Capítulo 12

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Madai

Desde que tuve esa charla con Francis hace dos días. Sus palabras no dejan de dar vueltas en mi cabeza.

Mi cabeza está hecha un lío. 

Una parte de mí quiere hacer lo que él me dijo, pero la otra está asustada. Tengo miedo a que las cosas entre nosotros cambien, tengo miedo a llegar a enamorarme de Magnus.

La última vez que me enamore no salió muy bien.

Aunque creo que será inevitable que no desarrolle sentimientos hacia él. Hay algo en el que me resulta atrayente, su oscuridad me pide a gritos que me acerque.

Tanto pensar me dio hambre.

Miro el reloj en la pared y veo que son las tres de la madrugada.

—Genial.

Bajo de mi cama y me dirijo a la salida de mi habitación. Antes de salir asomo la cabeza y miro hacia ambos lados del pasillo, fijándome si no hay nadie. Cuando compruebo que nadie está cerca salgo por completo de la habitación.

No me he dado el tiempo de recorrer el palacio. He estado tan sumida en mi propio mundo que no he prestado mucha atención a este lugar.

Todo es tan neutro y de colores sobrios, hace que el lugar se vea elegante, pero le resta excéntrico. Este lugar necesita que le dé mi toque.

En las paredes hay retratos de los antepasados de la familia de Magnus, todos ellos destilan poder al igual que hace Magnus. Entre todos esos retratos destaca el del tatarabuelo de Magnus, Meridoffe si mal no recuerdo.

Gregorie me regalo un libro que hablaba sobre ese hombre. Era muy interesante, a decir verdad.

Cuando llego al retrato de los padres de mi esposo una sonrisa nostálgica se forma en mi rostro.

Recuerdo un poco de ellos, tengo más recuerdos de la madre de Magnus. Ella era la mejor amiga de mamá. Siempre que iba a nuestro reino pasaba horas y horas hablando con mamá. Por no hablar de mi padre y Magnus, esos señores parecían dos viejas chismosas, incluso a veces tomaban té mientras hablaban.

Mis padres sufrieron mucho su perdida, no puedo ni imaginar cómo fue el dolor de Magnus.

Al bajar por las escaleras noto que hay una pared que resalta de todas las demás. Es de color rosado y tiene unas cortinas doradas. El centro está vacío, es como si el lugar estuviera en espera de que cuelguen algo ahí.

Mientras más observo esa pared una extraña sensación aparece en mi pecho. Siento como si ese espacio fuera para mí. Para poder colgar alguno de mis cuadros

Sacudo la cabeza sacando esa estúpida idea de mi cabeza.

Seguramente está ahí porque debió pertenecer a Vanir. Al pensar en esa posibilidad una punzada de enojo se apodera de mí.

¿Estaré celosa?

No lo creo.

Solo puedes sentir celos de alguien cuando tienes sentimientos hacia él y yo no siento nada por Magnus.

Ya estoy sobre pensando mucho las cosas. Seguramente es por la falta de comida, cuando no como mi cabeza empieza a divagar.

Entro a la cocina y busco que puedo comer, ni siquiera sé dónde se encuentran las cosas en este lugar.

Levanto la tapa de una charola y para mi suerte está llena de bocadillos.

—Alabado sea el señor.

Me como algunos y otros los guardo para llevarlos como reserva a mi habitación.

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora