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Si en algún punto, mencioné que la casa de Changbin era paz y silencio

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Si en algún punto, mencioné que la casa de Changbin era paz y silencio. Pues olvídense de eso por hoy, porque esa mañana, esa casa había amanecido vuelta lo que se llama un culo, la propia sampablera pues.

Todo porque la noche anterior, los señores progenitores de Mina, se habían quedado a cenar y como se les fue la hora y lo que sobraba en esa casa, eran cuartos, se quedaron a dormir. Y quién diría que esa mañana, tras una noticia que les dio Mina, se alborotaron.

—Estoy muy feliz de que estés a nada de terminar tu trabajo de grado, Mina. —decía la mamá de Changbin. Mientras, el mencionado y la chama echándose miradas en plan de: hoy morimos, repito, hoy pasamos a mejor vida. —Solo quedará la presentación y comenzar a planear tu graduación, y en menos de lo que esperamos, tendremos a una profesional más en la familia.

—Así mismito. —prosiguió el papá de la pelinegra, que más que apoyando a los típicos monólogos de adulación hacia sus hijos, estaba era echando cuento con el papá de Changbin, que vainas de negocio y tal cuando en realidad estaban era cuadrando pa' llegarse a un club por unos tragos, culitos y partidas de billar. El plan perfecto. —Solo ese paso, y vamos a consolidar por fin la unión de estas dos familias. Nuestros negocios tienen buenos sucesores, ¿no es así, Cayetano?

—Como no mi compadre, eso es un hecho.

Changbin estaba borrado, no había probado ni el humo que soltaba el desayuno recién hecho. Y Mina a su costado, pese a que se mantuvo comiendo, imaginando un silencio absoluto, ahora se arrepentía, porque la situación le causó desesperación, y sintió que la comida se le subía a la garganta.

—Yo digo que deberíamos empezar a hacer planes para la boda. —propuso la mamá de Mina, comentario apoyado por los mayores de la mesa.

—Permiso, disculpen. —Mina salió esleva' de esa vaina. ¿Mija, tu taí preñá? Mosca con una vaina.

—Changbin, ven conmigo un momento, que te tengo que puntualizar algo.

Bicho, sapegato, la pisia. Escuchar la voz del señor progenitor de Changbin en modo seria, ya era suficiente como pa' considerar echar veinte rezos y llevar un pote de agua bendita como protección. Claudio lo siguió en silencio, llegando hasta arriba, al despacho del señor Seo. Ahí, lo notó jorungando el cajón donde tenía entendido, el papá guardaba cosas importantes, por ahí destensó los puños que tenía apretados al punto en el que casi se hiere las manos con las uñas, y soltó un suspiro, tratando de relajarse.

—Este fue el anillo que le entregué a tu mamá cuando le pedí matrimonio. —se llegó hasta el hijo, entregándole una caja de terciopelo rojo, que exhibía un bonito anillo burreao' de diamantes y detallitos que lo hacían robable y empeñable a la vista. —Quiero que se lo entregues a Mina, cuando sea tu turno.

—Ah... es muy bonito. —Changbin se metió como cuatro coñazos internamente, porque le tembló la mano para tomar el objeto. Ni siquiera lo quiso observar por tanto tiempo, solo cerró la cajita y se lo guardó en un bolsillo. —¿Cuándo... cuando crees que sea el día que deba hacerlo?

TODAVÍA LLEVO TU NOMBRE EN MI CUADERNO ;; 𝖼𝗁𝖺𝗇𝗀𝗅𝗂𝗑..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora