Acompañante

VIII

Para cuando llegaron las dos semanas del miércoles, Jimin había experimentado una gran cantidad de emoción.

Después de su extraña torpeza en su primera sesión con YoonGi, Jimin concluyó que el encuentro había sido un verdadero éxito. Él no estaba buscando una fantasía. Sólo estaba buscando una manera de deshacerse de su virginidad, una forma fácil y sin problemas ni complicaciones.

YoonGi era talentoso, servicial, atento y muy atractivo. Y su profesionalismo hizo que el primer compromiso fuera exactamente lo que había estado buscando.

No podía imaginar que el segundo compromiso fuera un problema. Probablemente iría de la misma manera, sólo con relaciones sexuales en lugar de sexo oral. Debido a que tuvo una buena impresión de su primera sesión con YoonGi, comenzó a anticipar la segunda.

Él todavía estaba nervioso. Pero, a medida que pasaban los días, su emoción se hizo más fuerte que su miedo.

Así que Jimin llegó al hotel a las seis en punto. Siguió la misma rutina de antes: se bañó, se afeitó, aplicó loción, contó el efectivo, bebió una copa de vino y se sentó en una silla esperando a YoonGi. Mientras su vientre estaba revuelto de nervios.
Pero estaba bastante seguro de que no iba a salir tan mal. Él había sido virgen por veintiún años. Y había pasado muchos de esos años esperando dejar de serlo. Y ahora finalmente iba a suceder.

Cuando YoonGi tocó la puerta, se acercó para dejarlo entrar sin el más mínimo impulso de esconderse en el baño.

Esta noche, llevaba todo negro. Pantalones negros, camisa de vestir negra y unos zapatos de cuero negro muy caros.

Él le sonrió, exactamente como Jimin esperaba que lo hiciera. Urbano y sensual. Infinitamente practicado.

—Hola,— dijo Jimin alegremente, guiándolo de vuelta a la habitación. —Te ves genial y sigiloso esta noche.

YoonGi parpadeó y se miró a sí mismo.

—¿Sigiloso?

Jimin alzó las cejas, en una expresión que reflejaba la suya, y le ofreció una copa de vino.

—Todo negro. ¿Estás escondiéndote en las sombras, YoonGi?

—No si puedo evitarlo.— Su tono de voz seco combinado con esa contracción atractiva de su boca causó que Jimin resoplara. Cuando dejó su maletín de cuero en la silla, se movió para pararse a su lado.

—¿Qué cosas trajiste hoy?

Lo primero que sacó de su estuche fue un vibrador delgado en su embalaje original.

—Como te lo prometí.

Sus labios se separaron, aceptó el vibrador y lo miró.

—Gracias. Fue amable de tu parte que me lo consiguieras.

—Podemos usarlo esta noche, si quieres, puede ser útil en los juegos previos, y puedo mostrarte algunas formas de usarlo. — Cuándo Jimin simplemente lo miró, agregó: —Pero sólo si no te hace sentir incómodo.

Obtener lecciones de cómo usar un vibrador por parte de un escort masculino puede hacer que cualquiera se sienta un poco incómodo y extrañado, pero a los ojos de Jimin, parecía una idea bastante práctica.

—Eso estaría bien. Extraño, pero bien.

—¿Por qué extraño?

Jimin entrecerró los ojos.

—¿Le has enseñado a otros hombres a usar vibradores?

—Por supuesto.

—Oh — un poco desconcertado por esta respuesta, concluyó: —Supongo que no es tan extraño después de todo.