Capitulo 9

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Antes de empezar quiero aclararles que la boda será escrita en base a las bodas que se llevan a cabo en México ya que la cultura de Salvatore la creé para que se pareciera a la de México. También quiero aclarar que tome varios diálogos del capítulo original de la boda de Emily y Magnus.

Cuando ponga un paréntesis le dan play a la canción que puse.

Madai

Por fin a llegado el día

Hoy me uniré en matrimonio con Magnus. 

Si hace unos meses me hubieran dicho que contraería matrimonio con el rey Lacrontte, los hubiera mandado a la mierda o incluso los llegaría a amenazar. Y heme aquí, a horas de convertirme en la Señora Lacrontte y a un día de ser coronada como reina de la nación que hasta hace poco era mi enemiga.

En la noche casi no pude dormir, me la pasé dando vueltas en la cama y cuando lograba dormir, volvía a tener ese sueño tan recurrente.

La puerta de mi habitación es abierta de manera abrupta dejando ver a mi madre, mi abuela, mi hermana, Lizzie, nana y por último Elisenda. 

Ella y Gregorie llegaron desde temprano.

-¿Cómo te sientes, hija?- me pregunta mi madre.

-¿Pues cómo debería sentirme, mamá? Me casare por una puta alianza de mierda y ese no es lo peor, lo peor es que me casare con un hombre al que no amo e incluso hasta hace poco odiaba.-le respondo antes de tomarme de un solo trago la copa de vino que me ofreció mi abuela.

-Que buen humor traes, Mads.-escucho decir a Elisenda.

-No pude dormir en toda la puta noche.-suspiro.-Solo daba vueltas en la jodida cama.

Veo como mi madre intenta acomodar mis almohadas y de repente suelta un gritito.

-¡¿Por qué hay una cuchilla debajo de tu almohada, Salvatore?!-me pregunta asustada.

-Prevención.-le respondo con simpleza.

-¿Prevención de qué, maldita paranoica?-me reclama mi mejor amiga.

-Qué tal si nos invaden.

-Invadirnos quien, pendeja.-dice Adara antes de aventarse al sofá.

-¡Adara!, ya te he dicho que no digas malas palabras.-la riña mi medre.

-Ay, mamá. Todos en nuestra familia dicen. Tarde o temprano las terminaría diciendo.

Dejo de prestarles atención cuando en mi campo de visión aparece ese cuadro que pinte con tanto amor hace ya varios años. 

Mi pecho se encoje ante todos los recuerdos que vienen a mi mente y varias lagrimas se deslizan por mis mejillas mientras apuño el collar que cuelga en mi cuello. Sé que debí quitármelo desde que me comprometí con Magnus, porque es un respeto que le debo, pero no he sido capaz de hacerlo.

Desde hace tres años que no me lo quito, pero hoy será el último día que lo traeré puesto.

Alguien aprieta cariñosamente mi hombro. Cuando volteo a ver quién es, me encuentro con la mirada azulada de mi abuela quien me regala una sonrisa antes de atraerme a sus brazos.

-También lo extraño, cariño. Pero todo estará bien, eres capaz de esto y mucho más. Además, estoy segura que el estaría muy orgulloso de ti.-me susurra al oído.

Al separarnos, acaricia mi mejilla y va con las demás.

Tomo una bocanada de aire y la sigo.

-¿Estas lista para empezar a arreglarte?-me pregunta una entusiasmada Elisenda.

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