Capítulo 7- El progenitor.

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Keisuke y Kisaki se dirigieron al laboratorio de un edificio abandonado ubicado en las afueras de Tokio, muy cerca del bosque donde se encontraba la comunidad de aquelarres; Kisaki era uno de los líderes más antiguos, llegando ser el líder de Keisuke cuando este se iniciaba en la hechicería y antes de él , líder del señor y la señora Baji en su juventud y desde esa época que aquel loco hechicero científico se mantiene física y mentalmente. Pero para la comunidad de hechiceros no era raro que una persona de ochenta años como Kisaki aparentara unos cuarenta años o menos, sobre todo, porque el mito de la fuente de la eterna juventud, en realidad no era ningún mito, sin embargo, era opción de cada quien si bebía de esa agua o no.

Keisuke miró a su alrededor como si buscara algo; él conocía muy bien ese laboratorio, tanto como la palma de su mano; y sabía que algo faltaba. Se acercó a la matriz; una enorme e imponente cápsula de cristal que abarcaba casi toda la muralla norte de la habitación. Esta contenía un líquido turbio y verdoso; sin embargo, aún faltaba algo. Y fue cuando se dio cuenta de que dentro de la cápsula debía haber un cuerpo flotante, pero no había nada más que agua, en su interior no se encontraba ningún vestigio de vida, ninguna criatura humanoide como debiera ser. Lo cual para él era algo sospechoso.

Kisaki se acercó a un estante con gavetas llena de frascos y tubos de ensayo que contenían pociones y extraños líquidos. Tomó una pequeña ampolla alargada cuyo contenido era un líquido azul eléctrico; y mientras Keisuke aún contemplaba la matriz vacía, Kisaki a su espalda se ocupaba de verter aquel extraño líquido azul en una jeringa de acero.

— Está vacía. — observó Keisuke sin despegar los ojos de la cápsula llena de aquel verdoso líquido amniótico, — ¿no ha preparado al progenitor o es que acaso aún no tiene a alguien? — preguntó con curiosidad.

— Sí, ya tengo en mente a alguien — dijo Kisaki.

— ¿Y dónde está? — preguntó Keisuke mirando a todas parte. Ignoró el objeto que el hechicero científico tenía en la mano, pues para Keisuke era normal ver a Kisaki con jeringas, tubos de ensayos o vaso de precipitado llenos de algún líquido de color llamativo. Enseguida él volvió a mirar la matriz guardando sus manos en el bolsillo de su chaqueta — así que, aún no lo ha preparado — comentó el joven hechicero. Kisaki se le acercaba por la espalda con lentitud

— Ya pronto estará listo — respondió el hechicero científico en un tono misterioso que Keisuke no dejó pasar. De pronto, él sintió a Kisaki tan cerca que estaba seguro de que tenía algo raro en mente, giró sobre sus talones, pero no logró reaccionar a tiempo; Kisaki le había clavado la aguja justo en la yugular y el efecto fue inmediato. Keisuke intentó moverse, pero los músculos de todo su cuerpo se agarrotaron, de pronto ya ni siquiera las piernas les respondían, se les durmieron las extremidades superiores, la vista se le nublaba y extraño escalofríos recorría su espinazo. En el lapso en que experimentaba esas desagradables cesaciones, fijó sus ojos a los de Kisaki y se preguntaba que hizo pare haber merecido algo como eso, literalmente sintió que era el fin de todos sus días, lamentándose de haber accedido ir con Kisaki, de haber sabido que era una trampa, no había dejado a Chifuyu sola, no la habría hechizado para que se quedara esperándolo en la casa hasta que volviera. Pero era tarde para lamentos, y tristemente jamás conocería a sus hijos, jamás los vería crecer o jugaría con ellos. Nunca conocería a su hermano mayor desaparecido, ni estaría para contemplar la evolución de Hina en la hechicería.

Tal vez si debió hacerle caso cuando ella se lo advirtió, pero lo que más lamentaba, era no haber sido tan cariñoso con Chifuyu como ella se lo merecía realmente.

Finalmente cayó al piso inconsciente apenas respirando con debilidad, Kisaki sonrió de lado satisfecho por haber logrado su primer objetivo. Tomó a Keisuke por las axilas y enseguida lo cargó sobre sus hombros para llevarlo al sótano donde se hallaba una camilla y otras herramientas de medicina. Lo acostó boca arriba y amarró sus brazos por sobre la cabeza al respaldo de la estrecha, fría y dura cama. Enseguida amarró los pies y por último le arrancó la ropa reduciéndola a jirones dejándolo solamente en boxes. Kisaki posó su mano en el definido y bien marcado abdomen de Keisuke, y del ombligo de este, comenzó surgir mágicamente una especie de cordón umbilical de color lila grisáceo que segundo a segundo comenzaba a crecer un milímetro.

— Nos vemos en un par de días... NÚMERO 30 — dijo Kisaki sonriendo de lado, enseguida se alejó de Keisuke y salió del sótano para volver al laboratorio donde se encontraba esa gran matriz de agua verde, que ahora ya no estaba vacía, en su interior un nuevo ser comenzaba a formarse. Era una criatura no muy grande, era más bien la forma de un niño de más o menos diez años que poco a poco comenzaba a transformarse en un adolescente. En antiguas época aquel experimento era de procesos lentos que duraban meses, pero el avatar de Keisuke era la evolución y aquel proceso se aceleraba mas con la ayuda de la ciencia y de la magia, pero por sobre todo, de la magia y la fortaleza que su progenitor tenia.

Fue entonces que Kisaki se cuestionó como rayos no comenzó su experimento usando a Keisuke de conejillo de indias desde el primer momento. De haber sabido que su asistente tendría tanto poder incluso sin su ayuda, no habría aceptado ningún pacto con él y simplemente lo habría agarrado y usado como lo hizo con los progenitores de sus otros Avatares.

— Es una lástima que tengas que morir, querido asistente... pero ya lo sabes, lo hago por el bien de la magia.

¡¡Gracias por leer!! ^^

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