❝ ┊ No acoses a Jeon Jungkook ﹋ ❞
𝗞𝗮𝗻𝗴 𝗦𝘂𝗻 𝗬𝗵𝗶𝗲 pasa gran parte de su tiempo espiando a 𝗝𝗲𝗼𝗻 𝗝𝘂𝗻𝗴𝗸𝗼𝗼𝗸 bajo la excusa de que gracias a su fama ganada por el boxeo, su cara en los periódicos garantizaría más ventas. Por lo tan...
Eran las tres de la mañana cuando regresé a casa. Jeon me había dejado en la porche y había esperado a que entrara en mi hogar para marcharse.
Al cerrar la puerta solté un suspiro, intentando acomodar la ola de pensamientos que me atacaban. Habían pasado demasiadas cosas en un par de horas y debía asimilarlo todo.
—Sun Yhie...—la voz de mi madre me hizo volver a la realidad. La observé, percatándome de sus ojos llorosos y de la presencia del tío Seokjin a su costado.
Sin darle muchas vueltas y dejando mi egoísmo e inmadurez a un lado corrí hacía ambos mayores que habían dado toda su vida por mí y me lancé a sus cuerpos envolviéndonos en un abrazo. Los sollozos de mamá se hicieron presente y luego de darles un pequeño apretón me separé.
—Lo siento, no debí comportarme así—dije mirando a ambos mayores apenada.
—No amor, soy yo la que lo siente, fue mi error no contarte, pero tenía miedo de tu reacción— de forma entrecortada hablo mamá, me sentí mal conmigo misma por ser la causante de sus lágrimas.
—Mamá— me acerqué a ella y con mis manos retiré las lagrimas de su rostro.—Eres libre de volver a enamorarte, de quien sea—dije dándole una pequeña sonrisa a Seokjin, el cuál tenía sus ojos cristalizados.—No soy nadie para prohibirte amar a el tío Seokjin—mi progenitora soltó un suspiro entrecortado. Le sonreí intentando calmarla.—Solo no te olvides de papá— pedí, envolviendo nuevamente mis brazos en su cuerpo.
Asintió varias veces con su cabeza mientras me susurraba que nunca podría olvidarse del primer amor de su vida.
—Suho lo sabía ¿Cierto?— pregunté, Seokjin asintió.
—Lo supo hace dos meses— respondió el único ser masculino de la casa, asentí.
—¡Mujer deja de llorar!— protesté secando las lagrimas de mamá una vez más, haciendo que ambos mayores rieran. Me estaba esforzando para hacerlos reír, no quería verlos más llorar.
Y mucho menos por mi causa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La pantalla de mi celular mostraba la hora, siete y media de la noche y yo me había antojado de ir a por unos chocolates a la tienda más cercana.
Me coloqué el gorro de mi capucha, cubriendo mi cabello mientras me dedicaba a caminar de forma relajada. La música que llegaba a mis odios a través de mis audífonos hacía que quisiera mover mi cuerpo de un lado a otro, me contuve claramente al estar en una vía pública.