Capitulo 4- La otra perspectiva

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Antes de volver a Kanto:

Esa noche, Akane llegó con la carga de leña que recolectó sin demostrar cansancio pues para ella, no era ningún esfuerzo acarrear un montón de madera cortada por muy pesada o gruesas que estas sean. Tora, quien estaba sentado en un tronco botado de forma horizontal, esperaba a que las chicas llegaran con la leña para hacer el fuego, mientras jugueteaba con la luz de su linterna. Por su parte, Senju jugueteaba con una varilla dibujando figuras abstractas en la tierra.

— ¿Por qué se demoran tanto? — Preguntó Senju — tengo frío

— No lo sé — respondió Tora — pero me preocupan — él iluminó con su linterna hacia la dirección por donde Chifuyu y Akane fueron a buscar leña, y en ese instante la albina llegaba con una carga enorme de madera, Tora se puso alerta a penas la vio llegar, pues notó algo extraño, por supuesto, era que ella llegó sola notando la ausencia de Chifuyu.

— ¿Y Chifuyu? — preguntó él poniéndose de pie de manera abrupta

— Se quedó en el sendero, dijo algo que no entendí ... sentimos una ventisca y ella se dirigió en dirección al claro y me pidió que volviera aquí

— ¿Y la dejaste sola? — respondió Tora cruzándose de brazos

— ¿Estando de noche? ¡Estás loca, Akane! — terció Senju poniéndose de pie ella también. Al igual que Akane, Senju era una chica delgada de estatura bajita y piel clara, su cabellera blanca, era corta hasta un poco mas abajo de la nuca con las puntas onduladas, y sus ojos celeste claros, estaban enmarcados en unas gruesas pero cortas pestañas

tan blancas como su pelo.

— ¡Pero, pero no estábamos tan lejos de aquí! — dijo Akane poniéndose un poco nerviosa— se detuvo un momento, y creí que venía de tras de mi.

— ¿En qué parte del bosque estaban? — preguntó Tora con seriedad, como reprendiendo a la albina por la situación que estaban viviendo

— en el sendero de flores que está por allá — dijo Akane indicando con el dedo el oscuro camino por el que llegó

— Bien, iré por ella— dijo Tora— chicas, quédense aquí por si regresa

— Si — dijeron ambas al unisonó.

El joven profesor comenzó a caminar sigilosamente, mientras iluminaba con su linterna el frondoso camino de árboles gruesos y espesos arbustos hasta llegar a un lugar más despejado, un sendero bordeado de flores, (el mismo en el que horas antes las chicas recolectaban leña) pero de pronto su luz comenzó a parpadear indicándole que necesitaba más baterías pues las que tenía ya se estaban agotando, por lo que tuvo que correr de vuelta al campamento, sin darse cuenta de que estaba caminando en círculos, sus pies lo llevaron de vuelta al sendero. Frustrado y desesperado comenzó a buscar un indicio, una piedra o algo que pudiera reconocer para no volver a perderse, pero nada le podía dar una referencia clara de cuál era el camino correcto, salvo una luz lejana como de fogata, que se encontraba muy cerca de lo que parecía un claro; fue lo que acaparó la atención del matematico. Él se preguntó de adonde había salido, pues no recordaba haberla visto antes. Entonces sacó la rápida conclusión de que quizás siempre estuvo ahí, pero Tora estaba muy ocupado buscando a Chifuyu con la ayuda de una linterna que no le servía de mucho en aquel momento obligándose a regresar al campamento.

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