Capítulo 23- Interrogatorio.

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Chifuyu aún seguía aferrada al cuello de Keisuke, cual náufrago rescatado; no se había despegado de él desde que reaccionó. De eso habían pasado diez minutos.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó él, aún acunando a Chifuyu en sus brazos.

— Algo confundida, ¿qué ocurrió? — quiso saber ella. Keisuke acarició sus labios, dibujando el contorno de estos con su pulgar, y le sonrió antes de darle un breve beso.

— Al parecer no lo recuerdas — comentó como si no fuese obvio.

— No mucho... es decir, algo, no estoy segura. Recuerdo que bebí de mi vaso y luego todo se borró, no recuerdo nada más.

— Lo importante es que ya estás bien — se acercó para besar su frente una vez que la ayudó a volver a acostarse sobre la almohada. Enseguida se puso de pie y, asomándose por la puerta de aquel cuarto, llamó a su hermana, quien estaba con los demás en la sala esperando noticias. Hina, un tanto asustada, se acercó a él y Keisuke la hizo pasar a la habitación.

— ¿Te puedes quedar con ella por un momento? Debo ocuparme de algo.

— Pero... — suspiró — está bien, es sólo que quería participar en el interrogatorio y ver que no pierdas el control de nuevo — Keisuke desvió la mirada sin decirle nada al comienzo, tragó saliva y volvió a mirar a Hina y, enseguida, a Chifuyu, quien dormía plácidamente esta vez.

— Necesito que la cuides, mantenla aquí mientras hablo con Luna.

— De acuerdo, lo haré — respondió Hina, no muy convencida ante la petición de su hermano.

— Oye, ¿tú estás... estás bien? — preguntó el hechicero, posando su mano en la mejilla de la chica.

— Sí — dijo ella con una leve sonrisa que no se reflejaba en los ojos.

— Lamento si te asusté allá afuera.

— No pasa nada, todo está bien... solo intenta controlarte esta vez.

— Sí, lo prometo — respondió él, dedicándole la misma sonrisa a su hermana. Enseguida, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Entonces, él apareció nuevamente en la sala. Los hermanos Mitsuya se encontraban sentados en el gran sofá frente a la chimenea, Luna sentada entre Takechi y Mana. Keisuke, imponente, se paró frente a ellos.

— Bien... ya que esta noche promete ser de grandes revelaciones... pues que así sea.

Caminó hasta uno de los pequeños butacones y, al tiempo que se sentaba, comenzó a hablar. Al comienzo con tranquilidad, pues le había prometido a Hina que trataría de controlarse, pero dudaba poder cumplir con esa promesa, sobre todo si se trataba de interrogar a Luna.

— Dinos, Luna... ¿qué te ofrecieron a cambio de matar a Chifuyu?

La aludida no respondió de inmediato. Sus dos hermanos clavaron sus ojos en ella. Estaban algo confundidos, pues Keisuke y Luna hablaban de un tal Kisaki que no sabían quién era. De hecho, Takechi y Mana ni siquiera estaban seguros de si aquella conversación les competía. Pero dado que Keisuke le pidió a Takechi que averiguara quién fue el culpable, y el peli plateado asegurando que fue su hermana por aquel truco del camaleón, Keisuke le ordenó que llevara a Luna ante él. Y el único varón de los Mitsuya accedía casi con orgullo, pues sabía que su hermana menor era capaz de hacer cosas como esas con tal de conseguir algo. Pero no sabía en qué rayos estaba involucrada ni por qué intentó matar a Chifuyu.

— No sé de qué hablas — dijo Luna finalmente, volviendo a su postura de grandeza, irguiendo la espalda y levantando un poco la frente. — Además, ya te lo dije, no era a Chifuyu a quien debía envenenar — respondió ella descaradamente — era al bebé.

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