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Mei

Hina tenía razón, algún momento, debía hablar con Izana. Y al verlo irse..., me causaba molestia en el pecho.

No es tan sencillo enfrentarse a la persona que uno se quiere.

Pero..., debía dejar de ser tan cobarde.

Me dirigí a su casa, con paso decisivo, mirando como cada vez me acercaba, no podía evitarlo, mamá dijo que sería bueno ser dulce, pero papá opinó que sería mejor ser directa y decir lo que quería antes de que sea demasiado tarde.

Nunca supe desde cuándo a papá le agradaba Izana.

Toqué la puerta, para ver a Mikey abrirme aun algo adormilado.

—Memei, es temprano, ¿qué sucede?

—Vine a ver a Izana.

—Oh..., está adentro...

Lo quité del camino para caminar, sentía mis manos sudar, y las preguntas de Mikey no ayudaban.

Asique ingresé, Emma, Draken, Kakucho, el abuelo Sano, Baji, Senju, Shinichiro-san, Takeomi-san e Izana estaban acabando de desayunar, al verme me saludaron efusivamente, pero, por mi cara esperaron a que hablar.

—¿Mei? ¿Ocurrió algo? —respiré profundamente para ver al abuelo Sano y darle una reverencia.

—Buenos días, discúlpeme por el atrevimiento de venir sin antes avisar, y por lo que voy hacer.

—No te preocupes Mei —asentí para mirar a Izana, al ver que hice contacto con él, se levantó para acercarse.

—¿Mei?

—¡Izana! ¡me gustas! ¡asique quiero tener una cita contigo mañana en la tarde! ¡te golpearé si no vienes!

Sin más volví a dar otra reverencia y salir prácticamente corriendo de ahí, sentía mi pulso acelerado, y las lejanas risas de Mikey y de alguien más.

Ignoré todo aquello para correr a mi casa y encerrarme en mi habitación.

Lo había hecho, no esperé una respuesta, sólo se lo pedí, el abuelo Sano debió decepcionarse de mi comportamiento.

Soy un desastre.

Ni siquiera me fije en sus expresiones, sólo se lo pedí y ya.

—¿Cariño? ¿Todo bien? —miré por sobre mis mantas a mamá.

—Mamá, salí corriendo, que vergüenza. 

Contárselo a mamá es una cosa, pero a papá es otra. No terminaba de reírse.

—¡Papá!

—Lo siento, pero, nunca antes había sucedido algo así.

Le lancé un cojín pero eso no evitó que parara.

No salí de mi casa en todo el día, y Emma no paraba de decirme que le faltó más romancé a mi confesión y a Senju decirme que estuve genial, exceptuando mi cobardía.

Y que decir de Mikey, que se la pasó molestándome, para que enemigos, con ellos me sobra y me basta.

Al día siguiente tomé lo primero que vi, algo sencillo, salí con nervios de casa, más por obligación que por decisión, mamá me sacó de la casa para que afronte mis acciones, según sus palabras.

Caminé por un momento hasta llegar al parque, y sentarme a esperarlo, no pasó mucho cuando lo vi venir, tenía sus mejillas levemente sonrojadas.

—Hola.

KODOKU - Izana KurokawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora