Capitulo 9

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Llevaba al menos dos horas intentando que le saliera al menos un resultado decente y lo único que agradecía es que Alessa también estaba en pociones avanzadas y no tenía tiempo de estar encima de él, aunque Black a veces no conocía el término "privacidad" y no porque le estuviera respirando en la nuca, sino porque llevaba una hora y media sentado en la mesa de enfrente viéndolo fijamente.

Ya había recuperado sus parches y el único que había rebuznado en contra, había sido Black porque "ya no podía sentir su delicioso aroma" pero lo que ese idiota no entendía era que lo hacía por seguridad y  porque no quería pasearse por la escuela oliendo a alguien.

–¿Por qué no le preguntas a Slughorn?– preguntó el alfa.

–Slughorn ya me enseñó todo lo que podía y si le pregunto me dirá que "haga algo menos ambicioso"–

–No me imagino a un slytherin diciéndole eso a otro slytherin–

–Ni siquiera sé porqué estuvo en slytherin, ese viejo no tiene ambición, con lo único que cumple es con el menosprecio a los mestizos o hijos de muggles–

–No los menosprecia–

–¿No lo hace?– levantó la mirada enfadado.

–Me dijo en primer año que "era demasiado bueno como para ser un mestizo"–

–Eso es un halago– dijo Black sin verle lo malo. 

–¡¿Lo ves?! ese es el problema ¡no es un halago!. Ser mestizo no rebaja mis habilidades mágicas y ser un sangre pura no te garantiza ser bueno en todo–

–No lo dice por eso... lo dice porque ustedes no crecieron en el mundo mágico, es más difícil que se adapten a las cosas mágicas–

–Creí que estabas en contra del purismo de sangre–

–¡Lo estoy! yo no pienso que los hijos de muggles son una escoria–

–¿Y qué quieres que haga? ¿aplaudirte por no ser un zoquete?–

El más alto se veía muy confundido, quizás porque las únicas reacciones que había recibido eran felicitaciones o rechazo, rechazo que solo hacía crecer su ego al igual que las felicitaciones, así que recibir una respuesta que no contribuye con ese factor en común seguramente había fundido su cerebro.

Volvió la mirada a su poción y el liquido había cambiado de color, ¿cuanto tiempo lo había dejado?, volteó a ver el reloj y llevaba un par de minutos demás, apagó el fuego rápidamente y sacó una muestra.

¿Y si...? sacó un pétalo de la flor que había recogido el otro día, se alejó un poco y lo depositó sobre la mezcla... ¡no explotó! depositó el líquido del tubo de ensayo en un recipiente más ancho y empezó a agregar pequeñas porciones de los demás ingredientes.

Tan solo faltaba el último y la mezcla se veía decente, agregó un poco de jugo de díctamo y sus esperanzas se desvanecieron cuando el líquido se hizo espeso; apoyó sus codos a los lados del recipiente y recargó su rostro sobre sus manos, estaba algo cansado.

Su cerebro se había desconectado por un momento, olvidando que no sabía sobre los efectos que podrían tener los vapores de la poción, se quitó rápidamente y de repente sintió como sus ojos picaban.

Se quejó mientras cubría sus ojos y Sirius se acercó rápidamente, buscando cualquier indicio de dolor o alguna herida. 

–¿Tengo los ojos rojos? me pican un poco– preguntó mientras se descubría la cara y abría los ojos con dificultad.

–Wow– expresaron los dos al mismo tiempo pero por distintas razones.

Por un lado estaba el más alto, viendo como los ojos negros del omega se habían transformado en unos brillantes y algo irreales ojos dorados; eran como oro liquido que resaltaba con la piel aperlada del omega.

Y por el otro lado estaba el más bajo, viendo a través del hechizo glamur que traía puesto el alfa, ni siquiera había notado que traía uno pero ahora sí, podía ver con claridad las ojeras, uno que otro granito y una ligera sombra sobre el labio superior del contrario; Sirius... Sirius lucía como un adolescente y no como un dios griego e inalcanzable que siempre lucía perfecto.

–Luces hermoso– susurró el alfa.

–Te está saliendo bigote– de verdad estaba intentando no reírse pero la expresión de horror del contrario estaba haciendo que el trabajo fuera muy duro.

–¡No me veas!– ordenó mientras apartaba avergonzado el rostro.

Severus llevó sus manos hacia el rostro de Sirius y dijo divertido –Está bien, solo luces como un mortal– mientras intentaba no reírse.

–No, me veo mal–

–Claro que no, siempre luces bien–

–¿Eso crees?– preguntó en un susurro mientras lo volteaba a ver esperanzado, su corazón se ablandó por un momento pero no caería tan fácil.

–Eso dicen tus amantes– respondió ácidamente para después empezar a escribir algo en su diario de pociones.

Pasaron juntos una hora más y Black se escudó en que "tenía que ir a buscar a James" para irse, por fin dejándolo con la paz de su soledad.

La puerta se abrió de repente y Zabini apareció –Ugh, apesta a perro. ¿Qué hacía aquí?– preguntó molesta.

–Ruido de fondo–

–¿Desde cuándo te gusta trabajar con ruido de fondo?–

–Desde que ningún ser humano es lo suficientemente silencioso– respondió sin desviar la mirada de su poción pero sintiendo como la italiana remplazaba el aroma de Sirius por el de ella.

–¿No sabrás dónde conseguir ratas? de pura casualidad– preguntó mientras se acercaba a su caldero.

–¿Para qué?–

–Mi nuevo veneno actúa en base a los genes de las víctimas–

–¿Cómo?–

–Si una persona tiene predisposición a alguna enfermedad, morirá por esa enfermedad–

–A veces eres escalofriante–

–¿Qué puedo decir? me gusta el dinero–

–¿Qué le dirás a Slughorn?–

–Depende de la causa de la muerte de la rata que use en la muestra–

–¿Tienes el antídoto?–

–Tengo un borrador pero necesito el veneno primero, ya sabes– explicó mientras contaba sus ingredientes.

–Yo ya tuve suficientes resultados por hoy, iré a la biblioteca para hacer algunas correcciones– por primera vez en el momento, conectaron miradas y la cara de la morena palideció ligeramente.

–¿Qué le sucedió a tus ojos?–

¿Ella también usaba un hechizo para perfeccionar su rostro? –Lentes de contacto– respondió sin dudar.

La alfa no parecía muy convencida pero lo dejó pasar y se despidieron, aunque claro, ahora el omega apestaba a una mezcla de Sirius y Alessa.

Parches para el aromaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora