Capítulo 16

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Flashback

Los reyes Lacrontte y el rey Fulhenor recorrían las calles de Lacrontte en busca de un regalo para Elisenda, ya que en unos días era su cumpleaños.

—¿Ya tienes una idea de lo que le vas a regalar a El?—pregunta la castaña.

—Pues no le regalaré ropa, porque cada que lo hago en lugar de hacerla feliz se pone a llorar.

—¿Por qué llora?—pregunta el rey Lacrontte.

—Porque dice que se ve gorda.

—Pues claro que tiene kilos de más, está embarazada.—Magnus pone los ojos en blanco.

—Eso trato de explicarle, pero no me escucha.

Madai escuchaba la conversación de ambos y rodaba los ojos.

Obviamente, ellos no logran entender lo que siente Elisenda, los hombres no son buenos entendiendo temas como esos.

—Ustedes no entienden lo que es estar cargando con un ser humano durante nueve meses. Tu cuerpo cambia, tus emociones aumentan y hay mujeres que se sienten muy abrumadas por todo ese tipo de cosas.

—Agradezco a Dios que jamás tendré que experimentar un embarazo.—dice el rey Gregorie.

La reina Lacrontte rueda los ojos.

—Hombres.

Los tres siguen caminando por las calles de Lacrontte mirando los aparadores de las diferentes tiendas, hasta que por casualidad pasan por una tienda donde venden animales embalsamados y cosas para la caza.

—Mira, Greg.—la reina señala unos cuernos de venado.—Son los que te pusieron.

Madai estalla en carcajadas y Magnus a su lado solo aprieta los labios para evitar reírse también.

El rey de Cromanoff mira de mala manera a su amiga.

—Que llevadita me saliste, Madai.—a su primo se le escapa una risa.—No sé de qué te ríes si a ti también te pusieron los cuernos.

Magnus deja de sonreír al instante, reemplazando su sonrisa por una cara seria.

La risa de Madai solo se intensifica a tal grado que le salen lágrimas de los ojos.

—Los llaman los primos cuernudos.—dice la mujer entre risas.

Ahora ambos hombres le dedican una mala mirada mientras se cruzan de brazos.

—No le veo lo gracioso.—le dice su esposo.

—Qué amargados son.

La castaña se limpia las lágrimas mientras se abanica la cara con sus manos.

—Me calmo.—dice con una sonrisita traviesa.—Sigamos buscando el regalo de Elisenda, yo aún no encuentro que regalarle.

Los tres reyes siguieron buscando el regalo para la mujer por un par de horas más, hasta que por fin el matrimonio da con el obsequio perfecto, según la reina Lacrontte.

Gregorie dio con el regalo prefecto para su esposa en una joyería, pero como de costumbre pidió la opinión de su mejor amiga.

Magnus solo observaba la interacción de ellos dos, dándose cuenta de que en realidad sí eran muy unidos.

No dejaba de reprenderse por no haberse dado cuenta de eso antes. Seguramente todo lo que le contaba a Gregorie sobre Madai, antes de que le pidiera matrimonio, su primo ya lo sabía.

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