Capítulo 23

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Abro los ojos de golpe y me incorporo rápidamente en la cama. Miro a mi alrededor para situarme, porque tantos viajes al pasado, o al presente, o a lo que fuese esto último, van a volverme loca. Salgo de la cama y voy a paso rápido hasta la pared que ya me conozco de memoria, empujo la piedra, entro dentro, enciendo la luz y voy directa a la mesilla de noche como ha hecho Elise apenas unos minutos antes, ¿o años?, la verdad es que no sé como funciona toda esta paradoja temporal. Aparto la mesilla, me agacho y quito el zócalo que ella me señalo. Meto la mano sin pensármelo mucho, porque como empiece a pensar que ese agujero lleva años ahí y que debe de estar plagado de polvo, telarañas, y vete a saber tus qué más, le dan por culo a la barita de saúco. Finalmente, toco una especie de cajita y la cojo. Cuando la saco me sorprendo al verla limpia, como si los años no hubiesen pasado por ella. Debe de ser algún tipo de hechizo. Eso sí, mi mano está llena de mierda. Resoplo. Dejo la cajita en la mesa, voy al baño corriendo, me lavo las manos, y vuelvo a la habitación secreta.

-Bueno, ha llegado el momento. -Me digo a mí misma. Destapo la caja con cuidado y no sé que era lo que me esperaba, pero desde luego no plumas. -¿Pero qué? -Digo alzando la cajita y moviéndola para ver las plumas desde otras perspectivas. Son dos plumas, una más pequeña que la otra, ambas de un color marrón rojizo, que se oscurece un poco más en el centro, y en el otro extremo de las plumas, en la parte de arriba, tienen varios colores como gris, verde, azul, blanco y negro. Observo que las dos están atadas y juntadas y cuelgan de un hierro. -Así que la barita de saúco ha resultado ser un pendiente. Esto sí que no me lo esperaba. -Al final, llevada por la curiosidad, toco el pendiente, es solo un instante, pero de repente siento como una onda de poder, que empieza en mi dedo, y cada vez se va haciendo más grande hasta envolver toda la habitación. Estoy anonadada mirándolo todo a mi alrededor, callada, casi sin respirar, con el corazón latiendo a mil por hora, sin tocar ya las plumas, esperando a que pase algo, no sé el que, algo, una explosión, una hecatombe, que entre alguien en mi habitación a toda prisa gritando que coño estoy haciendo, pero no pasa nada. -Vale. -Digo alargando las vocales. -Casi que mejor te quedas aquí guardado. -Digo mientras vuelvo a tapar la caja y a guardarla en el abejero del zócalo. -Más tarde me ocuparé de ti.

Al final salgo a mi habitación y cuando miro la hora veo que falta nada para la cena, así que me preparo rápidamente, me pongo un vestido blanco, largo, pero que me gusta porque tiene una obertura en medio y me permite andar sin problemas. Me pongo los primeros zapatos blancos de arreglar que encuentro, me maquillo un poco, me hago una coleta y salgo de la habitación.

Al llegar al salón principal, me encuentro a muchas personas ya en él. Busco con la mirada a mis amigas pero no las encuentro, en cambio, sí que veo a mi madre hablando con Fabio y no parece que estén teniendo una conversación muy agradable, pienso en si ir o no a ver que pasa, pero aparece Gabriel vestido con un esmoquin en mi campo de visión y se me olvida todo lo demás. Voy hacia él porque todavía no me ha visto, esta hablando con su hermana y su sobrina, y cuando estoy a punto de llegar nuestras miradas se cruzan y él sonríe.

-Estás preciosa. -Me besa.

-Tú más. -Es lo único que le puedo decir antes de que Lexie reclame mi atención.

-¡Mira Iris!. -Dice señalando su pelo. -Mamá a aprendido por fin hacerme peinados de princesas. -Dice sonriendo y feliz.

-Qué remedio. -Dice Maya y me río.

-Eres la más guapa de la fiesta Lexie. -Le digo y ella asiente con vergüenza.

-Pero me faltan las flores. -Dice refiriéndose a las que yo le puse en el moño la última vez.

-Sí, lleva dándome la lata toda la tarde con las flores, pero yo no sé a cuáles quiere. -Me dice Maya.

-Las tengo en mi habitación. -Les digo, siempre que paseo por el jardín me llevo unas margaritas y las pongo en agua. -¿Las vamos a buscar y te las pongo?. -Le preguntó y ella asiente contenta.

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