Capítulo 12

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Como siempre he dicho Prípiat tiene sus dos lados, los ricos y los pobres. Y esto al igual se aplica a la hora de morir, en el lado sur se encuentra uno de cementerios más asquerosos del pueblo donde apenas y el cadáver de algún familiar puede ser enterrado dignamente.

Gracias a que Peter fue un trabajador leal al condado de Prípiat y por sus méritos está siendo enterrado en el lado norte, en uno de los panteones más costosos, con un féretro de caoba color negro y diseños en dorado.

Peter no tenía a más nadie salvo a nosotros, siempre consideró al departamento como una familia y aquí estamos presentes. Casi todo el departamento de policía lo está, llevamos uniformes de gala.

Yo visto el uniforme de color negro con hombreras y medallas por reconocimiento científicos, mi falda lápiz que termina por encima de las rodillas con una medias altas del mismo color y tacones negros. Tengo mi cabello amarrado en un moño muy elaborado.

Las chicas visten igual que yo, mientras que Alec y el teniente Larry tienen lo mismo a diferencia de los pantalones negros. Mi superior cruza miradas conmigo y asiente lentamente notificando la señal.

Doy un paso firme al frente. En Prípiat no se tiene la costumbre de poner bandera cuando cae un oficial, somos más sentimentales en eso. Dejamos algo como última voluntad del fallecido.

Me acerco a paso lento hasta el hoyo donde está una de las personas más carismáticas que conocí.

No debía morir así.

Pero a veces la lealtad tiene un precio muy alto.

Y el no guardar secretos tiene consecuencias fatales. 

El cielo está gris, seguro lloverá en unas horas o quizás justo ahora ¿Pero qué importaba? Miré la dalia entre mis dedos.

― Perdóname, aunque nunca te lo dije te consideré como un verdadero amigo. Gracias por todo lo que hiciste por mí ― arroje la dalia y me di vuelta hasta mi lugar.

― ¿Una dalia? ― me pregunta Sofia una vez que llegué a su lado. ― Son muy difíciles de conseguir ¿Por qué tiraste esa flor?

― Una vez ― comienzo hablar mientras miro a las demás personas arrojar flores blancas ― estando recién graduados de la academia Peter me comentó que las dalias eran sus flores favoritas debido a que eran tan peculiares en Prípiat y encontrar una de esas era tan difícil como encontrar una aguja en un pajar. Cuando las vi por primera vez, me gustaron y nos hicimos prometer que el que muriera primero tiraría una dalia en la tumba del otro como última voluntad.

Me callé cuando sentí que la voz me temblaba y los ojos se me empañaron.

― Es una promesa muy bonita ― susurra Dayi tomando mi hombro ―, tantos años y lo recordaste.

― Si yo fuera la que estuviera en ese ataúd Peter haría lo mismo por mí.

Nos quedamos en silencio observando el ambiente cubierto de nostalgia, después de que todos lanzaran las flores, tocan algunas trompetas y las lágrimas ruedan por mi rostro cabizbajo. Luego llega tres hombres con overoles grises con sus palas y empieza a tirar tierra sobre el hoyo.

El teniente y Alec están del otro lado observando. Veo como mi superior atiende una llamada con toda la pesadez del mundo, habla unos cuantos minutos terminando de cerrar los ojos y exhalando aire para calmarse.

Cuelga la llamada y le dice algo a Alec al oído, Alec lo mira unos segundos pestañeando lento y asiente, me mira y camina hacia nosotras.

― Chicas debemos irnos ― habla cuando ya está al frente de nosotras.

La Dalia NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora