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Mei

—Muchas gracias por dejar que me quede —pronto sería la hora del almuerzo, y me encontraba agradeciendo al abuelo Sano.

—No te preocupes, pasa más seguido, tu presencia me es grata.

Sonreí levemente e hice una reverencia, para luego continuar con mi camino.

—¿Estás segura que no quieres que vayamos contigo? —Mikey había estado insistiendo en ello.

—Estoy bien, no te preocupes, les avisaré si sucede algo, ¿de acuerdo?

—Bien...

Despeiné su cabello y seguí con mi caminata.

Han pasado muchas cosas, mi mente extrañamente se encuentra tranquila, sin ningún pensamiento de por medio.

Incluso, el cielo está despejado, sin ninguna nube que la mache. 

—Enserio pareces que vas a caerte —me giré para volver a ver aquellos ojos violetas.

—Estoy bien.

—No lo pareces, iré contigo.

—No hace falta, enserio —aunque traté de detenerlo, parecía inútil.

—Y a mi no me molesta.

Sólo atiné a caminar a su lado, el silencio en sí..., no era incómodo, era agradable, pero, no lo conocía mucho, y yo..., no sabía que pensar.

Cada vez nos acercábamos, sentía mis manos temblar, sentía la ansiedad recorrer mi cuerpo.

—Sabes —me sobresalté un poco al escucharlo hablar —ahora que lo veo, no sé nada de ti.

—¿He?

—Emma siempre dice cosas de ti, pero, en este momento ninguna viene a mi cabeza, ¿qué edad tienes?

—Pronto, cumpliré 17.

—Genial, igual yo.

—¿Enserio? —no parecía tener mi edad.

—Si, yo también cumpliré años muy pronto, tendré 20.

No entendía mucho su forma de ser, pero, era raro, era calmado, burlón, sonriente, y por lo que vi, ama a sus hermanos sobre su vida, adora molestar a Mikey, idolatra a Shinichiro y cuida a Emma, además que sabe pelear.

—Ya veo.

—No hablas mucho.

—Pues, parece que tu si lo haces.

—Bueno, eso también es algo extraño en mí —lo miré algo confundida por ello, pero sólo me regreso una sonrisa en respuesta.

—Es aquí.

—Es bonita —asentí levemente, pero, no quería dar ningún paso, pero, el sonido del timbre se escuchó y ahí lo vi, lo había tocado —supongo que querrán una explicación, deja que yo me encargue.

—¿He? pero..., ya has hecho mucho por mí, y te lo agradezco.

—No importa, sé que si no hago esto, Emma estará preocupada —no entendía porque lo hacía, tampoco qué era lo que quería.

No esperamos mucho cuando pisadas cercanas se escucharon, y la puerta fue abierta por papá, detrás de él estaba Mei, no pude decir palabra alguna más que unos brazos aferrarse a mi cuerpo, seguido de sollozos y disculpas.

—Lo siento, no debí irme así.

—No importa, estás bien —sonreí levemente.

—¿Ustedes son los padres de Mei? —miré a Izana ponerse serió, parecía otra persona.

KODOKU - Izana KurokawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora