Ana Parte 3

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La noche para Ana habia sido muy buena, ya no había tenido fiebre, su padre estaba con ella por si su hija lo necesitaba, pero por suerte no fue así. Cuando amanecio Héctor le tocó la frente de nuevo, para asegurarse de que su hija estaba mejorando con el tratamiento. Él se levantó de la cama para ir a preparar el desayuno, su hijo mayor debia de ir a la escuela. Ana debia de seguir en reposa, para que en pocos días estuviera recuperada por completo.

-Buenos dias papá-saludo Héctor.

-Buenos días hijo, ¿cómo amaneciste?

-Bien papá, voy a ir a ver a la princesa-le sonrío.

-Muy bien hijo, no tardes, porqué ya va a estar listo el desayuno, para que no se te haga tarde para irte a la escuela-le regreso la sonrisa.

-Si papá.

Héctor fue a ver a su hermana. Cuando entró al cuarto ya estaba despierta.

-Hola enana-le sonrío-¿cómo estás? -se sentó en la cama.

-Bien-se levantó de la cama para abrazar a su hermano-ya no tengo fiebre-le sonrío viendolo a los ojos.

-Que bueno enana, bueno me voy porqué tengo que ir al colegio-volvió a abrazarla y se fue a desayunar.

Después del desayuno, Héctor se fue al colegio. Ana bajó a desayunar, ya tenía un semblante diferente. El celular de Héctor el padre sonó.

-Bueno-respondió-si doctor entiendo, muchas gracias-colgó la llamada.

-¿Qué pasó papi?-preguntó con miedo.

-El doctor me llamó para decirme que no va a poder venir hoy mi amor, vamos a tener que ir al hospital nosotros-le sonrío para darle confianza.

-Papi, pero ya me siento mejor-dijo con pesar.

-Lo sé mi amor, pero es necesario que sigamos con el tratamiento, el doctor dijo que no lo podiamos suspender, porqué tu cuerpecito puede hacer resistencia al medicamento y la neumonia es peligrosa, hay niños que se han muerto por tenerla-le explicó-y yo no quiero que te pase nada malo, tu hermano y tú son la luz de mis ojos, los amo demaciado y si los llegara a perder me vuelvo loco-se agachó a su altura.

Ana lo abrazado muy fuerte con lágrimas en los ojos. Héctor beso la frente de su hija. Los dos desayunaron tranquilamente. Al terminar Ana se fue a acostar a su cuarto se sentía un poco cansada. Héctor fue a bañarse antes de ir al hospital. No tardo mucho en estar listo. Ana estaba dormida cuando su padre entró a su cuarto, no quiso despertarla y la cargo en brazos. Con mucho cuidado la acostó en el asiento de atrás del carro y se fue rumbo al hospital. Tardo un poco en llegar, ya que habia algo de tráfico. Al llegar Ana aun no se había despertado. La cargo con mucho y entró a la recepción del hospital. Fue directo con la secretaria del doctor.

-Buenos días-saludo-vengo con el doctor Eduardo Fonseca.

-Buenos días, el doctor no se encuentra, esta en urgencias, hubo un accidente y llegaron muchos niños heridos, ha cancelado todas sus consultas, pero me dijo que le iba a dar instrucciones a un enfermero para que inyecte a su hija.

-Muchas gracias.

-Voy a llamarlo, siente por favor-le dijo amablemente.

La secretaria llamó al enfermero, quien le dijo que el padre de Ana y él tenían que ir al cubiculo 9. La secretaria se lo dijo y él le agradeció.

-Papi-dijo Ana triste al ver el lugar donde se encontraba-¿a dónde vamos?

-El doctor Eduardo no está disponible mi amor, tenemos que ir con un enfermero-dijo caminando al cubiculo.

Ana empezó a llorar bajito. Héctor mientras caminaba le sobaba la espalda. El enfermero estaba afuera esperándolo.

-Buenos días pase-le dijo amablemente-me llamo Manuel.

-Mucho gusto, soy Héctor-se saludaron-mi hija se llama Ana.

-Hola pequeña-saludo sonriendo.

Ana lo saludo de mano. Manuel al verla supo que sería difícil inyectar a la niña. Él empezó a preparar todo lo que necesitaba. No tardo mucho tiempo. Héctor se quedó parado. Ana lo tenía agarrado muy fuerte, él no quería que su hija sufriera, pero sabía que era peligroso no tratarla, dio gracias a que esa inyección era la tercera y solo faltaban dos más. Manuel terminó de meterle el liquido a la jeringa. Le hizo señas a Héctor.

-Mi amor-le dijo agachadose para dejarla en el piso-tengo que quitarte el cinturón.

Ana no lo soltó. Su padre le despacho el cinto y también su pantalón. Volvió a cargar a Ana en sus brazos. La niña cada vez lloraba más. Su papá le bajo el pantalón.

-Pequeña-le dijo Manuel con cariño-no te muevas sale, para terminar rápido-le sonrío con un poco de pesar.

Ana dijo que si con su cabeza. Manuel bajo su calzoncito de la parte derecha. Ana por instinto se puso dura.

-No te pongas dura pequeña-pidio Manuel-por favor.

Ana se relajo.

-No va a pasar nada mi amor-le dijo su papá besandole la frente.

Ana lloraba a mares. Manuel limpio su nalguita con el algodón con el alcohol. Héctor le agarro las piernas con su mano derecha y la cabeza de su hija con su mano izquierda. Manuel le quito la tapita a la jeringa. Apretó el glúteo de Ana para que no le doliera.

-Vas a sentir un piquetito-le dijo antes de meter la aguja a su piel.

Ana brinco bruscamente al sentir el piquete. Le dolio mucho más que cuando el doctor la inyectaba.

-Papi-le dijo con hipo-me duele mucho, ya por favor.

-Ya falta poco pequeña-le dijo Manuel para tranquilizarla.

Metió el liquido rápido ya que Ana se estaba poniendo dura y la jeringa se podia tapar y no quería tener que volver a picar a Ana. Ana lloro mucho más cuando el líquido le dolio.

-Listo-dijo Manuel sacando la aguja.

Héctor subió la ropa de su hija.

-Muchas gracias-le dijo a Manuel.

-De nada señor.

Se despieron. Ana se quedó dormida en el trayecto a su casa.

Miedo a las Agujas E InyeccionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora