Capitulo 34 - Obsesión... delirio... placer.

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La verdosa agua de la matriz inundaba el suelo hasta el punto de que, a los presentes, les llegaba más arriba de los talones, formando pequeñas corrientes que lograban desequilibrar un poco a Luna y a Hina. Esta última, aún conectada a la transfusión, estaba sentada en una silla que se movía de un lado a otro con la corriente del agua. Sin embargo, eso no le preocupaba en absoluto al anciano y loco científico-hechicero, ya que estaba acostumbrado a ello. En realidad, Kisaki estaba más preocupado por la mujer que yacía en el suelo empapado, temblando y retorciéndose como un pez fuera del agua.

—¡Esto es un desastre! —exclamó con rabia Luna, quien no dejaba de mirar sus zapatos, al tiempo que levantaba un poco la falda de su largo vestido negro en un gesto de repudio.

Kisaki no le prestó atención. Simplemente se limitó a tomar a la chica avatar en sus brazos y dejarla sobre una mesa de acero, al lado de la que se encontraba Hina.

—¿En serio no tienen un mejor sistema para que estas personas salgan de esa mole de vidrio llena de agua? —espetó Luna, bastante irritada.

—¿Cuál es tu problema, querida Luna? —preguntó Kisaki sin apartar los ojos de la avatar, quien apenas respiraba.

—¿Mi problema? —repitió Luna—. ¿Acaso me está tomando el pelo?

—No, por supuesto que no —respondió el hechicero, ahora colocándole un aspirador en la garganta a su creación.

—¿No ve el problema aquí? —insistió la chica, ya casi desbordada de irritación.

—¿De qué estás hablando? —preguntó Kisaki con voz desinteresada, mientras revisaba los signos vitales de la nueva avatar, cuya expresión en sus ojos, ya abiertos, era de absoluto vacío.

—¡Que deja todo el lugar hecho un río! —chilló Luna—. ¡Y de paso arruina mis zapatos favoritos!

—Bueno, querida, usa un hechizo reparador —respondió Kisaki, encogiéndose de hombros—. Es así como arreglo la matriz cada vez que nace un avatar... —explicó, quitándole importancia a los berrinches caprichosos de Luna—. Y por favor, deja el melodrama, estoy muy ocupado en este momento.

Hina no pudo reprimir la carcajada ante toda esa situación; ver a Kisaki y a su asistente en ese contexto le evocó la imagen de una extraña y bizarra pareja de matrimonio.

—¿De qué te ríes? —gritó Luna.

—No... no... nada... —dijo Hina, aún sin parar de reír—. Pero creo que tuviste suerte al no pertenecer a Elementis. Digo, el agua no es tu mejor amiga, ¿verdad, "Querida Luna"? —se burló la joven hechicera.

—Eres una... —comenzó a decir Luna, alzando la mano de manera amenazante, no para golpear a Hina, sino para lanzarle un hechizo. De la punta de sus dedos comenzaron a salir pequeños y destellantes rayos de luz azul, que poco a poco formaban una esfera de energía llena de electricidad.

—¡Basta! —exclamó Kisaki, interponiéndose entre ambas chicas.

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