El Avatar Edward y Keisuke aparecieron parados en medio de esa negra oscuridad uniforme. El Avatar, acostumbrado a la visión nocturna, pudo darse cuenta que podía ver a su progenitor separado de él; parado a su lado advirtiendo ciertos detalles. Para empezar, el cuerpo de Keisuke era más bien una imagen vaporosa, un fantasma sin cuerpo ni materia; se podía ver a través de él como una especie de holograma; y entonces, el Avatar Edward lo comprendió, en aquel lugar oscuro se mostraban las cosas tal como eran en realidad: Keisuke siendo el espíritu errante del hechicero que alguna vez fue y él , Edward, el cuerpo fabricado que lo reemplazaría. Es más, no era sólo que lo pudiera ver, el Avatar Edward podía ver a Keisuke tal como lo vio la última vez que éste estaba con vida; cabello largo, barba descuidada pero las mismas facciones y contextura física. La única diferencia que el Avatar pudo notar era que Keisuke llevaba ropa y supuso que era las prendas que llevaba antes de morir en sus propias manos.
— ¿Qué sucede? — quiso saber NÚMERO 30
— Estamos en el inconsciente de Chifuyu — respondió Keisuke
— ¿Y por qué estamos separados?
— Esta es la parte más oculta de la mente humana. — comenzó a explicar el hechicero, mientras caminaba por aquel sitio sin luz. NÚMERO 30 lo seguía a la par de sus pasos. — Difícil de acceder...incluso algunas veces hasta imposible. Aquí se guardan los temores más profundos, deseos reprimidos, y recuerdos que no se alcanzan a procesar como cuando estuviste en el vientre materno, tu nacimiento o tu primeros dos años de vida. Estos están tan ocultos que ni la misma Chifuyu sabe que los tiene.
— Lo que significa que en el inconsciente de Chifuyu, ella nos ve por lo que somos. Dos seres diferentes, es por eso que aquí nos separamos — dijo el Avatar Edward sacando por conclusión lo que Keisuke dijo
— Algo así — afirmó el hechicero.
Detuvieron su andar, de pronto pasó frente de ellos, una pequeña niña de más o menos siete u ocho años que hacía contracte con aquel fondo, trasformando todo en un claro oscuro, pues esta niña irradiaba luz. La pequeña se detuvo frente a un público, quienes también irradiaba una luz, pero más tenue y opaca. Ella comenzó a recitar un poema haciendo ademanes de solemnidad y reverencia, mientras su tierna voz decía cada palabra con elocuencia y claridad. En la primera fila, se encontraban tres personas cuyos rostros no se veían porque estaba oculta de tras de una sombra. Cuando la niña terminó su poema, los tres jueces comenzaron a soltar horribles y tenebrosas carcajadas que enseguida se sumaron, las del público. La pequeña comenzó a retroceder, se arrodilló doblándose por la cintura y se tapó los oídos, mientras lloraba. Poco a poco aquella penosa escena se fue difuminando hasta desaparecer dejando nuevamente a ambos hombres solos en la oscuridad.
— ¿Que fue eso? — quiso saber NÚMERO 30
— El miedo oculto al fracaso... esa niña era Chifuyu — respondió Keisuke mientras seguían caminando
— Entonces... los hechiceros pueden entrar en el inconsciente — afirmó Edward.
— No, no todos... — respondió Keisuke encogiéndose de hombros — no es muy común el don, es más ni yo mismo podía hacerlo cuando estaba vivo; sólo llegaba hasta los pensamientos conscientes. Cuando le pedí a Chifuyu que abra su mente para mí, se fue más allá de la consciencia, incluso de la subconsciencia y nos trajo aquí, al inconsciente.
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Tokyo Wonder
FanfictionKeisuke Baji era un hechicero que quería aumentar su poder, quería liderar, ser siempre el mejor... lo logró por supuesto. Pero a un precio muy caro, su vida... su alma y su familia. Edward era una criatura creada por un hechicero científico; su pro...