Los días siguientes las cosas siguieron su curso. Chifuyu estaba más tranquila sabiendo la verdad, y muy pronto aprendió a distinguir entre Keisuke y Edward. También aprendió a tratarlos de manera diferente. No es que a uno lo tratara mal y al otro bien, pero cuando se trataba de Edward, no podía evitar ser algo más fría con él. Y es que jamás le perdonaría lo que le hizo a Keisuke, por mucho que fuese parte de su naturaleza.
—¿Estás bien? —preguntó Keisuke a Chifuyu una vez que se acomodó en su asiento.
El tren bala que los llevaría a Osaka estaba a punto de partir cuando eran las 21:50. Faltaban diez minutos, y para ella no era ninguna gracia viajar más de media hora durante la noche, y menos en su condición de futura madre. Pero, con el fin de seguir protegiéndola, Keisuke debió tomar medidas extremas, sin importarle cuánto suplicó Chifuyu para quedarse en Kioto; no logró convencerlo. Así que, a regañadientes y tras una pequeña discusión en la que el hechicero obtuvo la última palabra, ella se vio obligada a abordar aquel tren ese sábado por la noche.
—¿Qué? ¿Es que acaso pensarás hacerme la ley del hielo durante todo el viaje? —preguntó él, pero lejos de responder, Chifuyu solo desvió su mirada hacia la ventanilla.
—Sabes muy bien que esto es lo mejor —insistió él.
—Odio viajar de noche... y más ahora —dijo ella, sin mirarlo, mientras de manera instintiva se llevaba una mano a su vientre.
—Te aseguro que todo saldrá bien, amor —dijo Keisuke con ánimo de tranquilizarla, pues él sabía muy bien que a Chifuyu le aterraba estar en lugares cerrados por tanto tiempo.
La voz del asistente del tren anunciaba la inminente salida. Keisuke se abrochó el cinturón de seguridad y apoyó su espalda en el asiento, inclinando la cabeza hacia atrás. De pronto, miró a Chifuyu y notó que ella tenía dificultades para ajustarse el cinturón.
—Maldito cinturón —murmuró ella entre dientes.
—Permíteme ayudarte —dijo Keisuke, liberándose de su cinturón para ayudarla. Por mucho que presionaba y forcejeaba, el cinturón de Chifuyu no se cerraba; estaba averiado.
—Bien, entonces bajémonos y que nos devuelvan el dinero —dijo ella.
—No voy a cancelar el viaje por un cinturón roto.
—Pero no es correcto, estoy embarazada, y no es seguro viajar en estas condiciones —alegó ella, un poco alterada.
—¡Shhh! Baja la voz... —respondió él, ya bastante molesto—. No es para tanto, observa.
Con disimulo, hizo un rápido movimiento mágico con su mano, y abrochó la hebilla del cinturón de su novia, reparándolo al instante.
—Gracias —murmuró ella.
—De nada —respondió Keisuke, con una coqueta sonrisa mientras se volvía a asegurar en su asiento.
Chifuyu soltó un bufido de fastidio y negó con la cabeza. En realidad, adoraba esa sonrisa de galán, pero no estaba dispuesta a ceder por mucho que le gustara.
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Tokyo Wonder
FanfictionKeisuke Baji era un hechicero que quería aumentar su poder, quería liderar, ser siempre el mejor... lo logró por supuesto. Pero a un precio muy caro, su vida... su alma y su familia. Edward era una criatura creada por un hechicero científico; su pro...