Era una de 10 años que tenía mucho tiempo enferma de una gripe que peligrosamente estaba avanzando para ser una enfermedad seria. Se desperto para irse al colegio, pero se sentía sumamente débil y cansada. Al bajar a desayunar su padre y hermano mayor notaron que algo andaba mal. Solo eran ellos tres en la familia.
-Enana ¿Qué te pasa? - preguntó Héctor su hermano.
-Me siento muy cansada-dijo sin ánimos.
-Hija-dijo Héctor el padre-¿Estás bien? - preguntó preocupado.
-No papá-dijo triste-me duele el pecho al respirar.
-Tiene fiebre Papá-dijo alarmado su hermano.
Su padre se paro rápidamente de su silla. Le tocó la frente y estaba muy caliente.
-Vamos al hospital-dijo preocupado.
-No papá-dijo Ana queriendo llorar-por favor, al hospital no.
-Hija-dijo tomándola en brazos-es necesario, ya esto no es una siemple gripe, princesa-le hablo con cariño-yo voy a estar contigo siempre-le sonrío para darle confianza.
Héctor le quito a su hija el uniforme del colegio y se puso un pans para que estuviera más comoda. Los tres salieron para el hospital. Ana iba muy nerviosa, su hermano sabía que su hermanita le temia a los doctor y que aunque no habia puesto resistencia, su padre y él no la pasarían nada bien al llegar al hospital, que en 10 minutos llegaron. Ana empezó a llorar.
-Mi amor-dijo su padre con pesar de verla mal-vamos baja del auto.
Ana dijo que no con su cabeza.
-Princesa-dijo el hermano-yo te cargo.
Ella se negó. Los dos bajaron del auto. Hector abrio la puerta de atrás para bajar a su hija.
-Papá por favor-dijo llorando-no me obligues a entrar, me da miedo los doctores.
-Ya lo sé mi amor-dijo el con mucha paciencia-pero tenemos que entrar.
Hector sabia que su hija no entraría por su voluntad, por lo que la tomo en brazos y entraron. Ana estaba temblando, Héctor la sentía cada vez más caliente. Decidió entrar por urgencias y pasaron rápido para ver al pediatra que estaba de turno.
-Buenos días-dijo él amablemente.
-Buenos días-dijeron padre e hijo.
Ana tenía su cabeza escondido en el cuello de su padre, lloraba bajito.
-Siéntense por favor, soy el doctor Eduardo Fonseca ¿en que les puedo ayudar?
-Yo hoy Héctor-se sentó en la silla con un poco de dificultad, pues su hija apesar de que era una niña era alta. La sentó sobre sus piernas-mi hija se llama Ana y está enferma.
-Desde cuando está así.
-Tiene cómo 3 semanas que tiene gripe, pero los medicamentos no han hecho ningún efecto y lo que es peor esta más mal que antes-dijo preocupado.
Eduardo al ver a la niña supo que no seria fácil convencerla de que se dejara revisar, pero su profesión le encantaba y tenia muchisima paciencia para tratar a los niños difíciles.
-Vamos a pasar a revisarla, sientela en la camilla por favor.
Héctor se paro, pero su hija lo abrazo apretandolo con fuerza.
-Papi-le dijo llorando.
-Tranquila mi amor, no te voy a dejar sola.
La sentó en la camilla, pero Ana se negaba soltarlo. Héctor su hermano fue hasta dónde estaba su hermanita para que supiera que también podía contar con él.
ESTÁS LEYENDO
Miedo a las Agujas E Inyecciones
De TodoNiños, adolescentes y adultos con miedo a las inyecciones y agujas