-No tengas miedo hermano, yo estoy aquí contigo-le tomó las manos para darle confiaza.

Juan Pablo puso se cabeza en la camilla. El doctor le paso por el glúteo el algodón y este se puso duro.

-Por favor-le dijo amablemente-no te pongas duro, porqué entonces si te va a doler mucho más.

-Enano-le dijo Eduardo para distraerlo-recuerdas que cuando tenías 7 años fuimos a la playas con nuestros padres y que tú correteabas a las gaviotas porqué querias atrapar una y que te enojabas porqué no podias hacerlo-le sonrío para calmarlo.

Arturo aprovecho que Juan Pablo estaba relajado y metió la aguja sin decirselo.

-Au-grito moviéndose bruscamente.

-No te muevas hermanito, por favor, para que sea rápido-Eduardo estaba preocupado.

-Duele-le dijo con lagrimas en los ojos.

-Calmate-le sobo la cabeza-no te pongas duro por favor-lo abrazo con fuerza.

Juan Pablo al sentir el abrazado cariñoso y sobre protector de su hermano se tranquilizó y el doctor pudo meter el líquido muy despacito. Eduardo le seguia recordando cosas de su infancia para distraerlo y funcionó. Arturo terminó de meterle el líquido.

-Ya fue todo-dijo sacando la aguja y subiendo su ropa.

Eduardo ayudó a su hermano a levantarse, le abrocho el pantalón y lo abrazo muy fuerte.

-Fuite muy valiente, yo en tu lugar salgo corriendo-le dijo al oído.

-Gracias hermano-le dijo Juan Pablo riendo.

Los dos se despidieron del médico y se fueron. Aunque ya habían comido Eduardo quiso compensar a su hermano y lo llevó a comer una hamburguesa.

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Diganme en los comentarios si les gustaría que hiciera otra vez una historia en varias partes, pero ahora de un o una adolescente que tenga miedo y sea difícil inyectar. Ustedes díganme. Muchas gracias por leer y pedir capítulos.

Miedo a las Agujas E InyeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora