15

342 49 0
                                    

Mei

Sentía nervios, sentía el pecho pesado, mi estómago todo un revoltijo.

Pero..., eso no impedía que siga mi camino, ya tenía en mente lo que haría, no había vuelta atrás.

—Mei.

—Izana, ¿esperaste todo el día?

—No, pero, aun así, quería hablar contigo.

—Claro —caminamos a un parque, con Shizu siguiéndonos, era notable —¿es un asunto grave?

—¿He? no, claro que no, o eso creo...

—Entonces, ¿qué sucede?

—Yo..., no sé como empezar esto, tal vez, decírtelo directamente sea más fácil, pero, no estaría diciendo todo lo que siento, sin duda alguna, eres una mujer muy interesante, Mei, y me interesaste desde que te vi con Emma, y aunque fueron hace años, ese interés incrementó cada vez que convivíamos, hablé con Emma al respecto, pero..., no estuve muy seguro, hasta hace poco, Mei, me gustas, creo que desde hace tiempo, yo...

—Lo siento —lo interrumpí, no podía verlo a la cara, obviamente, Shizu lo había escuchado, y no podía darme el lujo ahora de tener una relación —quisiera decir lo mismo, pero..., no estoy en la mejor situación para corresponder tus sentimientos, Izana.

—Oh..., yo..., entiendo.

—Pero, si logro hacer algo, quiero decirte, que lo primero que haré será invitarte a una cita, por el momento, no puedo aceptarlos, yo..., debo irme.

—Oh, si, comprendo.

Me levanté con pesar, mirando a Shizu, para ir a casa, a medio camino Ojizu nos encontró.

—Ya llegué —avisé un poco, mientras veía la sonrisa de papá —quiero hablar con ustedes.

—Oh... si...

Decirles que quería irme a China, fue difícil, lloraron, quise llorar, los chicos le explicaron la situación, y estuvieron de acuerdo. 

Me iría en una semana más, asiqué, preparaba algunas cosas.

—¡Mei! —pero, no me preparé para enfrentar a Emma.

—¿Si?

—¿Qué sucedió?

—¿De qué?

—¡Con Izana! 

—Oh, eso..., bueno, no sabría decirte el porque, pero, creo que es lo correcto.

—¿Lo correcto? ¿qué quieres decir con lo correcto?

—Me iré Emma, me iré a mi país natal, me iré a China.

—¿Te irás? Pero..., ¿volverás?

—No lose, pueda que lo haga, como también, es posible que no lo haga nunca, iré a ver a mi familia natal, y en el peor de los casos, me casarían con alguien que no conozco, asique Emma, no aceptaré a Izana hasta terminar con mi viaje.

Me alejé de ahí para seguir moviendo algunos documentos, en caso de que deba quedarme más tiempo.

Las cosas se salieron de control, mi pecho dolía demasiado, las chicas lo entendieron, pero, Mikey no lo hacía, y eso era algo estresante.

Asique, no le di más vueltas, y dejé de explicarme para pasar de su lado sin mirarlo, no estaba dispuesta aguantar más cosas, y afrontar esto, debía hacer que mi corazón se haga duro.

La semana pasó con tranquilidad, a mi parecer, cuándo llegó el día, simplemente me despedí de mis padres, para luego ir al aeropuerto, no dije nada a nadie, y mi comunicación,  quedó en un adiós a todos.

Para luego apagarlo.

Cuándo llegamos, entramos rápidamente para pasar por los diversos controles que había, y una vez listos para embarcar, noté a varias personas entrar, me sorprendió verlos ahí.

Pero, no había vuelta atrás, pasé de largo seguido de Shizu y Ojizu, aun cuándo Izana grito mi nombre, y yo no voltee a verlos, aún cuándo ingresé al avión, aun cuando lo veía despegar.

Aun así..., seguí sin cambiar de opinión.

Para cuándo quise darme cuenta, ya habíamos llegado, y mi primera parada, era presentarme ante las demás familias.

No hablaba fluidamente el idioma chino, pero, podía defenderme un poco.

A pesar de las distintas miradas, todos estuvieron de acuerdo con que ahora que estaba aquí, asumiría los cargos directamente, sin darle oportunidad a ese tipo de actuar.

Hubo muchos percances, pero, en todo este tiempo, me mantuve incomunicada con muchas personas.

—Es ella —me giré un momento para ver a dos personas ingresar a la oficina que ocupaba actualmente, un hombre y una mujer, ambos pelinegros con ojos rasgados de un color rubí.

—Mei...

—Se ven deplorables —y a pesar de ello, mi amor por mis padres, no era hacía ellos, era hacía los que me acogieron en Japón —las cosas están listas, he estado mucho tiempo aquí, he puesto varias normas y el poder para algunas personas, asiqué, sólo firmen esos papeles y podré irme.

—Mei, nosotros.

—Da igual que lo que hayan hecho haya sido para protegerme, pero, también deben saber lo que sucede en esa asociación.

—Lo sabemos, pero...

—Entonces, no hay nada que decir, quiero irme a mi casa.

Podía notar su rostro de dolor, pero, aun así, los obligué a firmar, no quería pasar más tiempo aquí.

—Bien..., es el adiós, yo me iré, tengo personas que esperan por mí.

—Espere, señorita Mei, no puede irse.

—Si puedo hacerlo, defendí sus derechos en todo esté mes, además, soy una Tumuro, no una Tsuchi, me iré con mis padres, con los que me acogieron, da igual, es mejor así.

—Pero, si se va..., tal vez, podríamos hacer algo.

Miré a los ancianos hablar, ellos sólo asentían, asiqué esperé un momento.

—La decisión está tomada, seguirás siendo parte de la familia Tsuchi mientras sigas teniendo nuestra sangre, pero, tampoco podrás alejarte de las normas y la influenza que esta tiene, lo que quiero decir es que..., ahora que has tomado el control, deberás seguir haciéndote cargo, puedes irte a Japón, si es lo que deseas, pero, deberás seguir liderando, hasta que tu progenitor lo haga.

—No pienso tener hijos con alguien que no conozco.

—Lo supusimos, asique, es tu elección con quien lo tendrás.

Asentí, arreglando un par de cosas más, pero, cuándo quise irme, me vi obligada a escuchar a mis progenitores, pero, ya sabía la historia completa, asique no tenían de otra.

Me marché.

Cuándo llegué a Japón, veía a mamá y papá esperándome.

—¡Volví!

—Cariño, mi niña..., te ves muy bonita.

Reí un poco, las ropas eran muy tradicionales, no me quejo, eran bonitas, pero, no tenía opción.

—¿Qué ha pasado en mi ausencia?

—Hoy se termina tu licencia de enfermedad, fue difícil conseguirla, pero, tendrás muchas tareas y exámenes que hacer.

—Bueno, soy una Tsuchi de nacimiento, y una Tumuro de crecimiento, puedo con eso.

Reí un poco por sus expresiones, mientras íbamos a casa, les contaba lo que sucedió, y todo el drama que viví. 

KODOKU - Izana KurokawaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora