Venezuela, año 2009.
Chávez comenzaba a expropiar todo lo que se movía en el país, ocurría la Masacre del 70, la selección de fútbol sub 20 nacional debutaba por primera vez en un mundial de Fútbol, era fundada la RED LGTBI venezolana y obteníamos...
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Semana santa, aquella efímera y hermosa época de vacaciones que muchos usan pa' ir a la playa, piscina, río o cualquier charco de agua porque sencillamente si no se mojan ese rabito en semana santa, alegan que no vivieron una verdadera. También, donde están aquellos que van de rodillas en la procesión porque cargan esas materias con dudosa aprobación y si no tienen suficiente como pa' rescatarlas, pues tocará que Dios meta una mano allí, pero yo creo que ni Dios puede con tanta raspazón.
Y los otros, son los que no piensan en hacer algo más que darse a la procrastinación, ya sea porque estaban pelando bolas, o porque preferían planear viajes pero pa' las vacaciones largas con compostura. En el caso del grupito aquel de adaptados desadaptados, dejaron todos sus ahorros y ganas de viajar para agosto, se terminaron tomando la semana santa pa' solo descansar.
Pero eso no quita que no hayan hecho despeluque, o que se hayan metido en situaciones que ni ellos mismos serían capaces de explicar.
Los primeros, en esa ocasión, fueron Minho y Jisung.
Todo comenzó justico al lunes de esa semana. Jisung pesando que iba a dormir en sabrosura y tranquilidad. Y ni bien que lo piensa, cuando a las tres de la mañana, el papá viene y lo despierta con sus benditos vallenatos de Jorge Celedon y Diomedes Díaz. Y a eso, súmale que entró a su cuarto y le lanzó el paño y el jabón pa' que se fuera a lavar ese culo, porque en una media hora salían.
Es que el papá de Jisung iba a cuadrar unos betas. Y como no puede ver a su hijo en paz porque le pica el instinto jodedor, lo levantó pa' que lo acompañara.
Y hasta ahí, todo ladilloso, pero relativamente bien, ¿no? Pues la ñapa vino cuando Jisung bajó a la sala, temblando, con el paño a la cintura y los pelos goteándole agua, a abrirle la puerta a alguien que llevaba rato pegando griticos, buscando que los vecinos lo jodieran por bullero. No resultaba ser si no el señorito Mauricio Heriberto.
Que no, uno dirá, que hace ese loco a esa hora ahí. Pero no, es que como el niño estuvo varios días yendo a visitar a Jisung con la intención de que aquel místico carricito soltara la sopa y ver en qué se le podía sacar la pata der barro, conoció a su papá en el transcurso y pese a verse como alguien que superficialmente podría partirte la cara si te atreves a algo con su chigüire, terminó haciéndose compadrísimo del don, que hasta muy amablemente lo convidó a que se uniera a la aventura, que a cambio le cuadraba una platica ahí pa' que se ayudara.
Y por eso, es que Jisung lo miraba con una ceja alzada mientras se echaba su café con recelo, alejado de la mesa, lugar donde la mamá hasta andaba atendiendo de lo más divino a Minho.
Bien bello pues, se la cala.
Rolo e' celoso, porque cuando la mamá de Minho lo trató como un rey, Minho más bien estaba feliz de eso.
—No creas que no me sé tus pasos, Suspiro e' gato... —Minho casi se ahoga con el café al sentir que de repente el carajito se le plantó cerquita, en un chance que los apás fueron a recoger unos sacos que lavaron en la noche y tenían tendidos en la parte trasera del patio. —Sé que algo tramas.
